CAPÍTULO 5
Había pasado horas desde que la señora de servicio cerró la llave de agua. Sibel estaba sentada con las manos atadas, colgando aún en la pared, mientras su cuerpo, frío y tembloroso, se adaptaba a la situación.
Este castigo no la doblegaba nada, ahora solo tenía ganas de ser más fuerte, incluso solo esperaba a ese hombre para mirarlo. Necesitaba hacerlo para que se diera cuenta de que con ella nunca iba a poder, y que de seguro debería pensar en matarla antes, en convertirla en nada en sus manos.
Sibel se preguntó cómo estaría su familia, si estaban buscándola como unos desesperados, así como ella sufría por ellos. Pensó en su padre, y tomó el aliento.
¿Qué podía deberle? ¿En qué lío oscuro estaba metida su familia para que una persona, como la abuela de Iván, los odiara tanto?
Ella intentó acomodarse al otro lado. Sus muñecas estaban dormidas, todo su cuerpo estaba adolorido, cuando escuchó la puerta, y se puso alerta.
Se levantó con dificultad, y con las mismas muñecas amarradas, se quitó el cabello de su rostro.
Ella pudo escuchar los murmullos, como si hablaran bajo, y luego, la puerta del baño se abrió.
Iván estaba algo despeinado, en sus ojos se notaba algo agrio y luego ella notó como él la recorrió de pies a cabeza.
En silencio, vino a tomarle las muñecas para comenzar a desatarlas, y luego la miró.
—Ve a dormir… mañana vamos a salir… —Sibel abrió los ojos.
Estaba enojada porque ella necesitaba que le preguntara si ahora sí iba a obedecerle.
—¿A dónde se supone qué iremos?
—No es tu asunto… no preguntes.
Cuando sus manos quedaron libres, ella soltó el aire ante el alivio, y se las frotó.
Iván pudo ver la rojez en sus manos, pero ahora sus ojos se iban solos a su vestido de servicio, que se pegaba a su piel mojada.
Tomándola de la muñeca, comenzó a caminar con ella, pero Sibel se quitó de su agarre y se frenó para encararlo.
—¿No va a preguntarme? —Iván se veía algo cansado, así que tomó el aliento y restregó sus ojos.
—No se me apetece nada ahora…
Sibel apretó su mandíbula.
—Pues lo diré… ¿Cree que logrará doblegarme con estos castigos? ¡Usted no está ni cerca!
Inmediatamente, Iván la miró, y su sonrisa se ladeó significativamente. Esto dejó a Sibel muy confundida.
—¿Eso crees? Mírate, ya me hablas de señor… de nuevo… —Iván dio un paso hacia delante, y Sibel retrocedió otro—. Tú no tienes idea, Sibel…
Ella negó.
—Tengo una… a pesar de que desconozco lo que hace, tengo una muy clara, y esa es que usted es un ser manipulable… eso si es debilidad…
El rostro de Iván se transformó.
—¿Qué has dicho? —Sus pasos la arrinconaron a la pared, hasta que Sibel ya no pudo retroceder más.
Ambos se quedaron demasiado cerca cuando Sibel lo dijo:
—Esta… esta supuesta venganza… imagino que la hace por su abuela, porque no hay forma de que usted o yo podamos estar involucrados… así que solo camina por las baterías de su abuela, e intenta cumplir sus órdenes también… usted siquiera…
Iván la tomó de la mandíbula interrumpiendo su discurso y la apretó. Acercó su boca al oído y masculló muy lento.
—Ndrangheta… —lo dijo extremadamente lento, y Sibel solo recordó el nombre, porque los organismos competentes de la ley, incluso temían al sistema de mafia, más grande del mundo—. Yo soy el put* dueño, *malyshka (niña)… así que sí, tomé la venganza de mi abuela por mi propia mano… pero no… no es por medio de la manipulación, corderita… es porque acabar con tu familia, me creará una satisfacción enorme en la sangre… y dos… porque se me da la perr@ gana…
El golpe justo al lado de su rostro, hizo que Sibel saltara un poco y cerrara los ojos.
—No… —él masculló tomando su mandíbula y zarandeándola un poco—. ¿No eres muy valiente? ¡Mírame!
Sibel no pudo contener sus labios. Estos comenzaron a temblar significativamente.
—Tu familia no va a morir… tu familia, más el perro misero de Armand, junto con tu adorado abuelo… gemirán de dolor, hasta que no haya vida en ellos… y créeme… los dejaré vivir, pero con un aguijón tan doloroso, en que me suplicarán que los mate…
Sibel no lo soportó más. Su mirada clavada en esos ojos oscuros, solo le hicieron derramar sus lágrimas, pero Iván las rastrilló con su dedo grueso y chistó negando.
—No llores… —sonrió—. No seas tan débil… ve a tú a cuarto, y descansa, porque mañana será un largo día…
Por un momento Iván se la quedó mirando, y luego se atrevió a darle un beso corto en la boca, que estremeció a Sibel.
—Desaparece…
Sibel tuvo que agacharse para salir de él, porque Iván no se movió ni un centímetro.
Ella caminó todo el tiempo mecánicamente, mientras las lágrimas mojaban sus mejillas. Y en cuanto llegó a su cuarto pequeño, se dejó escurrir por la puerta, y abrazó su cuerpo.
—Papá… ¿Qué fue lo que hiciste? Qué… —Sollozó por un tiempo, y después de un momento, se levantó para quitarse la ropa.
Ella pidió a alguna persona de la casa, un baño para asearse, mientras caminó por la casa, notando que había cámaras en todos los rincones, entonces cuando llegó a su habitación con algo de ropa prestada, ella estaba dispuesta a tirarse a la cama, y cerrar los ojos de forma rápida.
Pero no, algo, un sonido, hizo que se sentara en la cama, y de lejos, vio cómo su teléfono de alguna forma estaba titilando.
—No puedo creerlo… —se levantó de inmediato, pero se frenó.
No podía verlo, aunque no veía ninguna cámara, estaba segura de que era vigilada.
De forma sigilosa, tomó su teléfono, y salió de la habitación.
—Disculpe… —había un guardia cerca—. Necesito ir al baño de nuevo…
El hombre asintió mostrándole uno frente a ella, y Sibel se metió controlando sus pasos y su ansiedad.
Sus dedos temblaron sacando el móvil, y aun con la pantalla rota y cosas caídas, vio las llamadas de Aston y muchos mensajes que apenas podía leer:
“¿Dónde estás Sibel? Estoy preocupado por ti…”
“Iré a tu casa, no lo aguanto más… ¿Qué te dijeron?”
“Estoy frente a tu casa…”
“Sibel… dicen en tu casa que todos se han ido… ¿A dónde te han llevado?”
*’Ndrangheta: Organización de Mafia, más poderosa del mundo. Su nacimiento proviene de Italia.
