CAPÍTULO 6 Más s3x0
Por Alicia
Salí de la oficina con mi amiga, que aparte de ser mi jefa, es mi amiga del alma y es la prima de mi prima Victoria.
Ambas la queríamos mucho, yo era prima de Victoria de parte de la madre y Mirta era prima de Victoria de parte del padre.
Pero Vicky era 6 años mayor que yo y 4 años mayor que Mirta.
Ya estaba casada y muchas veces, con Mirta, aparecíamos en su casa de sorpresa, y nos pasábamos horas charlando las tres.
Mirta se moría por conocer a Alberto, yo lo nombraba a cada rato.
Yo estaba muy nerviosa y hasta me temblaban las piernas.
Pensé que a lo mejor terminábamos haciendo el amor y eso me ponía aún más nerviosa, creo que hasta las manos me transpiraban.
Creo que Mirta lo debe haber ojeado, de tanto que lo miró.
Me acerqué a Alberto, me rozó los labios y me abrió la puerta del auto, es todo un caballero.
Apenas entró al auto, me dio un beso que me dejó sin aliento, me llevó a otra dimensión y yo no sabía ni dónde poner mis manos.
Comenzó a manejar, me daba vergüenza hasta mirarlo ¿Estaría pensando en acostarse conmigo?
Sentía vergüenza, pero a la vez ansiedad…
Si no era hoy, sería la próxima vez, pero seguro que eso pasaría.
Me habló de ir a un hotel, me dijo que, si yo no quería, no iba a pasar nada.
La cuestión es que yo tenía ganas de que pase algo, él me besaba y se mojaba hasta mi bombacha y eso era literal.
Tampoco lo podía charlar con mis amigas, lo consideraba algo muy íntimo.
Cuando entramos al hotel, estaba pensando en que le tenía que decir que era virgen.
Eso también me daba vergüenza.
Me estaba besando como un loco y cuando se lo dije, al principio se quedó quieto, mirándome asombrado, o al menos eso me pareció.
Fueron unos pocos segundos en los que me miró fijamente, a mí me parecieron eternos.
- ¿Virgen?
Repitió.
Me dijo que iba a tener cuidado, que si me dolía paraba y de verdad fue cuidadoso.
Es tan caballero, tan seductor, creo que me estoy enamorando, es el hombre perfecto.
Me besó toda, y cuando digo toda, fue realmente así.
Me desvistió despacio, me besó hasta en la vagina, me dio vergüenza, pero me encendió como nunca, eso es una locura.
Se puso un preservativo, que no sé de dónde lo sacó y me penetró con cuidado, igual me dolió, pero también fue placentero.
Cuando lo hicimos por segunda vez, me besó tanto en la vagina, que volé por los cielos con el orgasmo que me provocó, luego me penetró de nuevo, me dolió menos, sus caricias me llevaron nuevamente a un orgasmo y llegamos los dos a la vez, sentí sus temblores, es sensible, apasionado y besa como los dioses.
Me besó nuevamente, y me acercó su pene a mi boca, yo nunca había tenido un pene en mi boca, ni siquiera había visto uno en vivo y en directo.
Era enorme su miembro, o al menos a mí me lo parecía
Me pidió que se la chupe, me dijo que lo haga con cuidado, llevó mis manos a sus testículos, y mientras tenía mi boca en su duro miembro, él gemía y yo estaba chorreando por mi vagina, estaba encendida, me encantaba darle tanto placer.
-Pará.
Me dijo de golpe.
-Te quiero penetrar de nuevo, otro día te acabo en la boca, pero ahora vení.
Él me acomodó encima suyo y me penetró estando medio sentado, teniendo su miembro dentro mío, mi clítoris se apoyaba sobre él, sus manos iban de mi espalda hacia mi pecho.
No sé qué habrá pensado, pero mis gemidos eran involuntarios y me sentía como poseída, no podía dejar de moverme, sentí que se apoderaba de mí algo tan fuerte que le clavé mis uñas en su espalda, creo que hasta le mordí el hombro.
-AHHHH Ali nena, siiiiiiii…
Llegó al orgasmo poco después de que lo hiciera yo.
-Nena, ¿Dónde estuviste toda mi vida?
Con esas palabras le terminé de entregar mi corazón.
Era el hombre perfecto, yo estoy enamorándome a pasos agigantados.
Tan cuidadoso, tan caballero, tan hermoso, con ese cuerpo perfecto, esa cara de hombre tan sexi, ese porte mundano, parecía que tenía muy en claro lo que quería, tan seguro de sí mismo…
Por Alberto
Necesitaba sentir su boca en mi masculinidad, le dije como hacerlo, ella no tenía mucha idea de cómo meterse mi miembro en su boca y eso le provocó un par de arcadas, hasta que se acostumbró, luego, con sus manos en mis testículos y su boca en mi pene, fue el máximo placer que había sentido en una situación parecida.
En un momento le dije que pare, no quería irme en su boca, no hoy.
La senté sobre mí, estaba chorreando, de tanta humedad que producía su vagina, Dios, que mujer apasionada, sensible y sin una gota de experiencia, la iba a moldear para mi propio placer y el suyo.
Se puso tan candente la situación, que ella misma se movía, apasionada, buscando sentirme, creo que me dejó una marca en mi hombro, en el momento no me di cuenta, éramos como una bola de fuego.
Jamás había sentido un orgasmo tan potente.
Creo que me sequé, la rebalsé de semen.
Se entregó con alma y vida al placer que le provoqué y lo que yo sentí es inigualable.
Pasó un largo rato hasta que salí de ella.
Esta mujer es la octava maravilla, físicamente y también en la cama.
Yo quería seguir toda la noche poseyéndola, pero ella tenía un horario para llegar a su casa, esta vez sí la dejé en la puerta, pero apenas se despidió con un tibio beso, porque podían estar sus padres mirando por la ventana, al menos eso me dijo.
Llegué al hotel, esta semana me entregaban la casa, pero era más fuerte mi ansiedad por estar con Alice, que por tener mi casa nueva.
No podía dejar de pensar en ella, tenía un nuevo incentivo para estar en Buenos Aires.
Lo que creí que iba a ser un par de veces se iba a estirar unas cuantas veces más, la pasé genial, la quería poseer más, mucho más.
Fue el mejor sexo de mi vida.
Al día siguiente me encontré llamándola, sólo para ver cómo estaba.
El viernes estaba loco por verla, ella, por la noche, tenía el cumpleaños de una tía, era una fiesta familiar.
De todos modos, la fui a buscar al trabajo y la llevé hasta la facultad.
La invité a cenar al día siguiente.
Cuando entramos al restaurante, debo admitir que me llenó de orgullo ver como casi todos los hombres giraron a verla y hasta algunas mujeres.
No era porque estuviera llamativa vestida.
Tenía un vestido celeste, ajustado al cuerpo, pero sin escote, era minifalda, aunque no demasiado corta.
Le sentaba de maravilla, hubiera sido la envidia de mi esposa.
En ese momento recordé que no hablé con ella en toda la semana, no es que hablásemos todos los días, sólo de vez en cuando.
Tenía al lado mío a una de las mujeres más bellas que vi en mi vida y en mi casa estaba otra mujer hermosa, soy un hombre con suerte.
Cenamos charlando de mil cosas.
Me encantaba su conversación, era muy inteligente.
No era para nada frívola, todo lo que decía tenía contenido.
Adoraba a su hermanita y respetaba mucho a sus padres.
Entró a trabajar a esa oficina por medio de una amiga suya, Mirta, me dijo que se llamaba.
Al parecer tenía varias amigas.
Alice era sencilla, trabajaba para poder mantenerse, pagar sus estudios, comprarse sus cosas y hasta aportaba en su casa.
Yo estaba asombrado, me parecía demasiado sacrificio.
Ella era feliz y sentí por un momento, sólo por un momento, que le estaba cagando la vida.
Todo pasa, me dije a mí mismo.
Terminamos en un hotel.
Tenía puesta ropa interior de encaje negro, que me dejo sin aliento.
Toda la experiencia que yo tenía en mi almohada y la veía a ella y mi mente era puro fuego y no digo allá abajo, creo que no lo apagaría el agua de todos los mares.
Bebí toda la dulzura de su boca, la poseí con voraz pasión.
Ella se entregaba como ninguna mujer lo había hecho.
Juntos éramos como el viento, nuestra pasión nos llevaba a cualquier parte, a otro universo, tal vez.
Ya no había rastros de su virginidad, aunque en alguna posición le dolía un poco, era cuestión de que se acostumbre.
Era tan estrecha, estaba tan contenido dentro de ella, que mi miembro grueso y grande, sentía sus paredes internas húmedas y calientes.
Me estaba volviendo loco, luego de cada orgasmo quería poseerla una vez y otra más.
