Capítulo 2
- Está bien Gina, sólo tráeme esa aspirina. -
Mientras la espero, veo a Trish caminando por el pasillo, meneando las caderas en cuanto me ve. —Buenos días, Pablo —susurra casi al pasar junto a mí. Sé que se supone que debe sonar seductor, pues lo lleva intentando desde que empecé. Como respuesta sencilla, asiento y añado un —Trish— . Si le dijera algo más, sería imposible quitármela de encima, y eso es lo último que necesito antes de la reunión.
Gina finalmente me da dos aspirinas y un vaso de agua. Recogiendo mis cosas, cruzo el edificio hacia nuestra sala de reuniones. Incluso con quince minutos de antelación, la sala ya está llena.
Lo que me llama la atención es la persona sentada junto a mi papá, de espaldas a mí, con el pelo largo y rojizo recogido en una coleta. ¿Qué demonios hace aquí?
Tan pronto como mi papá me ve, me hace señas para que me acerque. - Hola Pablo, ven aquí, me gustaría presentarte a nuestro nuevo director creativo - su voz suena emocionada.
Se levanta de inmediato y se gira hacia mí. Por un instante, su rostro se ensombrece, pero se recupera enseguida y habla con una leve sonrisa. —Hola de nuevo .
- ¿ Ya se conocieron? -pregunta mi papá.
- Más o menos. - Digo entre dientes y añado murmurando. - Debes estar bromeando. - Dejándolo reposar un momento, me vuelvo hacia mi padre. - Pensé que el nuevo director creativo iba a ser un hombre. - Eso es lo último que me dijo de todos modos y estaba más que feliz de tener que trabajar con un hombre en lugar de todas esas mujeres hormonales que olvidan constantemente lo que se supone que deben hacer tan pronto como entro en la habitación.
No debería haberle dejado elegir mientras estaba de viaje de negocios en Dubái. ¡Joder! Ahora estoy atrapada con esta zorra. Al menos supongo que podrá mantener la compostura, ya que no parece inmutarla en absoluto. Aunque parece demasiado joven para ser directora creativa.
- ¿ Papá rico o te acostaste con alguien? - Me dirijo a ella tan pronto como mi papá está ocupado.
- Disculpa, ¿qué dijo tu idiota? - ¿Se atrevió a llamarme idiota?
- Escúchame perra, no me importa cómo carajos conseguiste el trabajo, si te acostaste con mi padre - , asqueroso, espero que no, - alguien más de la cabecera o tu súper papá pagó un gran fondo para meterte en este negocio, si no haces tu trabajo decentemente te despediré personalmente. -
Veo que está a punto de contraatacar y, por alguna extraña razón, incluso me gustaría saber qué respondería, pues sus ojos, ante mi fascinación, no parecen asustados, sino como si estuvieran ardiendo. Pero mi padre se gira hacia nosotros antes de que pueda hablar.
- Perdón, en realidad me olvidé de presentarte decentemente, ¿o ya lo hiciste mientras tanto? -
Su rostro adquiere una expresión dulce e inocente mientras me tiende la mano.
Hola , soy Diana Castilllos y, como ya te has enterado de tu nueva directora creativa, es un placer conocerte. —Ah , le gusta jugar, quédate con eso.
- Hola, mi nombre es Pablo Riveras y soy tu jefe, como ya te habrás dado cuenta. - Puse mi sonrisa más falsa y le estreché la mano.
Algo que he aprendido como socio de negocios exigente es cómo usar mi aura de autoridad natural, que intimida a la gente a saltar cuando espero que lo hagan, excepto a esta mujer. Y cómo fingir sonrisas cuando es necesario. Ambas cosas me garantizan el éxito.
La reunión es, en su mayoría, la típica y aburrida rutina. Cuando llega mi turno, explico cómo pienso invertir en una nueva tecnología. Dado que la ecología y la sostenibilidad se han convertido en temas cada vez más importantes para muchas personas en todo el mundo, y la concienciación sobre su importancia aumenta, la gente está dispuesta a invertir más dinero en estos productos.
He encontrado una pequeña empresa aquí en Inglaterra que está desarrollando un nuevo tipo de batería que dura aproximadamente cinco veces más que todas las baterías disponibles actualmente en el mercado y no necesita litio. Además, es totalmente reciclable y no necesita materiales raros que destruyan aún más nuestro planeta. Así que está salvando nuestro planeta de dos maneras.
—Así que sí te importan algunas cosas —dice Diana riendo una vez terminada la reunión.
—Que me importes un bledo no significa que no me importe nuestro planeta. Además, es un buen negocio y siempre busco un buen trato; así es como gano dinero. —Lo cual es solo una mentira a medias: el dinero me importa un bledo; tengo más que suficiente para las próximas diez generaciones, si es que quería una nueva.
—Me sorprende que una niña malcriada como tú siquiera trabaje —espeta casi.
Sí, quizá intentaba parecer educada con su primera frase y podría haber sido un poco menos duro, pero tengo fama de ser duro y esta mujer necesita que la pongan en su lugar. De nuevo siento ganas de enfurecerme al ver que no parece ceder ni un ápice. Cuando mi padre le pide que se quede para hablar a solas, aprovecho la oportunidad para escapar.
Necesito alejarme de esta mujer que está a punto de desatar toda mi ira. Corriendo por el edificio, me pregunto cómo calmarme. Están renovando el maldito gimnasio que tenemos aquí, pero necesito desahogarme ya.
Trish se acerca a mí, contoneándose de nuevo. Lo único realmente atractivo de ella: caderas decentes y un trasero aceptable. Que le den a mi padre y a mí las reglas sobre volver a tener sexo con alguien en el trabajo. Sé que la última vez terminó mal, pero aquello fue diferente.
—Trish , ahora en mi oficina —exijo antes de poder pensarlo dos veces. Lleva tanto tiempo pidiéndolo, y lo que pasó también fue culpa suya, así que chúpate.
En cuanto entramos en la oficina, le cierro la venda. Los ojos de Trish se iluminan de sorpresa y emoción. Mis manos se posan en sus caderas y la guío hasta mi escritorio.
—Llevo mucho tiempo esperando esto —susurra mientras busca mi cinturón—. Bueno, no, pero tu trasero necesitado tendrá que conformarse por ahora; menos mal que no puede oír mis pensamientos.
Le subo la falda, no me sorprende que no lleve ropa interior; es una zorrita necesitada. De hecho, conozco al menos a ocho tipos que trabajan solo para mí y se lo ha pasado en horas de trabajo. Parece que le pago más por ser una puta que por el trabajo que debería estar haciendo, pero rara vez lo hace. Por un momento quise follármela, pero ahora mismo me da un poco de pereza. Quién sabe con quién más se la follará hoy.
Antes de que pueda empezar a besarme, hablo: - No tengo condones aquí, ¿alguna sugerencia? -
Desde luego que no me la voy a coger sin condón, use anticonceptivos o no, porque no pienso contagiarme ninguna ETS. Pero por los demás sé lo que hace con gusto.
- Te la chuparé, Pablo, será un placer - , claro que sí. - La próxima vez puedes traer condones - , sugiere.
- Esto es algo puntual, Trish. Pero puedo hacer que te corras sin follarte, si quieres ... Por favor, di que no, por favor, di que no.
—Está bien, Pablo, te la chuparé tan bien que querrás tener el paquete completo la próxima vez —dice ella, cayendo de rodillas mientras me apoyo en mi escritorio—. Claro, Trish, cree lo que quieras, siempre y cuando empieces.
Debo admitir que sabe lo que hace; no tarda mucho en excitarme, y como no es mi tipo, supongo que no está tan mal. Cierro los ojos intentando imaginar a alguien de mi pasado haciendo esto. Justo cuando me toma en la boca, llaman suavemente a la puerta.
