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Capítulo 5. Ataque

Lorenzo Chirinos

Le dije a Sara que se quedara en el carro y salí a buscar a los hijos de puta.

Escuché un tiro y disparé tiros, escuché un grito de dolor, sé que le di a uno de ellos.

Caminé en medio del túnel lentamente para que no escucharan mis pasos.

Pasé mi auto en dirección contraria, pero me detuve cuando vi que se abría la puerta trasera.

— mierda Sara — Fui al otro lado escuché que tiraban algo al piso y fui allí.

— Mira lo que tenemos aquí si no es la princesita de la futura dama vintuna Chirinos — dijo una voz masculina y seguro que era el maldito Jason Mary.

—¿No vas a decir algo cariño?—

— por favor suéltame – pude ver el terror en su rostro.

— Cómo habla la princesita — le deslizó la pistola por la cara, me hirvió la sangre me acerqué a ellos con pasos largos y silenciosos lo aparté de ella.

Fui hacia él y lo golpeé dos veces en la cara, y el hijo de puta sonrió apoyándose para tratar de levantarse.

— ¿Qué era el Chirinos en miniatura? ¿Es ella tan caliente? — Fui a él el golpe más veces.

— Hablo en serio Mary si te vuelves a acercar a ella te mato.

— ay, qué bonito su coño debe ser muy sabroso, verdad, ya que tanto te gustaba — sonrió mientras un hilo de sangre descendía de la comisura de su boca.

Lo suficiente como para agarrarlo y tirarlo contra su carro, el ruido de su cuerpo golpeando el suelo era evidente.

Se estaba quedando sin aliento ya que su cuello se estaba poniendo rojo y no estaba tratando tan desesperadamente de quitar mis manos de su cuello, pude verlo perder el conocimiento y lo tiré al suelo.

— solo una advertencia mary la próxima vez será peor.

Me acerqué a Sara, que estaba en el suelo con los ojos aún cerrados, pude ver que las lágrimas caían por su rostro.

— Sara, vámonos — dije, pero ni siquiera se movió, creo que por el susto y el miedo.

— Sara, te hablo a ti, ¿puedes levantarte del suelo? — ella ni siquiera se movió.

Me agaché frente a ella tomándola del brazo levantándola puse mi mano en su cintura y puse su brazo alrededor de mi cuello y la llevé a mi carro.

La puse sentada en el asiento del copiloto, le puse el cinturón en el cuerpo y me fui al lado del conductor saliendo de ahí.

Cuando llegamos, detuve el auto frente a su casa, miré hacia un lado y ella parecía dormida tranquila, abrí la puerta de su lado y le quité el cinturón, sosteniéndola en mi regazo.

La cargué hasta la entrada y toqué el timbre rápidamente, su madre apareció en la puerta aterrorizada al ver a su hija en mis brazos.

— ¿Qué le sucedió a ella? — Dijo Señora Alessandra en voz baja para que nadie pudiera escuchar.

— no fue nada ella está durmiendo sufrimos un ataque y ella estaba en shock la voy a poner en su cuarto — dije y me dio espacio para entrar.

Cuando entré Quintero vino hacia mí con su hija.

— ¿Qué le pasó a mi hija?

—Nada, solo está durmiendo—.

—¿Mi hermana está bien?.— que hermoso el mejor padre y la mejor hermana del año.

— mejor imposible si sabes a lo que me refiero. — dije subiendo las escaleras.

Encontré su habitación y la deposité sobre la cama La volví a mirar y salí de la habitación Cerré la puerta y bajé las escaleras llegando a la sala La esposa de Quintero y su hijita estaban ahí, al verme se levantaron todas desde el sofá

— mañana Sara elegirá el vestido.

— pero ¿no es temprano ya? — Emma abrió la boca su padre le hizo un corte.

— sí, la boda y nuestra señorita Emma, así que bajamos, ya es fin de mes.

— Cierto señor collalo, lo siento.

— se van mi madre y mis cuñadas, Sara puede llevarse a quien quiera. — dijo simple saliendo de esa casa dirigiéndose a mi auto nuevamente.

Cuando llegué a casa, Marco estaba en la puerta, se bajó del auto y vino hacia mí.

—Lorenzo, lo encontramos—.

— de todos modos, ¿dónde lo pusiste? — Le quité el palillo intervencionista a uno de los guardias de seguridad.

— está en el cobertizo de arriba.

— puedes dejar que yo lo cuide — me subí al auto nuevamente y me dirigí al galpón de arriba.

Cuando llegué allí estaba muy ocupado quizás por esa maldita cosa.

— Quítate de en medio, déjame manejar esto. — le dijo al grupo de guardias de seguridad que estaban alborotados allí.

— Ok jefe, usted está a cargo — dijo uno de ellos, dando espacio para pasar.

— Domenico mary es bueno verte ¿sabías que tu hermano trató de atacarme hoy? — dije mientras subía las mangas de mi blusa, es la misma risa.

— Sé todo lo que le mando a Chirinos. — el mismo se reía más en desenfreno.

— Puedes quitarte la sonrisa de la cara Mary porque hoy felizmente te jodiste – dije y sonreí y él vaciló con su sonrisa.

—Entonces me dirás para quién trabajas o lo haremos de la manera más difícil—.

— intentar.

— Con mucho gusto — dije y busqué el primer objeto que usaría.

— ¿que tal este? — Me volteé hacia él con un hierro para marcar ganado que era rojo.Él abrió mucho los ojos pero no dijo nada.

— Voy a insinuar que esto es un sí — dijo acercándose a él que intentaba alejarse pero estaba amarrado a la silla.

— ¿Qué tienes asustada ratoncita María?

— si me echas eso encima te mato, los dejaré a todos atrás.

— inténtalo — dije y le puse la plancha en la cara y se escuchó su grito se hundió más y gritó más.

— ¿Qué es María? Suena como una puta gritando.

— Vete a la mierda Chirinos AAH — Le rodé la plancha en la cara y su grito se hizo más fuerte.

—¿Me vas a decir o tengo que marcar tu cuerpo también?—

— f—fue...

— joder hablar — presioné la plancha en el otro lado de su cara.

— era v—Quintero, maldito Antonio Quintero — le quité el fierro de la cara, siempre y ese cabrón, pero tiene los días contados.

— como decidiste colaborar vivirás.

—¿grave?

— No le guardes Domenico un lugar a tu hermano en el infierno — dije y destrabé el arma me giré hacia su frente y apreté el gatillo.

— buen viaje domenico.

Salí del cobertizo con las manos llenas de sangre.

— ¿mátalo? — Marco apareció frente a mí.

— No fantaseaba con él y salimos de la mano para dar un paseo, ¿qué te parece Marco?

— joder Lorenzo era solo una pregunta hace tiempo que no te follas a una chica ¿verdad?

— ¿Qué tal si te ocupas de tus propios asuntos?

— el tuyo es más interesante.

— Vete a la mierda, Marco, no me hagas enojar, sino también te tiro en la cara.

— Ya no estoy aquí con quien estoy hablando. Dijo, levantando las manos en señal de rendición.

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