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(Recomendado) Luca I

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TheGirlRoseEscritora
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Sinopsis

Luca (Parte I) Recelo, sospecha, desconfianza, escama, suspicacia, temor. Susto, sobresalto, inquietud, intranquilidad, desasosiego, miedo... Sin importar el sinónimo que utilizara para autodefinirse esa la sensación de inestabilidad era cada vez peor. —Sé que estás asustada —interrumpió su relato después de obsequiarle una sonrisa, pensó en una rápida solución para ayudarla ya que detestaba verla tan vulnerable ante una situación aparentemente estúpida —. Pero vamos no puedes retractarte ahora, ya estamos cerca no seas miedosa. Dame la mano. Se adelantó unos pasos y se dio la vuelta para extenderle el brazo, el viento le revolvía el cabello con fuerza.

RománticoDramaChica BuenaChico MaloLunaAmor-Odio

Prólogo

—¿Cuál es el nombre del chico? —la mujer pidió tomándole la presión con un tensiómetro. Las espectadoras vieron el apellido Bryukhanova bordado en la chaqueta a medias puesto que una arruga lo dividió a la mitad.

—Oh —Kats entrecerró los ojos llevándose una mano a la frente—, Luca Hemmings. Una ola lo arrolló por allá —señaló con el dedo algunas piedras que sobresalían del agua a unos cuantos metros.

—Señorita… —comentó sin verla a la cara esperando que se presentara formalmente.

—Kloster.

—Señorita Kloster, ¿nadie le dijo que hoy el mar está enfurecido por alerta de huracán?

Ella negó mirando a Luje de soslayo. La situación empezaba a teñirse de rojo como las gotas que caían por la piel de Hemmings.

Varios hombres alejaron a Kats y a Claire porque obstruían el paso de las paramédicos; sin embargo, desde una distancia prudencial vieron cómo le ponían una mascarilla de oxígeno dentro de la ambulancia. Lucía bastante mal, tenía el labio inferior roto, un rosetón en la frente, raspones en las mejillas, moretones en el abdomen y sangre saliéndole de la nariz.

—¿Se va a poner bien? —preguntó recibiendo el reconfortante abrazo de Garfield.

—Presión cincuenta sobre ochenta y bajando, se está quedando sin pulso —la paramédico le informó a su compañera—. Lo llevaremos al Med, haremos lo posible por estabilizarlo.

La castaña sorbió la nariz y aterrada, vio como cerraron las puertas de la ambulancia. Claire buscó consolarla repitiéndole que todo estaría bien, pero aun así no dejaba de sentir remordimiento. En pasos oxidados se alejó hasta la sombra de una palmera buscando deshacer todos los ruidos a su alrededor. En ese instante, varios surfistas veteranos asaltaron las olas para cabalgar olas mortales, Kloster se abrazó las piernas, entremetió los dedos sobre la arena y una voz áspera se dirigió a ella:

—Acabo de llegar y solo quiero preguntarte algo, ¿por qué esta playa? —sin pensarlo dos veces, el ruloso soltó a espaldas de ella, no esperaba ir a su sesión regular de calentamiento y encontrarse con ese drama—. Pudo haber muerto. Esta playa es salvaje, no es para principiantes y tú lo sabes.

Para los nativos, Tamarama ubicada en el sitio turístico de Sídney más conocido no era un paraíso para no experimentados ya que las rocas hacían más difícil el recorrido y las olas eran demasiado impredecibles.

—Lo sé, Nathaniel —apenas pudo susurrar como producto del shock post traumático.

—Ven aquí, sé que quieres un abrazo —él la envolvió con brazos y le depositó un dulce beso sobre la frente—. Descuida, todo estará bien.

Ella cerró los ojos con fuerza y se aferró al pecho de su compañero. Invocaba millones de plegarias al Olimpo para que su amigo estuviese bien o, de lo contrario, sería expulsada del circuito por negligencia profesional.

—No. No estará bien —masculló por lo bajo al observar como las gotas de sangre provenientes de las heridas de Luca, resbalan por el piso oxidado de la ambulancia hasta caer en la arena—. Tengo miedo de que le pase algo.

Inquieta, se mordisqueó el labio y se rascó el ojo derecho haciéndolo arder.

—Te pido por una vez en tú vida, Kats, que confíes en mí. ¿Lo harás?

—La confianza es algo que se gana, y tu destrozaste cuando hiciste trampa en Tasmania —Kloster se soltó del agarre, se le dilataron de tanta furia que reprimía en su interior—. Ahora si me disculpas, iré a ver a mi amigo.

—¿Y yo que soy? —preguntó dejando que la brisa batiera sus rulos, y abriendo los brazos evidenciando el desconcierto en el tono de su voz.

—Como diría la profesora Clearwater, eres “un actor que muestra diferentes caras en el escenario”.

Nate pestañeó rascándose el mentón y exhaló aire para drenar las preocupaciones; quiso volver al agua para aprovechar el mar embravecido, pero como tenía en cuenta que su tiempo era bastante limitado le echó un vistazo al reloj para verificar cuantos minutos le quedaban. Por esa razón, después de eso se marchó a cumplir con su jornada de trabajo.

En contraposición, Kloster sentía la arena traspasarle los dedos y quemarle la planta de los pies, pero eso no impidió que dejara de mover la pierna derecha.

Estaba nerviosa imaginando todo lo malo que podía pasar.

—¡Vine tan rápido como pude! —Jack Hemmings, hermano mayor de Luca, apareció de repente haciendo que su pecho se levantara por la respiración acelerada que desprendían sus pulmones. Era posible de visualizar porque la parte superior del traje de neopreno grisáceo que le caía desde la cintura dejaba a la vista casi todo su torso despojado.

—Oh, bueno. Ya sabes lo que dicen, mejor tarde que nunca —Claire se animó a decirle en tono de burla de ojos como aceitunas—. Le fuiste de mucha ayuda a tu hermano —espetó con ironía.

Eso disgustó a Jack; porque, aunque como hermanos no se llevaban del todo bien sentía que gran parte de la responsabilidad de recaía sobre él. Tenía la mala fama de ser la oveja descarriada del rebaño dado que siempre se daba prioridad en todo.

—¡Eres un desastre, Kats! —fueron las únicas palabras que salieron de la boca del chico de múltiples lunares en el pecho—. ¿Dónde está? ¿ya vino la funeraria reclamar el cuerpo?

Eso no podía estar pasando, lo que menos deseaba Katsiaryna era discutir con alguien.

—¿Disculpa, niño bonito? ¿Cómo puedes bromear con algo así? Para tu información yo intenté evitar que ese idiota se fuera a dirección —poniéndose en pie señaló de nuevo con el dedo índice los arrecifes de Tamarama.

La expresión del rostro acalorado de Jack se suavizó, y sonrió apenado después de clavar su tabla en la arena.

—Ese idiota es mi hermano y bromeo de lo que se me venga en gana. Como sea, eh, era mi intención hablarte así, es solo qué...

—Déjalo así —lo interrumpió sin ánimos de seguir conversando con el antiguo surfista de Frozen Waves, el rival más grande de Solar Blue.

En cuestión de segundos, el rubio bronceado le tomó la muñeca e hizo que lo viese directamente a los ojos. Estudiando más de cerca el gesto, aquella acción fue posesiva, agresiva y dominante; palabras definían a la perfección al mejor surfista de los Hemmings-Belissario. Al contrario de su recatado hermano que pedía permiso para cualquier cosa, Jack no poseía ataduras que le impedían conseguir lo que quería.

—Sé que no es tu culpa, ¿entiendes? —seductor, masculló hablándole al oído—. Pero a veces pienso que mamá tiene razón y solo le causas problemas a mi hermano. No lo tomes a mal, pero deberías considerar dejar de ser un dolor de cabeza para él.

—¿Qué?

—Deja de victimizarte, he escuchado un millón de historias tuyas y sé que todas son mentira —se alejó quedando más cerca de ella, ambos sintiendo las respiraciones del otro.

Las pupilas se le dilataron quedando dislocada por lo que había oído, y cuándo iba a responderle, uno de los paramédicos pidió que dos personas que acompañaran al herido al Med.

—Esta conversación queda pendiente y el beso que me debes también… —sentenció por última vez recogiendo sus cosas del suelo.