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Capítulo 11 - Él me brinda confianza

Salomé

Por el amor del redentor. ¡Ni que estuviera esperando la llamada de un novio! No dejaba de mirar el celular y las dos llamadas de los abogados, las corté de una, para no ocupar el teléfono. Ni en mis catorce años, cuando tuve al primer novio a escondidas, tuve tantas ansias.

Era cierto, me nacía cuidarla, quería mucho a Onely. Pero en el fondo… ¡Salomé! Todo era para saber si él podría cuidarla, debemos evitarle un susto. «También para tener su número». —Cállate conciencia.

No lo negaré, ese hombre generaba algo distinto en mí, eso era extraño. Desde la muerte de mis familiares creé una patología de rechazo a la gente. Por eso mi padre se alegró, cuando pude hacer amigas, las de la universidad las alejé por completo.

Lo que desconocía mi padre era la razón por la cual me había acercado a Orlando, tuvimos muchas noches con relaciones, hubo mucha atracción, no obstante, fue con un fin determinado, lo enamoré o eso consideré. En cambio, con el señor Lozano… era muy interesante. Eso sin mencionar que seguía con la sensación de conocerlo, y esa conexión extraña, como solía decir mi madre, y en vez de alejarlo, lo atraigo, él me agradaba.

Tabata le daba el desayuno a mi padre, mientras yo no dejaba de caminar de un lado al otro por la habitación. Lo de Lía Luz nos dejó con los nervios de puntas, y menos mal Onely no tenía idea de lo que pasaba. Se fue desde ayer en la tarde, nada más con un leve comentario por encima de lo ocurrido conmigo. —Sonó el celular, era de un número desconocido. Debía ser él.

—Buenos días.

—¿Señora Carvajal?

¡Cristo crucificado! Hasta voz de locutor tenía. Salomé, ¿Qué te pasa con ese hombre?

» ¡Aló! ¿Señora Salomé?

—Aquí estoy, lo siento… Me dijo que si llamaba era porque aceptaba la oferta.

—En efecto.

—¿Tiene personal?

—De nuevo acertó. —Me dio tanta alegría.

—Gracias, por favor, cuiden a mi amiga.

—De ahora en adelante es mi trabajo y el de mi equipo. A su correo, mi secretaria le pasará la tarifa, léala, firme, una vez cerremos el contrato, puede pasarme la ubicación de mi nuevo cliente. —Daba la impresión de ser un hombre serio, comprometido con su trabajo. Interesante.

—Lo miraré, por favor incluyan todo su servicio.

—Me informan que ya lo debe tener en su correo. Espero de su parte la confirmación para el siguiente paso.

—Todo contrato de mi parte es estrictamente confidencial. Si hace un buen trabajo, tal vez lo necesite de nuevo. Una pregunta más.

—Dígame.

—¿Tiene cobertura para cuantas personas? —Se quedó callado—. Me refiero a si tiene suficiente personal, por si llegamos a necesitar la protección para varias personas.

—Creí que me había investigado. Mi empresa es sólida, competitiva y cuando investigue, sabrá el prestigio con el que contamos.

—Le estaré dando respuesta. —terminamos la llamada—. Regreso en un momento papá.

—Salomé, no salgas sola de la clínica.

—Papito, estaré bien, no saldré del edificio. Tabata cuídamelo.

—Lo haré, señora Salomé.

Tomé el bolso, anoche le pedí al ama de llaves que me trajera algunas pertenencias, entre esas mi portátil. Me fui a la cafetería para leer con tranquilidad lo enviado por ese señor de concreto. —anoche cuando choqué con él parecía de piedra—. Miré hacia el área de alimentos, y se me antojó un capuchino.

Una vez acomodada abrir el correo, en efecto estaba el portafolio. Desplegué la información… ¡Vaya! Todos lo contratarían con tremendo perfil. Era un militar retirado y su empresa era con otros tres socios. Las cartas de recomendación de diferentes celebridades, empresarios y para sorpresa políticos, le acreditaban su responsabilidad. Le pasé la información a mi abogado, recibí su llamada al instante.

—Salomé, le prestaste atención a tu padre.

—Hola, Rigo. —Le tenía confianza, era amigo de mi madre, abogado.

—En eso estoy de acuerdo con tu padre. Debes estar protegida, ya me había puesto a buscar agencias y Yaro Segurity es la mejor del mercado. Me puse en la tarea de investigarlo, nada de lo que se encuentra en el internet es mentira. Tiene excelentes recomendaciones.

» Cuentan con un servicio personalizado por ellos mismo, ese selecto grupo reúne a los mejores militares retirados, son los dueños y ellos cuatros alcanzaron el rango de capitanes en sus diferentes servicios, contrátalos directos, el que ellos las cuiden de manera directa les garantiza éxito, esa es la fama que tienen. Te enviaron la tarifa más costosa. Es la de ellos… La de los principales socios. Del resto tiene gente muy capacitada para proteger. Tiene cero bajas a su cargo. Es legalmente constituida desde hace siete años.

—¿Te acabo de mandar la información, como lo sabes todo?

—Acabo de decírtelo, desde ayer estoy investigando las mejores agencias de seguridad de Colombia para pasarle la información a tu padre. Y como me mandaste la misma, te digo que los contrates.

—Entonces voy a leer sus reglas, cualquier duda te llamo.

Tomé el celular para llamarlo. Una cosa era la premura para proteger a Onely y la otra muy distinta contratarlo para ser mi guardaespaldas. —La cabeza voló, tener a ese hombre todo el tiempo conmigo… Salomé…

—Señora Carvajal.

—Señor Lozano, lo contrato para la protección de Onely. Una vez terminemos de hablar le doy la ubicación y le transfiero la mitad de su tarifa. ¿Su escolta puede traerla luego de que termine el retiro en el que se encuentra?

—Sabe la tarifa por día.

—Sí, no se hable más, un gusto cerrar un acuerdo con usted.

Una vez terminamos de hablar le pasé la ubicación de Onely. Realicé la transferencia, puse mi firma virtual en el contrato por este servicio, luego se lo envié a la secretaria de ese Monumento de concreto. Continué mirando su portafolio. Entre los documentos enviados había uno marcado como; reglas entre las partes. —tomé un sorbo más del capuchino. Me puse a leer dichas reglas:

*La relación entre el protector y el protegido será únicamente laboral. De pasar ese límite el protector será relevado de su cargo.

*Se debe tener toda la información referente a la amenaza del protegido para que el protector pueda ejecutar su trabajo. Se firman acuerdos de confidencialidad para tales fines. Al protector solo le interesa mantener con vida a su cliente.

*El protegido deberá acatar las sugerencias del protector para el bien de su seguridad.

Busqué la tarifa que cobra él para proteger. Según lo dicho por Rigoberto, él ofrecía ser el protector. Alcé mi ceja… ¡Cristo crucificado! De algo debía de servir los millones del desgraciado de Orlando. —La piel se me erizó, por el asco al recordar ese día de nuevo—. Debía superarlo, aunque la violación era tan reciente… La sensación de asco, su burla, la manera de…

—¡Señora Salomé! —Al mirar, él estaba con un domicilio en su mano—. ¿Se encuentra bien?

…***…

Yaro

Desde lejos la vigilaba, para mantenerme en movimiento compré algo para comer, en el momento en que iba a sentarme ella comenzó a temblar, parecía tener un ataque de pánico y por eso me acerqué.

—Yo…

Había terror en su mirada, cerró los ojos, respiró. Volvió a tomar control de sus actos.

» Estoy bien. Señor Lozano, ¿usted y su selecto grupo estaría disponible para un trabajo personalizado?

—Estoy en uno.

—Le pago el doble de su tarifa. —alcé mi ceja—. No quiero ofenderlo, usted es uno de los mejores del mercado, como sabrá, necesito la mejor protección.

No fue lo dicho, fue la manera de mirarme, el miedo en sus ojos cafés, la vulnerabilidad en ella, la soledad que la envolvía. Era la Salomé de ayer, me atrevía a asegurar que era la verdadera, quien temía a perder a un ser amado, y por eso razón lograba doblegarme, ¿cómo lo lograba a mí, hacerlo con solo mirarme?

—¿Leyó las reglas? —afirmó—. Pido sinceridad. No soy Dios para juzgar, solo necesito la verdad para poderla proteger.

—Ese es el problema, señor Lozano. No tengo idea de lo que desean, buscan o necesitan. Me están amenazando por algo inexistente o desconocido de mi parte. De manera consciente no se me ha entregado nada. Yo no creo en las casualidades, señor. Pero mi madre solía creer mucho en ellas. Decía que, sí existían unas especiales, aquellas que parecían milagrosas. Esas que juegan en el intervalo de la realidad y la fantasía.

No me miró cuando habló referente a no tener nada. Luego lo otro, no lo entendí. ¿Qué tiene que ver los milagros?

—Tengo un compromiso.

—¿Y su equipo?

—Ellos están desocupados.

—Dígale a su secretaria que envíen tres contratos para mis amigas.

—¿Tres? ¿Y usted?

Guardó su portátil dentro de su bolso, se levantó con su evidente elegancia.

—Quedaré tranquila al saber que mis tres mejores amigas se encuentran protegidas por los mejores. —Se encogió de hombros, para luego retirarse. ¿Y ella?

—¡Señora Carvajal! —Se detuvo—. Sí quedo libre de trabajo… —Me miró a los ojos.

—De ser así, envié su contrato. —Iba a hablar—. Señor Lozano, no confío en muchas personas, pocas veces logro empatizar con alguien. Esa es la verdadera razón por la cual podría contratarlo.

¿Cómo podía confiar en mí, si no me conocía? Dicen que las mujeres eran complicadas, mi mujer lo era, pero Salomé Carvajal era indescifrable, parecía sincera, sin embargo, también tenía esa sensación de que ocultaba algo. Lo único bueno, era que ya estábamos a nada de ser contratados y no habíamos necesitado la intervención de la agencia o del mayor.

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