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Mi dulce corazón

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Rosa amarilla
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Sinopsis

Su novio y su hermana la traicionaron, y Cordelia Vega se casó inmediatamente con el aterrador emperador de los negocios Aurelio Clemente. No solo eso, se escuchó que ella apoyó a estrellas, hizo un trabajo de relaciones públicas y comenzó una empresa. ¿Es una súper piloto? ¿O una diseñadora de fama mundial? ¡Qué chica excelente es esta! ! ! De un pobre fantasma que fue rechazado por otros, se convirtió en una diosa a la que miles de personas admiraban, y las personas que la perseguían fueron de Ciudad J a Ciudad Principal. Al ver su popularidad, el señor Aurelio tomó a la gente en sus brazos y dijo, -¡Dejad tus ilusiones, esta es mi mujer!- Antes de que todos reaccionaran, un bebé salió corriendo y abrazó el muslo de Cordelia. -Papá es muy mal. ! Esta es obviamente mi mujer -

DulceMatimonio por ContratoRománticoCEO

Capítulo 1: Pillado en la cama con otra mujer

—Hola, ¿tienes Durex con estrías?

—Claro.

—Pues dame también un consolador y un conjunto negro de gata sexy.

—No hay problema, ¿me dice su dirección?

—Tráemelo a la habitación 2202 del Hotel Hermoso.

—De acuerdo.

***

Cuando Cordelia Vega llegó al Hotel Hermoso ya eran las 11 de la noche.

No era una hora muy segura para que las personas que hacían negocios de juguetes sexuales hicieran entregas de productos en persona, especialmente siendo una chica joven y hermosa.

Pero no tenía más remedio, la vida no era fácil, necesitaba dinero para comida, ropa, albergue y transporte, más cuando Bosco Alfaro estaba de regreso en unos días.

Ya llevaban saliendo seis años, y la mayoría del tiempo estaban separados en diferentes lugares. Él necesitaba ocuparse de sus negocios nacionales e internacionales, y ella, naturalmente, no podía ser una carga para él.

Afortunadamente, los dos habían tenido una buena relación durante los últimos años. Y además de su trabajo diario, también tenía un pequeño negocio, así que en unos días seguramente le podría hacer una sorpresa para su cumpleaños.

Pensando en eso, Cordelia levantó las comisuras labiales en silencio y sonrió.

Bajó un poco la visera negra de su gorra para entrar con el paquete en brazos.

El Hotel Hermoso era un lugar famoso en la Ciudad J porque la gente se gastaba mucho dinero allí.

La mayoría de las personas que iban allí a consumir eran ricas o poderosas.

No hacía falta mencionar la magnificencia del vestíbulo, porque hasta el ascensor tenía incrustaciones de oro y plata. Estando en el interior e iluminado por la luz, solo se sentía radiante y a la vez humillante por el contraste que dejaba.

Cordelia se limitó a sujetar la caja sin mover los ojos.

Una cara fina y hermosa estaba tapada en su mayoría por una mascarilla, y solo esos ojos tranquilos se revelaron, exponiendo débilmente una sensación de frialdad y arrogancia.

El ascensor se detuvo en el piso 22. Ella salió y rápidamente encontró la habitación 2202 para tocar el timbre.

Antes de que se abriera la puerta, se escuchó una voz impaciente de un hombre y una mujer.

—Bosco, ay… para, parece que ha llegado el paquete.

—Espera, voy a por él.

Cordelia estaba en la puerta y no pudo evitar torcer la boca.

Sus mercancías aún no habían llegado, ¿y ya se estaban divirtiéndose?

¡Qué impacientes eran!

La puerta se abrió rápidamente y un hombre en bata con humedad en su cuerpo apareció en la puerta.

Cordelia no le miró y le entregó la caja.

—¡Son cien euros! ¿Quiere pagarlo en efectivo o PayPal?

La persona de enfrente no se movió.

Unos segundos después, una voz tentativa sonó:

—¿Cordelia?

Cordelia se asustó un poco y levantó la cabeza.

El hombre de pie en la puerta era alto, su pelo corto estaba mojado y solo vestía una bata blanca. Bajo la cálida luz amarilla, su hermoso rostro blanco se llenó de sorpresa, asombro y… un rastro de pánico.

El rostro de Cordelia se enfrió instantáneamente.

—Bosco, ¿quién es?

—Nadie, solo es el recadero.

Bosco se apresuró a responder antes de que Cordelia dijera algo, luego rápidamente sacó un fajo de billetes de la billetera, se los metió en la mano y cogió la caja de paso.

La puerta se cerró de golpe.

Cordelia estaba allí con los dedos temblando levemente y el rostro pálido.

Un momento después, de repente se burló.

Al mirar el montón de billetes en su mano, pareció ver una broma de su vida, burlándose de ella por su ignorancia y estupidez.

Se escuchó voces de un hombre y una mujer que venían de dentro, entonces respiró hondo para reprimir la amargura de sus ojos.

Luego se dio la vuelta y sacó su teléfono móvil mientras caminaba hacia el ascensor.

—¿Hola? ¿Es la comisaría? Quiero delatar a alguien que está consumiendo drogas y reclutando prostitutas en el Hotel Hermoso. El número de la habitación es…

Veinte minutos después.

Un vehículo policial se estacionó frente al Hotel Hermoso, alrededor había varios periodistas cargando sus cámaras cerca.

La gente del hotel fue escoltada y los reporteros se amontonaron repentinamente hacia adelante.

—Señor Bosco, alguien delató que estabas consumiendo drogas y reclutando prostitutas en el hotel. ¿Es esto cierto?

—Señor Bosco, como heredero del Grupo Alfaro, ¿crees que este comportamiento es correcto?

—Señor Bosco, ¿quién es la mujer que está contigo? Había rumores de que es una estrella de la industria del entretenimiento, ¿es cierto?

—Señor Bosco…

Bosco Alfaro fue asediado por los reporteros y ni siquiera la policía pudo detenerlos.

Después de mucho tiempo, dejó escapar una rabia insoportable.

—¡Largaos de aquí!

Los reporteros se asustaron y retrocedieron un poco como se esperaba.

A través de la multitud, Bosco, con los ojos llenos de odio y crueldad, miró a Cordelia que estaba de pie lejos de la multitud.

—¿Es este el resultado que querías ver?

Cordelia frunció los labios con frialdad y un destello de sarcasmo apareció en sus ojos.

—¡Haciendo esto solo has conseguido perderme por siempre!

Cordelia dio un paso hacia delante de repente y levantó la mano bajo las miradas de todos los medios y la policía.

¡Paf!

Dio una fuerte bofetada, consiguiendo que el rostro de Bosco se torciera a un lado.

El silencio inundó los alrededores.

Un policía quiso decir algo.

—Señorita…

—Lo siento, a mis manos les han dado un impulso de repente, no pude evitarlo.

Sonrió levemente con un tono frío, se masajeó las muñecas y miró a Bosco que parecía resentido.

—¿Crees que aún le voy a dar importancia a un trozo de papel usado que se ha caído al váter? Te recuerdo que ahora tú para mí eres como ese trozo de papel. Cuenta la bofetada como interés. ¡Ya me devolverás el resto que me debes dentro de tres días!

Un rastro de pánico apreció en los ojos de Bosco.

—¿De qué resto hablas?

Cordelia arqueó las cejas.

—¿Estás seguro de que quieres que te lo recuerde?

El rostro de Bosco palideció en un instante.

Ella sonrió con frialdad, y su sonrisa estaba llena de ironía y desprecio.

Al ver que no tenían nada más que decir, la policía agitó la mano para llevarse el hombre al auto.

Como ya se habían llevado al hombre, los periodistas ya no tenían más motivos para quedarse allí, entonces se marcharon.

La entrada del hotel, que había sido bloqueada hacía nada, se despejó en un instante.

Cordelia se quedó de pie un rato. Cuando sintió que podía respirar con normalidad, se preparó para irse.

Inesperadamente, tan pronto como volvió la cabeza, se encontró con un par de ojos inquisitivos.

Era un hombre joven esbelto y erguido que llevaba un traje oscuro. Bajo su corto cabello, los ojos eran tan profundos como el espacio exterior, haciendo que la gente no consiguiera ver el propósito de su mirada.

Los hermosos rasgos faciales estaban ocultos por la noche, revelando un aura ilustre que no se mezclaba con el entorno que le envolvía.

Cordelia pensó inconscientemente que esa persona le parecía un poco familiar.

Sin embargo, cuando su mirada se desvió hacia atrás, vio a ese secretario que lo seguía con atención y el Porsche plateado a su lado, entonces pensó que tal vez no conocía a una persona tan conspicua.

Dejó de rayarse, se dio la vuelta y se fue.

Hasta que la imagen de la pequeña figura entró en la zona del tráfico, Aurelio Clemente apartó la mirada y preguntó débilmente:

—¿Quién era esa persona?

Sergio Doriga respondió apresuradamente:

—¿Se refiere al que se lo llevó la policía hace un momento? Parece que es el joven jefe del Grupo Alfaro, quien acaba de regresar del extranjero hace unos días.

Aurelio frunció levemente el ceño.

—Me refiero a esa mujer.

—¿Eh?

Sergio se quedó atónito.

—¿Qué mujer?

Al notar que la expresión de Aurelio se tornó a disgusto, Sergio inmediatamente reaccionó.

—Lo siento señor Aurelio, investigaré ahora mismo…

—No hace falta.

Aurelio lo interrumpió, pensó unos segundos y de pronto recordó algo.

Un rastro de sorpresa se mostró en sus ojos, y sonrió mirando de nuevo la dirección en la que la chica se había ido.

Un rato después movió sus pasos para entrar.