Capítulo 5: Los actores
V
"Quien Siembra Vientos, Cosecha Tempestades"
Entró a su casa despacio, no queriendo hacer mucho ruido para que Julian no la escuchara. Iba muy molesta, muy humillada, con el cuerpo y el corazón ambos lastimados por Jasper, y lo que más odiaba, sentirse tan satisfecha por hacer el amor con él. Los ojos los llevaba inyectados de ira y frustración, lo último que quería Irina era ver o hablar con alguien. Escuchó ruidos en la cocina y quiso subir a su cuarto por la escalera externa, pero su hijo fue más rápido al sentirla llegar a casa.
—¡Mamá, hola! —dijo en extrema alegría Julian—. Ven rápido, he cocinado tu comida favorita, arroz frito con...
—No quiero nada gracias —respondió Irina a su hijo de una manera tan tajante que sorprendió al chico de ojos azules—. Me iré a dormir, hasta mañana.
—Nada mamá, tendrás que comer, tú misma me has dicho que no se puede ir a la cama con el estómago vacío, se dormiría uno enojado y no serviría de ...—Lo cierto es que Irina no escuchaba ya lo que Julian le decía, estaba furiosa y mucho más cuando vio a su hijo y a sus cabellos castaños y sus ojos de cielo. Enfureció, Julian no pudo notarlo pues no paraba de hablar, pero Irina sintió como algo por dentro de ella se detonó y descargó su monumental ira en el ser que más amaba.
—¡Quiero que te calles!, ¡No quiero oírte, la última persona en el mundo que quiero ver es a ti! —dijo en severo grito dejando por completo mudo a Julian. El chico comenzó a temblar, no tenía idea por qué su madre estaba tan molesta con él, como nunca antes. Irina viró su rostro, subió las escaleras y se encerró en su habitación.
Por su parte, Julian se sentó muy solo en la cocina a comer lo que él mismo había preparado con mucho esmero para su madre. Pero las cucharadas se le atragantaban en cada sollozo.
Julian siempre se sintió muy culpable de la penosa situación de su mamá, al saberla madre tan joven. Supuso que no era un hijo muy esperado, más bien que había llegado a hacerle las cosas a Irina más difíciles. Por supuesto, Irina Archer, jamás le había mencionado nada de lo que él imaginaba, para ella la llegada de Julian, al contrario de lo que su hijo creía, era nada menos que un milagro que le devolvió las ganas de seguir en el mundo.
Pero Julian, desde muy pequeño, sabía de lo duro que trabajaba la mujer para poderle dar lo mejor y más si podía, por eso haciendo caso de lo que ella decía, se esforzaba tanto en los estudios, por eso trabajaba aparte, para no tener que pedirle absolutamente nada pues ya le había dado suficiente. Julian deseaba que su madre siempre tuviera una sonrisa y pudiera dormir tranquila en las noches sin pensar que tenía un hijo al cual mantener. Pero esa noche, Julian estaba abrumado. Nunca había sido Irina tan severa en una sentencia y menos eso tan terrible que no le quisiera ver. El muchacho comió rápido, lo poco que pudo, apagó las luces del primer piso y subió a su cuarto haciendo el menor ruido posible para que Irina no despertara ni se enojara aún más.
Alguien también llegó muy enojado y frustrado. Ni en tamaño ni en actitud era la misma casa, pero Jasper Castle entraba a su hogar para ver a la cara a sus hijos. ¿Qué les diría cuando uno de ellos preguntara como le fue en el día?, ¿Respondería acaso que acababa de llegar de hacer el amor a una mujer a la que amaba más que a su vida, pero que no podía estar con ella?, a diferencia de Irina, Jasper era un rey fingiendo lo que sentía. No lo hacía esto mejor padre al no descargar su ira con sus hijos, solo lo hacía un mejor actor.
Y fue como creyó, a los brazos se le lanzó Hanna quien estaba particularmente feliz por el hecho que al día siguiente ya entraba a la escuela. La abrazó también y se asustó, pues temía que algún olor o mal movimiento delatara que era un maldito canalla.
—Mira papá, el uniforme no ha cambiado mucho desde que tú estudiabas.
—Ya veo...
—Además —dijo sacando un libro de su morral con olor a nuevo—, este libro me lo sé al derecho y al revés, no me será muy difícil adaptarme.
La alegría inocente de su hija de cabellos grises, contrastaba con la horrorosa culpa que escondía. Solo hasta ese momento recordó que Irina también tenía un hijo casi de la edad de Miki y de Hanna, y la culpa fue peor, se preguntó si Irina llegó igual que él y fingió que la vida era tan normal como la tristeza lo permitiera. Lamentablemente, la única manera en la que Irina fingiera, era con muchos tragos en la cabeza, pero la escena de amor de ellos fue tan repentina esa noche, que no le dio tiempo a ella de nada.
El único que sufría las consecuencias esa noche, era Julian. A pesar de amar mucho la vida, creía contrariamente que su existencia podía ser un error y se ponía a pensar en la penumbra de su cuarto, que debió ser mejor que su madre lo hubiese dado en adopción. Era un pensamiento un tanto común en él, Julian no se sabe de quien, pero había heredado unas capacidades dramáticas únicas. Luego, se echaba a reír de las idioteces que pensaba, y después, de nuevo se deprimía. Al final la vida seguía y ahora tenía una persona más en quién pensar, su Hanna. Ese pedazo de alegría que la vida le estaba dando.
Escuchó que la puerta de su habitación fue abierta y se asustó mucho, por que o era su madre, o era un ladrón. En efecto no se trataba de un ladrón, pero tuvo miedo de todas formas, a pesar que Irina Archer en toda su vida jamás le había puesto un dedo encima, sin embargo, esa noche estaba tan enojada, que podía esperar cualquier cosa. Sintió que se acercó lentamente hasta estar junto a su cama, Julian fingía dormir. Ella le pasó la mano por sus cabellos castaños y luego le dio un beso en la frente. De no haber sido por que sintió que una lágrima cayó en su rostro, el muchacho no hubiese abierto los ojos.
—¿Podrás perdonarme, Julian? Eres la última persona con la que hubiese querido descargarme, sabes que te amo ¿verdad?.
—Mamá, yo lo siento mucho —dijo Julian sorprendiendo mucho a Irina quien no entendía por que se disculpaba—. Yo sé que por mi culpa tu vida no es, no ha sido nada fácil y ...
—¿Pero de qué estás hablando Julian Archer? —le dijo un tanto agobiada, sentándose en la cama junto a él, mientras este se incorporaba—, no entiendo que quieres decir con eso. Quiero que te quede muy en claro algo Julian, tu llegada a mi vida, fue lo mejor que me ha pasado, estaba muy sola y tenerte me comprobó que aún podía luchar y que aún alguien me necesitaba. Dios mío —dijo tomándose la frente—, no puede ser que en algún momento te haya hecho creer que eras una carga para mí, eso no es cierto. Soy muy mala para esto ¿verdad?
—Mamá...
La palabra "mamá", se le estrelló en la tristeza como si le cayera sal en la herida. No resistió más y abrazó al joven que tanto le recordaba a ese otro que le hacía tan difícil la vida. A diferencia de "ese", éste que ahora tenía en brazos le había dado las mayores alegrías de su existencia, desde que nació hasta ahora, pero presentía que pronto se tendría que enfrentar como una fiera por él. Julian le abrazaba muy fuerte, creyendo en las palabras de quien lo había protegido 18 años, pero con la amarga sensación de que podía hacer más por esa mujer que le había cuidado.
—Hoy tuve un día muy horrible Julian, solo quería llegar a dormir pero te cruzaste en mi mal humor, y cuando dije eso de que a la última persona que quería ver era a ti, lo decía por que es a ti a la última persona a la que quiero dañar con mi estupidez. Eres mi hijo, un muy buen hijo que se ha esforzado más de lo necesario, y estoy muy orgullosa de eso, y más por que sé que tu futuro será brillante, por tus propios méritos. ¿Podrás perdonarme?
—Mamá, claro que sí, todos tenemos esos días.
Irina se acostó junto a su hijo, como lo hacía cuando él era pequeño o en las muy esporádicas situaciones en las que enfermaba. Julian la abrazó, la situación estaba aclarada, pero el secreto aún permanecía en la bóveda oscura del corazón de su madre.
***
Fin capítulo 5
