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CAPÍTULO 2: ROSETONES EN SU CUELLO

Una vez que mi esposa salió de la oficina entraron Lucio y Octavio, el primero es mi mano derecha en la corporación y el segundo mi amigo y guardia personal, jefe de seguridad en mi casa y en la corporación.

–Debí impedir su entrada –dijo Octavio sonriendo.

–Hermano, ¿qué fueron esos gritos? –preguntó Lucio.

–Está embarazada y ya no quería más hijos.

–¿Por qué?, solo los trae al mundo y los entrega a ti o al servicio –exclamó Octavio quien obviamente no la aprecia mucho.

–Quiere hablar conmigo al respecto, lo que si le dije es que no permitiré que atente contra ese bebé, lo tendrá así no quiera.

–Recuerda que es su cuerpo y ella decide –aclaró Lucio.

–Si estuviera sola lo acepto, pero está casada conmigo que le doy todo y además ya tenemos dos hijos.

En ese momento entró Dania, mi asistente desde hace dos años, una hermosa pelirroja de ojos azules y rostro pecoso, con un cuerpo curvilíneo que tiene loco a Octavio y lo hace babear cada vez que la tiene cerca, ella anunció que me esperaban a mí y a Lucio en la sala de juntas, por lo que la conversación personal terminó abruptamente y me convertí nuevamente en el frío CEO que maneja su corporación con alta eficiencia.

Fue una excelente reunión, logré un jugoso contrato con una empresa dedicada al transporte y al turismo vía naval que quería renovación de todas sus naves instalándole el último motor de alto rendimiento que habíamos fabricado.

A esas alturas ya solo me bastaba con anunciar las novedades para que llovieran las demandas, atrás quedaron los días en los que viajaba por todo el país visitando potenciales clientes, ahora estos venían a mí con sus requerimientos y pedidos.

***

[Gaspar llegó a su casa de buen humor, en el camino había conversado animadamente con Adán, su chofer y con Octavio, entró y fue recibido por Aitana quien lo cubrió de besos con mermelada de naranja y le tocó subir a su hijo Bastián en una complicada posición ya que se enganchó a su pierna y no hubo forma de que se soltara.

Así era siempre, al encontrarse con sus hijos perdía toda la postura seria y se convertía en el padre amoroso y juguetón que esos pequeños adoraban, en su habitación no encontró a su esposa, preguntó por ella y le informaron que no había regresado, por lo que dedujo que desde que salió de su oficina se había ido a otro lugar, a pesar de que ella misma exigió que llegara temprano para hablar.]

***

–Cariño despierta, dijiste que habías citado a Gaspar temprano para hablar del embarazo, ¿por qué él si puede estar contigo piel con piel y yo no?

–Fácil amor mío, si este bebé fuera tuyo ese hombre nos mataría a los tres.

–¿En serio?, ¿por qué no te divorcias si es tan terrible en lo personal?, sé que es estricto, exigente y muy serio para trabajar, pero en casa no me lo imaginé así.

–Es un infierno de puertas para adentro y me es imposible pedirle el divorcio porque me amenaza a mí y a mis padres.

–¿Y si te obliga a tener ese tercer hijo?

–Lo tendré, pero lo mortificaré todo el tiempo y apenas lo tenga nos fugamos, tienes que prepararte porque me iré desde la clínica, no puedo regresar a la casa.

–¿Nos fugaremos con el bebé?

–Por supuesto que no, ¿él quiere otro hijo?, pues se lo daré, estoy con ese hombre desde los 16 años, he perdido toda mi juventud como su esposa y madre de sus hijos, quiero vivir lo que me perdí por su culpa.

–¿Adónde iremos?

–En el aeropuerto lo decidiremos, mañana traeré lo que necesito llevarme y mis documentos, es mejor preparar todo de una vez, porque fingiré malestares todo el tiempo para no dejarle ni un minuto libre. Ahora me voy, seguramente ya está en la casa, es demasiado correcto, me fastidia su forma de ser.

–Pero bien que te has acostado con él.

–Él me acosa, me obliga, para aceptar su cuerpo me imagino que es el tuyo, solo así lo tolero.

–Lo odio por hacerte todo eso.

–Solo unos meses más y seré libre para ti amor mío.

***

[Fionna abrió la puerta de su casa y oyó las voces de sus hijos y su padre en la cocina, se fue acercando y al encontrarlos estaban ayudando en la cocina preparando una ensalada, su pequeña estaba acabando con la lechuga existente y su hijo con los tomates miniatura.

Quiso enternecerse con esa imagen, él es un hombre hermoso, más cada año, sus hijos son sanos, activos, alegres, bulliciosos, sí los quiere a todos, pero más desea disfrutar tiempo a solas, sin ellos ni la obligación y responsabilidad que representan.

Sus amigas de la preparatoria, que aún frecuenta, le hablan descaradamente del atractivo de su esposo, ella resiente eso, pero no lo ama, le atrae mucho y apenas ve su torso desnudo se enciende por él, pero pasado el momento solo quiere salir a pasear, viajar y caminar en la playa sin niños a su alrededor y mucho menos con un hombre que no ama.

Carraspeó un poco y los tres voltearon a verla, Gaspar enseguida notó que no estaba maquillada como en la mañana y preocupado le preguntó:

–¿Querida qué pasó con tu maquillaje?

–He llorado mucho todo el día –respondió disimulando porque no se había percatado de que no se retocó el maquillaje antes del salir del hotel.]

Cuando vi a Fionna parada frente a mí con su rostro desencajado me acerqué, la abracé y mientras acariciaba su espalda le dije:

–Lo siento mucho cariño, no quiero que sufras por algo que debería llenarnos de felicidad, te ruego que aceptes de buena manera este nuevo embarazo y te prometo que yo mismo me encargaré de cuidarte para no embarazarte nuevamente.

Por ella estaba dispuesto a hacerme una vasectomía o cualquier otro método que estuviera a nuestro alcance, subí mi mano hasta su nuca y busqué su boca, la besé con delicadeza, con todo el cariño y devoción que le podía profesar a la madre de mis hijos.

[Ella enredó sus dedos en su cuello, su esposo era un hombre atractivo y deseable, al tenerlo cerca se excitaba de solo pensar en que sus amigas comentaban sobre todo lo que le harían si lo tuvieran desnudo a su disposición.]

Fuimos interrumpidos bruscamente por Aitana quien lanzó un grito al cortarse un dedito con un cuchillo que dejé muy cerca de ella, me sentí tan culpable y descuidado que casi lloro a la par de mi princesa, la enfermera que tenemos a disposición para cualquier eventualidad con mis pequeños acudió rápidamente haciéndose cargo de inmediato.

Me quedé observando a la profesional y consolando a mi hija, cuando busqué a mi esposa con la vista, esta subía las escaleras tranquilamente hacia el segundo piso, ¿cómo no se angustiaba al ver a su hija herida y sangrando?, ¿desde cuándo es tan indiferente?

En el instante que la respuesta vino a mi mente fruncí el ceño preocupado, porque no recordaba un momento en el que no hubiera sido así, yo siempre los consolaba porque más de una vez han tropezado y se han golpeado, siempre he sido yo y al no tener su apoyo opté por contratar una enfermera para sus primeros auxilios, por si se herían en mi ausencia.

Cargué a mi princesa cuando terminó de ser atendida, tomé su biberón de jugo que era lo único que la calmaba en situaciones similares y me senté en la sala con ella en mi regazo para dárselo como si estuviera muy pequeña.

Bastián se sentó a un lado, acariciándole la mano a su hermanita y preocupado por su bienestar, ese gesto me encantaba, eso es lo que quería fomentar, amor y protección mutua entre hermanos.

Aitana se durmió y la llevé a su habitación hermosamente decorada, depositándola con mucho cuidado en su cama, le quité los zapatos, la cubrí con una manta y le di un tierno beso en su cabecita.

Me giré hacia mi hijo mayor y lo subí a mis brazos para preguntarle si regresábamos a la cocina para terminar de cenar y ante su respuesta afirmativa, bajé con él para acompañarlo a comer, estaba pendiente mi conversación con su madre, así que finalmente lo dejé al cuidado de su niñera y me fui a la habitación principal para encontrar a mi esposa profundamente dormida.

Tomé una ducha y me metí en la cama, la observé con ternura mientras dormía hasta que se movió un poco y vi un par de rosetones en su cuello, hacía más de un mes que no teníamos relaciones y algo en mi interior se revolvió, yo jamás la había marcado, no necesitaba hacerlo para saberla mía, no pude conciliar el sueño esa noche.

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