Capítulo 4
Cuando su amiga terminó el trabajo estaba irreconocible, parecía haber perdido al menos 10 kilogramos, se veía pálida y con unas ojeras fantasmales, no le extrañaba que Francine trabajara para las grandes productoras de cine, era increíblemente talentosa. Se giró para ver su atuendo que parecía haber salido de un basurero mal oliente.
Se veía como una persona que vivía en la calle, levantó un poco la falda de su vestido mugriento para ver sus piernas, ahora parecían débiles y estaban llenos de moretones típicos de alguien que no cuida con quien anda o lo que hace. Simplemente era perfecto, si no la tocaban demasiado jamás notarían sus músculos firmes bajo aquel pedazo de tela desgastado, sonrió, si su madre la viera ahora tendría un ataque
- Está perfecto ¡buen trabajo!
- Cuando gustes, aunque tengo la esperanza de que algún día me pidas que te arregle para lucir bonita y no como alguien más
- Tal vez algún día… — prometió—, gracias por todo, te abrazaría, pero no quiero pegarte este olor a basura
- Jajaja, descuida…
- Debo irme — terminó de colocarse la ropa, que consistía en chaqueta de cuero roída y unas botas gastadas, luego salió a poner en práctica su plan
Condujo hasta un viejo hotel abandonado que ahora servía de prostíbulo, una conocida vivía allí y le servía de espía para obtener información de las calles, su primera parada era para ocultar el vehículo de escape y sus armas. Dejó el auto en el depósito de la planta baja, era su base de comando cuando estaba por esa zona.
Entró por la puerta principal del edificio que ya se estaba cayendo a pedazos, tuvo cuidado para no apoyarse en nada mientras subía por las escaleras, tocó 7 veces la puerta para anunciarse a sí misma, era el código que habían combinado con madame Carmen. Aguardó unos segundos antes de que le abriera la puerta, a pesar de ser una mujer de mediana edad la madame seguía en muy buen estado pensó al verla semidesnuda ajustando su bata, estaba con un cliente notó
- Lamento la interrupción — se disculpó, la mujer le miró un poco despistada hasta que pudo reconocerle
- Por un momento pensé que había escuchado mal — dijo sonriéndole — no te preocupes querida, ya habíamos acabado hace rato, éste no dura ni dos minutos — agregó en voz baja tapando parte de su rostro e inclinando la cabeza hacia ella
- Entiendo, necesitamos hablar de negocios — le informó
- De acuerdo dame unos minutos para vestir algo más decente — espetó a modo de burla, no podría importarle menos la decencia — y bajaré junto a ti en la cantina
- De acuerdo.
La mujer cerró la puerta y Sophie bajó a la planta baja, odiaba esa parte del burdel, estaba lleno de hombres borrachos y con exceso de hormonas, se sentó en una de las mesas y aguardó a que bajara la madame, esperaba que no tardara mucho, si alguno se acercara a ella a hacerse del gracioso tendría que ponerlo en su lugar y no quería arruinar todo el trabajo de su amiga Francine.
