Capítulo 6
Él cree que los hombres me gastan su dinero a diestro y siniestro, pero no podría estar más equivocado.
El conductor me hace un gesto con la mano por el espejo retrovisor y yo levanto la vista. - Los taxis ya están pagados, señorita. - Me dice.
Parpadeo una vez y luego dos veces. - ¿ Lo es? -
Él asiente . -Sí.-
¿Quién pagó el taxi? ¿Eric? Sé que hizo que el guardia de seguridad me acompañara fuera del edificio, así que estaba a salvo... así que estaba a salvo. Se me encoge el corazón un segundo antes de apartar mis pensamientos.
- Está bien... - Abro la puerta. - Gracias. -
-Que tenga una buena noche, señorita.-
Mientras se aleja, me bajo la falda y cruzo la puerta de la mansión de Rexx. Introduzco el código en el panel táctil y cojo mi llave para entrar. Las luces están apagadas cuando entro y supongo que Rexx está dormido o fuera de casa.
Me arrastro sigilosamente por la casa y llego a mi habitación sin siquiera respirar. Me tiemblan los tobillos en los talones y espero que esto me dé la noche para pensar qué le diré mañana.
Una mierda absoluta. Voy a tener que inventar una mierda absoluta.
Mientras me quito la ropa y me pongo un pijama cómodo, me lavo la cara en el baño y me meto en la cama. Apoyo la cabeza en la almohada, pero tengo los ojos muy abiertos y no puedo quitarme las náuseas.
Él se va a enojar. Muy enfadado.
Christopher era importante, un gran activo para sus actividades criminales.
Levanto mis dedos temblorosos y rozo la cicatriz llena de bultos en mi cuello. Me cosieron y me colocaron otro pequeño rastreador. Mis ojos se llenan de lágrimas porque estoy frustrada, siempre estoy frustrada.
Cada día vivo con miedo y, aunque cuento los años que me faltan para mi libertad, nunca siento que llegue lo suficientemente pronto. Mejor me muero aquí, porque no me quedará nada cuando llegue el momento de partir.
Seré el fantasma de una mujer con solo pura venganza por haber perdido una parte de mi vida. Una sentencia de muerte que ni siquiera merezco.
Ojalá hubiera mantenido la boca cerrada ese día. Ojalá nunca hubiera visto lo que vi.
✥
A la mañana siguiente intento dormir, pero es imposible. No puedo dormir en absoluto. Apenas dormí. He estado dando vueltas en la cama toda la noche, preocupado por lo que Rexx me va a pedir hoy.
¿Qué mentiras de mierda puedo inventar para que no se dé cuenta de que no descubrí nada?
Me doy una ducha rápida y me cepillo el pelo largo y pelirrojo. Lo bueno de vivir aquí con Rexx es que no me tiene encadenada en el sótano ni me niega la comida. Puede que sea cruel, pero me da mi propio espacio, mi propia habitación y baño. Incluso me encarga ropa limpia cada mes, maquillaje y lo que quiera. El dinero nunca es un problema para él.
Pero todo lo demás que me hace hacer por su negocio corrupto, lo odio eternamente por eso.
Mientras me miro en el espejo, con la cara descubierta y el pelo húmedo, sé que tarde o temprano tengo que ir a la cocina porque Rexx sabrá que algo anda mal. Al principio, cuando no conseguía lo que necesitaba, lo evitaba como a la peste.
Ahora sabe que ese es mi mecanismo de defensa cuando no quiero hablar con él.
Así que respiro hondo y salgo de la cocina. Me ruge el estómago de ganas de desayunar, pero al mismo tiempo, no hay forma de que pueda retener nada ahora mismo. Sobre todo cuando aún no he hablado con él.
Rexx está en la cocina y hay un bufé entero desplegado en la encimera. Siempre come cantidades absurdas por la mañana y siempre le pide a su chef que lo prepare de maravilla. Dice que el desayuno es la comida más importante del día; me parece idiota cuando desperdicia casi todo.
Sus ojos están pegados a su teléfono mientras me acerco más, está masticando una salchicha que sostiene en su tenedor. - Ah, ahí estás. - Dice pero ni siquiera me mira. - ¿ Buenas noches ?
Mis dedos se entrelazan frente a mí. - Estuvo bien. - Lo admito.
Los penetrantes ojos verdes de Rexx, que me paralizan los pulmones —y no para bien—, me miran. Sigue masticando, con la boca abierta, y me digo a mí misma que no deba entrar en pánico, que no deba parecer asustada. Así que, en lugar de eso, fuerzo una sonrisa y me dirijo a la encimera de la cocina, llena de comida grasienta, fruta y croissants. Aun así, estoy a punto de vomitar.
Se oxida los dedos en una servilleta, con la mirada fija en mí. —Dime qué dijo Christopher, supongo que no tuviste ningún problema en cortejarlo. Es un mujeriego, incluso a su edad. Es increíblemente vergonzoso y sin clase. —
Me lamo el labio inferior y me digo a mí mismo que siga respirando. - Mencionó sus acciones y participaciones. -
Rexx me mira con una ceja fruncida, sin impresionarse. —Dime algo que no sepa, Sirela . Literalmente .
Ay, Dios. Se me tensa la garganta. Tengo que inventar algo o se enfadará muchísimo conmigo. —Mencionó un proyecto —digo de repente. —No entró en muchos detalles. Se mantuvo reservado, comentando lo estresado que está y que este proyecto podría atraer a muchos clientes .
-¿Un proyecto? - repite.
Mi estómago da mil vueltas. Lo único que puedo hacer es tararear en respuesta.
Rexx vuelve a su plato y baja el tenedor. Observo cada uno de sus movimientos. Se inclina sobre la mesa para coger un palillo y empieza a usar el borde afilado de madera para sacarse comida de los dientes. Me quedo allí observándolo como una idiota, intentando respirar lo más silenciosamente posible.
