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Capítulo 2. Manos a la obra

Por Denis

—¿Estás segura?

Le pregunto emocionada a mi mejor amiga Angy.

Habíamos hecho juntas la escuela primaria, la secundaria y la facultad.

Nos conocemos desde siempre y francamente la quiero tanto como a mi hermana, a lo mejor más y eso que a Gaby la adoro.

También nos fuimos de viaje a Europa por seis meses, fue el regalo de graduación de nuestros padres.

Mis padres tenían una importadora de artículos de Cotillón, y además importamos muchos artículos electrónicos, tenemos convenios exclusivos con distintas marcas, las mejores y también fábricas propias que están relacionadas con nuestra actividad, era la distribuidora más grande del país y sé que tarde o temprano tendría que trabajar con ellos, pero por ahora trabajaban allí mis hermanos, Gabriela que tenía 27 años y Javier que tenía 30.

Yo acababa de regresar de mi viaje.

Con Angy compartimos nuestros fracasos amorosos, ella está enamorada de mi hermano y yo estoy enamorada del suyo.

Lo mío parecía una obsesión.

—Sí, quiere alguien que maneje 3 idiomas, que sea licenciada en administración de empresas o contadora o alguna carrera relacionada, pero que sea fea, vos cumplís con los dos primeros requisitos, pero amiga, sos una de las mujeres mas hermosas del planeta.

Me reí, eso lo decía ella con sus ojos verdes claros y su cabello castaño y un cuerpo de infarto, volvía locos a todos los hombres del mundo.

La verdad es que yo también soy hermosa y lo sé.

¿Para qué voy a negarlo?

—Me disfrazo y me presento como secretaría, no creo que se presenten muchas candidatas.

Digo, pensando que se me acababa de ocurrir una idea genial.

—¡Amiga, sos una genia! ¡Mirá si lo conquistás y llegásemos a ser cuñadas!

—Esperemos ser cuñadas por partida doble.

Lo deseo con toda mi alma, quiero conquistar a Leo y que ella conquiste a Javier.

—La cagada es que tanto tu hermano como el mío son terriblemente mujeriegos.

—Eso es verdad, ya idearemos un plan.

—Tu hermano no me conoce, creo y el mío a vos tampoco, te vio un par de veces aunque hace tiempo y como sos mi amiga, estoy segura que no te miró, si te hubiera visto en un boliche, no te hubiera dejado salir sin haberte cogido.

Me río porque pienso que mi hermano actuaría igual con respecto a ella.

—Nos ignoran a las dos…¿Habrá visto fotos nuestras en las redes sociales?

—No, él no usa redes sociales.

Estoy segura que Javier tampoco usa las mismas redes sociales que nosotras, nuestros hermanos son casi amigos, es decir, son amigos sin ser íntimos, pero se manejan de la misma manera y concurren a los mismos sitios para divertirse.

—Ok, cuando llegues a casa que te muestro que me pienso poner, yo estaré de vuelta en una hora.

Fuí a la casa de una tía abuela, era solterona y le pedí sus vestidos más antiguos, esos que ella guardaba con naftalina y no usaba nunca.

Mi tía Rosita no entendía para qué los quería, no quise herirla diciendo que me quería poner fea con su ropa, en realidad ella no era fea, de joven era muy hermosa y lo seguía siendo, pero ella se quedó en el tiempo.

En realidad su ropa era anticuada, esa es la palabra justa.

Cuando su novio falleció en un accidente automovilístico, jamás se repuso, no salía y parecía que su casa era de los años ´70, no cambió ni la alfombra, era como una viuda sin serlo, su amor fue tan poderoso que jamás lo superó.

No sé si admirarla o sentir piedad por ella.

Creo que lo que yo siento por Leonardo, es tan poderoso como el amor que mi tía Rosita le tuvo y le tiene al hombre que fue el gran amor de su vida, en eso sí me identifico con ella, aunque Leonardo no sabe que existo y yo muero en cada suspiro por él.

Muchos decían que yo me parecía a ella.

De todos modos, a ella la considero una persona muy cercana y le tengo muchísimo aprecio, siempre nos contuvo y nos defendió cuando a mis hermanos y a mí, cuando nuestros padres pretendían castigarnos por algo, es la tía más joven de mi padre.

Cuando volví de mi viaje, mis padres tuvieron una agradable sorpresa para mí.

Me habían regalado un departamento, un piso, de tres habitaciones, todas en suite, más un living amplio y un comedor en el que estaban cómodos más de 20 comensales, era confortable, el departamento era precioso, muy lujoso y tenía una vista hermosa.

Yo, que ya estaba acostumbrada a cierta independencia, se los agradecí muchísimo, me encantaba la idea de vivir sola…aunque dispuse una de las habitaciones para Angy, y la invité para que vivamos juntas, claro que ella se podría comprar su departamento o lo que quisiera, pero estábamos muy acostumbradas a compartir todo, acepto feliz de la vida.

Angy llegó a casa y cuando vio los vestidos, no podía creer que todavía existiese ropa así, tan anticuada.

—Ok, disimulás tu cuerpo y hasta ahí nomás ¿Y tu cara?

Saqué unos anteojos tipo Harry Potter y me hice un rodete y me pinté dos horribles lunares.

Angy se mataba de risa.

—Amiga, aún así seguís siendo hermosa.

—¿Me miraste bien?

—Si, tus ojos celestes cielo no se comparan con nada y tu cabello rubio, lacio y largo, es precioso, mi hermano muere por las rubias.

—Cuando me lo cruce en tu casa ni me miró, no creo que le guste, no sabe que existo, no me conoce.

Digo acongojada.

—Espero que no te reconozca.

—No lo va a hacer, nunca me prestó atención.

Insisto y las dos cruzamos los dedos.

Me maquillé de mil formas diferentes, afeándome cada vez más.

Estuvimos varias horas practicando, lo tenía que hacer sola, Angy no iba a estar todas las mañanas para ayudarme, aunque vivía en casa, a veces se quedaba a dormir en la casa de sus padres.

Lo más cómico, fue el lápiz labial y crearme cejas gruesas.

—El labial es exagerado, querés que te vea fea, no parecer una loca escapada de un psiquiátrico.

Me llevó delante del espejo y cuando vi mi aspecto reflejado en él, nos reímos las dos.

Parecía una loca de atar.

—Tenés razón.

—Ahora falta el cabello.

—¡Peluca!

Saqué una peluca, que también tenía guardada mi tía.

Era marrón oscura, de rulos, tan de finales de los 70' que impresionaba.

¿Qué le pasaba a la gente en esa época?

¿Le gustaba parecer fea y vieja, siendo joven?

No entendíamos a esa generación.

De verdad se vestían como cachivaches.

También tuve que admitir que mi tía tenía un buen cuerpo y a lo mejor no le quedaba tan mal.

Pero en las décadas anteriores a las del 60, la gente se vestía mejor, ésto es una mezcla de psicodélico con conservador, todo muy raro.

Hasta me divertía.

Hablamos toda la noche y nos dimos ánimo mutuamente.

Sé que va a ser duro verlo con distintas mujeres todo el tiempo, porque Leonardo es mujeriego y siempre está rodeado de bellas damas.

Me tenía que preparar psicológicamente para verlo llegar abrazado con otras, sé que eso me iba a doler.

—Le voy a decir que somos amigas.

—No sé si lo va a creer.

—Bueno, al menos fuimos juntas al colegio y a la facultad.

—Le voy a avisar a mi mamá.

—¡No!

—Sí, todos los jueves mi hermano cena con nosotros en casa y estaba tan obsesionado con que quería una secretaria fea, que no dejaba de hablar del tema…

—No entiendo…

—Mis padres le van a preguntar y cuando diga tu nombre, van a decir que sos preciosa.

—¿Qué le vas a decir? ¿Qué estoy enamorada de tu hermano?

—Podría ser…

—¡Qué vergüenza!

—Tampoco le voy a decir que te querés encamar con él.

—Sabés qué quiero más que eso…

Digo mientras me río nerviosa.

—Amiga, estás tan loca como yo, pero al menos yo me acosté con uno, aunque fue un desastre, en nuestro viaje de egresados, y después con otro, en el viaje, aunque en pleno acto, lo empujé y salí corriendo.

—No es que yo me quiera guardar hasta el matrimonio, es que fuera de tu hermano nadie

me gustó.

Digo, aunque ella lo sabe.

—Espero que lo puedas conquistar.

—Y yo, espero que vos conquistes a mi hermano…

—¿No quiere una secretaria fea?

Nos reímos las dos.

—No lo creo, tenemos que idear otra cosa…

—Seducirlo….

—Pero sabe que sos mi amiga y ahí va a ser más difícil, se va a aguantar las ganas.

—si es que se acuerda de mí, pero algo se nos va a ocurrir.

—O algo puede surgir, mira ésta oportunidad que tengo…

Hicimos palmas con las manos abiertas.

—¿Mando un correo?

—No lo sé, creo que es mejor que te presentes de parte mía.

—Mandale un correo, o un mensaje diciéndole que ya estoy en camino, así no pide fotos o curriculum.

—Esa es buena.

—De todos modos ahora nos vamos a sacar fotos.

Así lo hicimos, nos sacamos fotos, yo con distintos atuendos y Angy se cambiaba con ropa mía, hacía poco que habíamos llegado al país y ella recién se está instalando en el departamento, como tenemos el mismo talle, somos similares físicamente no había problema con la ropa.

Ambas medimos 1, 65, tal vez Angy, llegaba a 1,67, mismas proporciones, busto medianos, cintura chica y buena cola.

Yo me había apresurado a llevar todas mis pertenencias al departamento, lo hice en forma inmediata apenas me dieron la llave.

Nos ubicamos en distintas partes del departamento, haciendo como si fueran distintos días.

Luego me tomó fotos para poner en el currículum que armamos.

—Le voy a decir que mi familia tiene una importadora, voy a tratar de mentir lo menos posible, para no meter la pata.

—Claro, tenés razón, aparte tenés que justificar cómo es que fuiste a un colegio tan caro y a una universidad más cara aún.

—No le voy a decir que nos fuimos de viaje juntas, por si quiere ver fotos.

Si me veía como soy realmente no podría llevar a cabo el plan.

Nos quedamos ultimando detalles.

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