Librería
Español
Capítulos
Ajuste

2

LA PRESTIGIOSA CÁRCEL 

«Ven. Llévame del dolor, que está oscuro y no oigo tu voz, solo quiero respirar, que la noche me va a matar» 

       —¡Me niego rotundamente!

—¡Amara, vuelve aquí! —escucho el grito de mi padre detrás de mi. Me disponía a subir las escaleras para llegar a mi habitación y encerrarme allí el resto de la tarde. 

—¡No me hables, papá, lo que haces es muy injusto! 

—¡Solo son dos años! —siento que toma mi mano y me hace girarme hacia él— Amara, es necesario que vayas. No tenemos otra opción. Recuerda lo que te platiqué. Si no vas entonces ella... —cierra los ojos por un segundo—, quiero que estes siempre conmigo. 

—Es que no me quiero separar de ti —musité muy a lo bajo— ni me quiero ir de mi hogar. Nunca he ido a America. 

—Lo sé —me encamina de nuevo hacia la sala principal— piensa que esto es una oportunidad para probar tu valentía. 

—¿Mi valentía? —fruncí el ceño. 

—Así es. Viajar sola, ser independiente. En Ellite College vivirás con otras chicas así que no estarás del todo sola. Creo que si superas esto eres capaz de todo entonces. Piénsalo. 

—Pero las clases están por empezar. 

—Lo sé. Es por eso que te digo que lo pienses solo esta noche. El vuelo sale mañana por la tarde —me besa la sien— sé que tomarás la respuesta correcta. Eres una buena niña. 

Buena niña. 

Papá no me conocía tan bien que digamos.

—Pero, papá... 

—Nada de pero. Ahora me tengo que ir porque tengo una reunión muy importante. Espero tu respuesta en la noche —se despide de mi— je t'aime ma fille. 

—Je t'aime papa —le respondí. Papá me da una última sonrisa y sale de la casa. Dejo salir el aire que tenía contenido y me dejo caer en el sofá. Sé que papá hace todo esto para que yo esté bien, para protegerme y no quiero decepcionarlo, se ha encargado de mi desde que nací y siempre me he ocupado en no darle tantas preocupaciones. Más de las que tiene. Pero no me quiero ir. No quiero dejar a mis amigos y menos al chico que me gusta. 

Pensando en el chico que me gusta... 

Saqué mi celular en el momento en que empiezan a llegar notificaciones. Son muchas. 

Wow. 

Abro la aplicación de Facebook al notar que son notificaciones de esa App, supongo que una de mis amigas me habrá etiquetado en alguna foto. Reviso y noto que fue Jean Paul, el chico que me gusta. Me reincorporo en el sofá mientras abro la foto. 

Me quedo helada. Estática en el mismo lugar. Siento que en ese momento todo se detiene a mi alrededor. Escucho lejos los ruidos de cualquier lugar. Mi corazón empieza a latir a mil por hora mientras mis manos empiezan a temblar. No podía creer lo que veían mis ojos. 

No puede ser. 

No puede ser. 

No puede ser. 

—No —musité— por favor, no.... —me puse de pie y me llevé una mano al pecho. Habían tres fotos mías que Jean Paul había subido burlándose de mi. Eran fotos mías sin ropa, fotos mías que ayer le había confiado. Fotos mías que se supone que solo quedarían entre él y yo. Habían miles de comentarios y miles de reacciones, tenía más de 5 mil me gusta y más de 7 mil comentarios. 

Mis fotos. 

Mi cuerpo. 

Mi reputación. 

Me salí de Facebook y me metí al WhatsApp, busqué el contacto de Jean Paul y presioné en llamar. Repicaba y repicaba pero no contestaba. Me sentía furiosa, me sentía enojada, me sentía sucia. La persona en que confiaba me había traicionado de la peor manera y ahora todos mis compañeros de clases conocían mi cuerpo. Unas lágrimas empezaron a salir de mis ojos pero las limpié de inmediato. 

¿Cómo pude ser tan tonta?

—Comment tu vas mon amour? —contestó. 

—¡Mira, pedazo de imbecil! Vas a borrar esas fotos ahora mismo o si no... 

—¿O si no qué, Amara? —me cuestionó con ese tono francés que tenían todos aquí. 

—¡O si no los abogados de mi padre se encargarán de llevarte a juicio y juro que te vas a acordar de mi por el resto de tu miserable vida! —me sentía tan enojada y me sentía estupida por haber caído en la trampa. Sabía que si enviaba esas fotos podía pasar algo pero Jean Paul supo convencerme. Pero era la última vez que un hombre jugaba conmigo. 

—Querida, estuviste de acuerdo en enviarme esas fotos. Yo no te obligué. Puedo decir que hackearon mi celular y subieron las fotos sin mi consentimiento. Ya no hagas drama, mi amor, sales espectacular en las fotos. Lee los comentarios, todos quieren contigo ahora. 

—¡Eres un...! —jadeé. No leería los comentarios porque sabía que los hombres decían toda clase de vulgaridades y las mujeres me quemaban. 

—Nos vemos el lunes en clases, Amara, Adieu —y colgó. 

—¡Imbecil! —tiré el celular en el sofá mientras contenía las lágrimas. El celular sonaba y sonaba de tantas notificaciones que llegaban. No quería ni pensar qué pasaría si papá veía esas fotos. No quería ni salir de mi casa porque todos me señalarían y me juzgarían. Mi papá se decepcionaría mucho de mi. 

Me puse de rodillas y lloré. 

• 

Dios, cómo pudo hacer eso?

Es una zorra. No tiene vergüenza. 

Sus padres saben de esto?

Muero por verla en el colegio. 

Esta buena, la necesito en mi cama esta noche. 

Me encontraba en mi cuarto leyendo los comentarios de mis fotos. Jean Paul ni siquiera las borró. Estaba hecha un mar de lágrimas. La luz era tenua así que mis ojos hinchados y rojos no se notaban por si venía mi padre que no tardaba en llegar. Mi labio inferior no dejaba de temblar. Sentía rabia. Y tristeza. 

La puerta fue tocada dos veces así que supuse que era mi padre. 

—Pasa —me aclaré la voz y apagué el celular. 

¿Y si ya vio las fotos? 

Una punzada de miedo invadió mi pecho. 

Papá entra a mi habitación y se sienta en mi cama. 

—¿Pensaste lo de hoy? —me pregunta. Parece tranquilo, un poco cansado pero nada fuera de lo normal. 

Eso me tranquilizó un poco. 

—Sí. Lo pensé. 

—¿Y?

—Iré a ese colegio. Será bueno alejarme un buen tiempo de aquí. 

—Querida, eso me consuela. Al menos estaré tranquilo. Prometo que te visitaré en las vacaciones o bien puedes venir aquí. Pero saldremos de esto juntos —se acerca a mi y me da un pequeño abrazo— ¿estás bien? 

—Sí, —mentí— solo estoy un poco nerviosa por mañana. 

—Tranquila. Eres muy valiente y sabrás defenderte sola. Deberías empacar tus cosas y dejar todo arreglado aquí. Y descansa. Mañana te espera un día agotado. 

—Gracias, papá. No te decepcionaré. 

—Yo sé que no —me guiña un ojo y sale de mi habitación. 

Sí lo decepcioné. Y de la peor manera. 

• 

A la mañana siguiente tenía todo listo, me despedí de las muchachas del aseo, me despedí de algunos amigos de papá que vinieron a verme antes de irme y me despedí de mi amiga Corinne, fue la única que me habló para decirme lo patan y estupido que había sido Jean Paul. También me dijo que no quería que me fuera y que me prometía que ella se encargaría de vengarme. 

Pero no podía resistir estar más aquí. Y menos llegar este año al colegio y dejar que todos me señalen y se burlen de mi. Necesitaba huir. Y eso era lo que estaba haciendo. Papá me llevó al aeropuerto. Será difícil estar sin él, estábamos muy acostumbrados a estar juntos y apoyarnos mutuamente. 

—Bon voyage —me dijo mientras me abrazaba. 

Me separé de él. 

—Je te parle quand j'arrive —le dije. 

—J'attendrai ton appel —me respondió. 

Dios, lo extrañaría tanto. 

—Adieu —me giré y me encaminé lejos de él. Me esperaban muchas horas de vuelo. Horas en las que intentaré tranquilizarme. Aunque al colegio que voy es un internado, servirá para no salir un buen rato de allí. Del aula de clases a mi habitación. No tenía ganas de interactuar con nadie. Solo esperaba que este año sea tranquilo y me venga algo de paz. Estaré muy lejos de Francia y muy lejos de las fotos que causaron polémica. 

O eso era lo que esperaba. 

• 

Cuando el avión aterriza en tierra americana, salgo y voy por mis maletas. Hago todos los trámites para salir de allí súper rápido y poder llegar a la cárcel llamada escuela. Afuera hay un auto esperándome como me había dicho mi padre. El chofer era un hombre joven, bastante atractivo la verdad, tenía un papel en su mano en el que decía Amarantha Chevallier. 

—Soy Amarantha —le dije. 

—Mucho gusto, soy Francisco y la llevaré al colegio. Permítame sus maletas —el chico tomó las maletas y las metió en la cajuela del coche. Yo me monté en los asientos traseros a esperarlo. 

Cuando había metido todo, Francisco se monta al asiento principal y arranca. 

—¿Está muy lejos el colegio? —quise saber. 

—A dos horas nada más. 

—¿Dos horas? —no podía ser. Era Sábado ya, estaba cansada y me moría de sueño. 

—Sí, puede dormir mientras tanto. Se ve cansada. 

—Si, gracias. Creo que eso haré. Me avisas cuando lleguemos. 

Me acomodo en los asientos dispuesta a dormir un rato aunque sea. 

—Señorita, señorita, despierte —escuchaba una voz a lo lejos. Me removí en mi lugar, gruñendo— señorita, llegamos —alguien me movía. Abrí los ojos lentamente, lo primero que vi fue la cara de Francisco muy cerca. 

Me exalté. 

—¿Qué haces?

—Lo siento. Pero llegamos. 

Me tranquilicé un poco y bostecé. Estaba cansadísima. Tenía sueño y todavía tenía que pasar por la dirección de este lugar. Me bajé del coche dispuesta a conocer el lugar. El sol me golpeó la vista. Pero me quedé algo asombrada por todo lo que tenía frente a mi. Era un lugar enorme, de tres pisos creo. Era todo de lujo. Habían algunos chicos saliendo y entrando de este colegio. Usaban ropa normal, papá me había dicho que tendría que usar informe. Supongo que hasta el lunes que empiecen las clases. 

Lo que me sorprendió es que estábamos rodeados de bosque. Al parecer era un lugar un poco alejado de la ciudad y eso me pareció un poco extraño. 

—Señorita Chevalier, la estábamos esperando —un señor mayor se acerca a mi. Usa traje y lentes. 

—¿Y usted es...? —quise saber. 

—Soy el director de esta prestigiosa institución. Su padre personalmente me pidió que la recibiera y la llevara a su habitación para que se instale. —explicó— lleven las maletas de la señorita —les dice a dos señores de seguridad— sígame, por favor. 

Empezamos a caminar dentro de la institución. 

—Como verá, esta es una de las más prestigiosas instituciones del país por lo tanto hay ciertas reglas que tenemos que cumplir —me va diciendo. Habían algunos chicos a nuestros alrededores, platicando— está prohibido salir en días de semana sin permiso y solo se le dará permiso si es una emergencia —subimos unas escaleras— los fines de semana los tienen libre. Es obligatorio el uniforme. Por cierto, he dejado sus uniformes en el cuarto. Compartirá habitación con otras tres chicas. El cuarto es bastante grande así que no tendrán problema. También he dejado su horario de clases en su cama. Tendrá su propio locker el cual ya tiene su nombre y en donde me encargué personalmente de dejar sus libros. 

—Pues gracias, qué amable —dije con sorna. Este director me parecía muy raro, es decir, sé que me daba este trato por ser hija de mi padre pues. A veces eso me resultaba tan incomodo. 

—De nada. Es algo que hago por todos mis alumnos —sonríe algo fingido. 

Dos chicos pasaron frente a nosostros discutiendo. 

—¡Clayton, Tanner, dejen de pelear como niños chiquitos y póngase a limpiar los baños! —les grita con otro tono más grotesco. 

Los chicos fingieron que no peleaban y se alejaron de nosotros. 

—Como le decía, este colegio se destaca por comprender a los alumnos y por ayudarlos con mucha paciencia a que dejen de ser rebeldes y que puedan ser personas de bien. Aunque creo que con usted no tendré problema —me dice. 

Por ahora. 

Nos detenemos frente a una puerta. 

—Bueno, aquí está su habitación. La dejaré que se instale y después le enviaré a una alumna para que le de un recorrido por el colegio. ¿Tiene alguna duda?

—No. Estoy bien. Gracias, señor director. 

Los dos hombres terminaron de meter mis maletas al cuarto y se fueron. 

—Pase buenas tardes —me da una última sonrisa y se va. 

Rodé los ojos y me adentré al cuarto. Al fin se había ido. Qué insoportable. Me pareció un poco hipócrita más bien. El cuarto era grande como había dicho y habían cuatro camas. No estaba tan mal. El final de la habitación había una ventana enorme. Una ventana que daba al bosque. Me acerqué a ella y me deleité con el. Se miraba lindo. Desearía salir y dar un paseo por allí. 

En el momento en que me iba a girar para desempacar, noté una figura moverse entre los arbustos. Agudicé mi vista para intentar descifrar qué era, pero lo único que pude notar fue algo fugaz. Era un animal obviamente. 

¿Hay animales salvajes aquí?

Y están cerca de las instalaciones del colegio. 

Por Dios, han de ser lobos salvajes o osos enormes. 

¿Qué clase de seguridad hay aquí? 

No puede ser. 

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.