Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 3. Incluso Las Noches Son Mejores

Almorzar con el Dr. Collins, pensé que resultaría algo incómodo y molesto. Debo reconocer que es un hombre demasiado agradable, su profesionalismo me impacta, lo caballeroso que es me emociona y sus atenciones dan justo en mi corazón.

¡Gracias!

¡Gracias señooorrr!

Al fin la jornada laboral finalizó, ¡estoy muerta!

El doctorcito es demasiado sexi, pero, como jefe, es consumidor... está bien, pero ni siquiera un respiro para tomar agua. No soportaba un minuto más, la planta de los pies me está matando.

Sin esperar más, me retiro del consultorio para buscar mis cosas en el casillero, no esperaré a Brenda, ella seguro llegará tarde. Coloco mi dedo índice en el porta huella, el cual marca mi salida a las 7:00 pm, mientras voy caminando en dirección a la salida me llega un mensaje.

Brenda: ¡Espero no vayas a matarmeee!, hoy no iré a mi departamento. Después te cuento. Avísame cuando llegues al tuyo por favor.

Letty: Ok. Te aviso, Mañana te veo en el trabajo, cuídate mucho.

Empujo la puerta para salir de una vez de la clínica, para mi mala suerte está lloviendo, no tengo ningún medio de transporte más que tomar el bus y es una hora en él. ¡Qué pesar!

Para no estresarme, saco mi teléfono del bolsillo delantero de la chaqueta, busco en el Spotify las canciones a las que le he dado me gusta. Cuando le doy a reproducir, me coloco los auriculares para escuchar la canción. Mientras espero que cese un poco la lluvia, tarareo la canción de Air Supply que, aunque es vieja, me encantaaa.

Even the nights are better

Now that we're here together

Even the nights are better

Since I found you, oh

Even the days are brighter

When someone you love's beside ya

Even the nights are better

Since I found youuu.

Brenda dice que mi alma es vieja, no puedo hacer nada al respecto, me gusta la buena música y si es antigua mejor.

Al parecer no va a dejar de llover. No me queda de otra que colocar la capucha de la chaqueta en mi cabeza e ir a la parada del bus. Cuando corro en dirección a la casilla de vigilancia siento como me mojo. ¡Joder, pensé que no estaba cayendo tan fuerte las gotas de agua!

—¿Cómo esta señor Evans?—Saludo al vigilante.

—Bien gracias, no deberías mojarte, puedes enfermarte.

—Pues, ya está hecho, esta es la triste realidad del pobre—me rio—.Mojarse en la lluvia de vez en cuando no está tan mal.

Escucho una bocina y al voltearme noto que es un auto impresionante. No sé qué modelo será, pues, no sé nada de autos. Al acercarse miro como baja el vidrio de la ventana del copiloto lentamente y quedo de piedra al ver al Doctorcito en su interior.

—Buenas noches—saluda al sr. Evans—.Servicio de taxi a su entera disposición señorita ¿A dónde la llevo?

Parpadeo estupefacta. Y… como estúpida me quedo plantada, en lo que veo cómo abre la puerta del conductor, rodea el auto y abre la del copiloto para mí.

—Sube, es algo tarde y no va a dejar de llover.

Observo el panorama y es verdad. Me da vergüenza con él, todo el día trabajando, debe estar cansado y encima quiere llevarme a casa.

—Dr. Collins, gracias por su amabilidad, pero yo vivo lejos. Esperaré que baje un poco más la lluvia y tomaré el bus.

—Se te hará tarde, sube. Además, no puedes estar sola en la calle esperando quien sabe por cuánto tiempo—Su ronca voz, más la mirada matadora… me hizo mover rápidamente del sitio.

No quería estar en ese tira y encoje con él. Ha sido demasiado amable y atento conmigo. Ya en el interior del auto, quedé aún más alucinada, es puro lujo el que brota de él. ¡Qué pena!, estoy algo mojada y le humedeceré el asiento, aparte que ya debe tener la alfombra sucia.

Y como si pudiera leer mis pensamientos suelta:

—No te preocupes por la alfombra y el asiento, mañana quedará como nuevo.

Y antes de poner el auto en marcha su acción me toma por sorpresa. No me muevo, no respiro… me está colocando el cinturón de seguridad y tiene su rostro muy cerca del mío.

¡Me muerooo! ¡Me daaaa!

—Tranquila, Letty—lo oigo decir, pero no me ve directamente—.Yo no muerdo—me rio por lo que acaba de decir—.Puedes respirar.

Echa andar el auto, mientras saco mi teléfono del bolsillo de la chaqueta, para ver si tengo otro mensaje de Brenda pero nada, le quito los auriculares para guardarlos y suena la canción que antes escuchaba.

—¿Qué canción es?—Pregunta.

Con una sonrisa le respondo:

—Even The Nights Are Better de Air Supply.

—Se escucha antigua. La colocaré para oirla mejor, ¿estás de acuerdo?—Asiento con la cabeza.

Cuando la canción finaliza la repite y bajando el volúmen, sonríe, me mira y ve al frente nuevamente.

—Incluso los días son más brillantes, cuando alguien que amas está a tu lado...—lo oigo traducir la letra de la canción—. Incluso las noches son mejores, desde que te encontré.

¡Ahora sí, muertaaa de por vidaaa! ¿Me la estará dedicando?

—¿Eres una romántica empedernida?

—Me gusta este tipo de canciones—fue todo lo que pude decir.

—¿Crees en el amor a primera vista?

Bueno… bueno…buenooo...¿cómo va a preguntar eso?, ¡qué le puedo decir…!

—No lo sé y… ¿usted?

—Yo, sí lo creo—nuevamente esa sonrisa aparece en sus provocativos labios.

¡Necesito que me dé el aire en la cara! De otra manera le saltaré encima.

Cuando volteo a mirar por la ventana noto que seguimos cerca de la clínica, me doy cuenta que no me ha pedido y yo tampoco le he dado mi dirección.

—Vivo hacia el Sur—logro decir.

—Coloca tu dirección en el google maps de mi teléfono, por favor.

Hago lo que me pide. Una vez listo, cambia el rumbo y vamos directo a donde vivo, la lluvia ha bajado bastante. Con el aire acondicionado más lo húmeda que está mi ropa empiezo a temblar de frío, lo veo colocar la calefacción y entrar al autoservicio de una farmacia. Pide unos medicamentos y una botella de agua. Se estaciona y retira su cinturón.

—Es para ti—me extiende el medicamento y la botella de agua—.Si quieres estar bien debes tomarlo, trata de no pegar tus labios...—carraspea incómodo—, en la botella, ya sabes, los gérmenes.

¡Quee encantadooorrr!

—Gracias, ¿cuánto le debo?—Quise sacar dinero de mi billetera y me detuvo.

—Mi pago es…que te tomes el medicamento.

¡Muerooo!

Me lo tomo, pone nuevamente el auto en marcha y pasados treinta minutos, noto como entramos al conjunto residencial en el que vivo.

—Es aquí, vivo en este edificio.

Se estaciona y apaga el auto, se baja y lo rodea para abrirme la puerta.

¡Qué caballeroso es!

Me extiende su mano, la cual tomo sin dudarlo.

—Sana y salva en tu casa, me quedo más tranquilo ahora.

¿Se preocupa por mí? ¡Dios, qué maravilloso eres!

—Descansa.

Extiende su mano en mi dirección y la tomo, supongo que es la despedida por hoy, me hala y me besa en la mejilla.

¡Hoy no duermo! Es más ni siquiera me la lavaré.

—Te veo mañana. ¡Ah! Recuerda: Even The Nights Are Better (Incluso las noches son mejores).

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.