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Desilusión y reflexión

Amaia

Llegué lo suficientemente temprano como para no coincidir con mi pasado en la entrada. Pero el pasado es algo tan presente, que no vale la pena rehuir de el, porque el vive en nosotros.

Quería verlos a todos desde la distancia y que mi corazón llorara en privado por todos los que iba a ver hoy aquí. Desde los buenos hasta los malos.

La sala estaba bastante llena, pero pude sentarme al fondo, en una esquina alejada.

Cuarenta minutos después no podría explicar cómo, sentí su presencia en la sala. Era algo sobrenatural, no tenía explicación, pero aun sin verlo lo supe.

Aidan había llegado.

Venía de la mano de mi madre, se veían adorables juntos, me hubiese encantado disfrutar de esa cercanía suya en circunstancias diferentes.

Ver a mi madre, me encogió el corazón, llevaba tanto tiempo sin sentir el calor de ella. Mi padre siempre fue frío y distante pero mi madre no. Ella era una esposa sumisa y cristiana fanática pero una madre cercana y cariñosa. No sé si me perdonaría algún día.

Mi hermana abrazada por Ashton, fue la próxima daga que se me clavó en el pecho. Esa niña buena que tanto amaba, que tanto me trató de ayudar y que sabía, de entre todos era la que más dolida estaría. Y ver a Ash, fue recordar la simpatía de su carácter. Así como tantos momentos juntos imborrables.

Si algo tenía que agradecer era la constancia de ese chico. Según me iba informando Douglas, el había estado todo el tiempo soportando el peso de lo que quedaba de mi familia.

Mientras yo entrenaba cada día con más rigor, para ser el agente que soy hoy; pero sobre todo para no volver a pasar por lo mismo una segunda vez en mi vida, Ashton velaba por mi madre y mi hermana, por su sobrino enfermo y su hermano de comportamiento inestable.

Estos ocho meses recibí videos en mi habitación de el cuerpo de entrenamiento, de todos y cada uno de ellos. Fuí consciente, una semana después de despertar de un estado de semi inconsciencia, de lo que había pasado con Aidan, pero yo estaba hospitalizada, no podía hacer nada. Y al saber que todos estaban vivos y bien tomé la decisión que entendí más correcta para mí. Tal vez fue egoísta por mi parte, pero ya no podía remediarlo. Me inscribí a la agencia secreta para trazar y llevar a cabo mi venganza. Sin involucrar a terceros. Y una vez allí, ni el propio Douglas podía decir nada de mí ubicación.

Toda esa gente que formaba parte de mi pasado, estaba sentándose junta, acompañándose en sus independientes dolores, y yo estaba aparte. Lejos. Sola.

Cuando entraron a los acusados, y no ví al objeto de mi tragedia y la diana de mi venganza, me quité los espejuelos para tratar de visualizar bien toda la sala.

Cómo las mellizas que éramos, mi hermana debió tener la misma idea que yo, porque su mirada se encontró con la mía.

Aproveché el factor sorpresa y un pestañazo de mi ángel, para agacharme al suelo.

— No te levantes aún, está mirando hacia acá. — la señora que estaba a mi lado me sorprendió diciendo aquello.

— Ya puedes levantarte Amaia, tu hermana ya no mira— dijo unos minutos más tarde.

Más asombroso me resultó que aquella señora supiera mi nombre.

— ¿ De dónde me conoce?.

— De hace mucho tiempo, desde que mi hijo se enamoró de ti querida.

Quedé aturdida con lo que la señora decía. Aidan en algún momento dijo que su madre se había marchado desde sus doce años y nunca más la habían visto.

Y ahora estaba aquí, esta señora diciendo ser la madre de mi marido y que me conocía desde hace mucho.

Mis preguntas quedaron vacías de respuestas cuando el juicio dió inicio y un fiscal comunicó algo al juez y este dijo para todos...

— El acusado Andrew Miller, está hospitalizado. Durante la noche sufrió una apoplejía y su estado no mejora. Debido a la incapacidad de su condición y a no ser posible su testimonio en este juicio, se suspende su sentencia y se aplaza el mismo hasta que se reorganicen las defensas de los acusados que quedan pendientes a ser condenados. Por favor desalojen la sala.

Esto último lo oí desde el pasillo por el que salí corriendo para que no me descubrieran, dejando atrás a la señora que tanto me había desconcertado y a toda mi familia de la cual, me estaba escondiendo.

Me faltaba el aire, sentía una ausencia total de flujo sanguíneo.

Empecé a hiperventilar dentro de mi auto.

Tomé mi teléfono y llamé a Julia.

— ¿Amaia? — contestó al segundo tono.

— Julia, no puedo respirar, me... me aho.. ahogo.

— Tranquila Amaia, es solo una crisis de pánico, ya sabes que hacer. Busca tu sobre para que respires, están en tu bolso cariño, no desesperes, siempre los llevas.

Poco a poco, con el teléfono en el oído empecé a buscar y encontré el sobre. Lo abrí y comencé a respirar dentro y fuera.

Quince o veinte respiraciones después había calmado mis nervios. Julia esperaba tranquila y alentándome desde la línea.

— Dime que pasó cariño.

Y le conté todo, con la voz entrecortada le conté, como el maldito de Andrew ahora estaría descansando en una cama de hospital mientras yo me ahogaba solo de escuchar su nombre, o peor aún, podría estar ya, cómodamente muerto. Truncando así todas mis ideas de venganzas contra el.

Le dije también lo de la señora, que me reconoció y que dijo ser la madre de Aidan.

Mientras hablaba con ella un mensaje entró a mi móvil de número privado.

* Tenemos que hablar Amaia, yo te contactaré pronto... Lina*

Ese era el nombre de la madre de los chicos.

— Tienes que contarles Amaia, ve a tu casa y busca a tu familia. Ya es tiempo cariño.— me animaba Julia hacia un momento que me daba pavor, pero que se volvía inevitable.

— Lo sé.

Aitana

Creo que de tanto que mi madre repitió una y otra vez que Amaia estaba viva y Aidan la apoyaba, me estaba volviendo loca.

Casi armo un escándalo en pleno juzgado.

Pero es que sería una locura si estuviera viva, y se hubiera alejado de su familia. Y sobre todo, el hecho de estar viva y no presentarse como denunciante para el juicio de Andrew.

Tratamos con el fiscal de sumarle el cargo de homicidio pasional a Andrew, pero el nos dijo que sin cuerpo no hay delito.

Así que como nunca se encontró el cuerpo de mi hermana y a pesar de que la policía sabía de su desaparición, ellos llegaron a la conclusión que mi hermana simplemente se había ido y no quería volver. Dijeron luego de setenta y dos horas buscándola y la negativa de Andrew a haberla matado, que un mayor de edad está en todo el derecho de irse sin decirle nada a nadie.

La investigación seguiría su curso. Pero ya Amaia, no se denunciaría como persona desaparecida. Más bien entendían, que era, un adulto que por motivos cualesquiera se había ido lejos sin decirle a nadie.

Mi madre y Aidan se aferraban a esa posibilidad y por otra parte Douglas dijo no saber nada tampoco. El se mantuvo al tanto de la recuperación de todos, incluso de la rehabilitación de Aidan, pero poco más.

Yo por mi parte era de la teoría de que Andrew había matado a mi hermana, aunque me doliera, no pude jamás creer que mi hermana iba a esconderse de su propia familia.

Me quedé intranquila en mi asiento; pero no tuve tiempo de analizar bien a la persona que había visto, pues el juicio dió inicio tan rápido como finalizó.

— No me lo creo Aidan, no creo que esté así. En serio no lo hago.

Todos estaban en silencio menos Ash, las chicas no pudieron ni ver a sus parejas debido al suceso y yo me había quedado inconforme con la mujer que había visto allí, pretendía acercarme a ella, pero cuando salimos ya no estaba.

— Ash, cállate por favor. Me estás dando dolor de cabeza. Déjame por aquí que tengo otras cosas que hacer. — Aidan estaba particularmente tranquilo, no me tragaba su estado sereno.

— ¿Dónde vas Aidan?— se detuvo Ashton y mi cuñado se bajó del asiento delantero y colando la cabeza por mi ventanilla, besó mi frente y dijo.

— A follar Aitana,¿Quieres venir conmigo también?

— ¡¡Aidan!! — le gritó Ashton pero él, enseñándole el dedo corazón, cruzó la calle y desapareció mientras yo rodaba los ojos molesta.

— Va a tomar un poco de aire mi niña, déjalo tranquilo. Ya volverá.

Mi madre lo defendía ahora, como si fuera su propio hijo.

Las chicas se quedaron en el juzgado tratando de pedir unos minutos para ver a Carter y Muriel.

Llegar a casa era justamente lo que necesitaba. Subí a darme un baño y mi madre se metió en la cocina.

— Cariño, mentiría si dijera que siento lo de tu hermano, pero estoy contigo para lo que decidas. Si quieres ir a verlo al hospital, vamos. — el había soportado tanto a mi lado, que si quería ir a ver a ese maldito, iría con él. Y aprovecharía para encajarle algo a ver si de veras estaba completamente paralizado.

— Eventualmente iré angel, pero no ahora. Esperaré un par de días y decidiré. De todos modos supongo que hay que pedir permisos. Al final sigue siendo un preso.

— Báñate conmigo— le pedí bajito.

— Nena, si me meto allá adentro voy a follarte duro y vas a gritar tanto que tú madre creerá que te estoy asesinando, no sabes la furia que cargo. No me tientes con esas tetas que amo. Por favor.

— Voy a salir cariño, iré a pagar la escuela y pasaré a ver cómo van los preparativos. Pasado mañana inauguramos el club y aún no llegan las alfombras de la entrada.

— Vale amor, yo voy a salir de aquí en cinco minutos y llamaré al fiscal. Cuando vuelvas tendré noticias de todo.

Mi chico se fué y me hundí en la bañera tratando de ahogar la sensación que me dejó el hecho de que Andrew estuviera en esa condición, tan increíble como poco oportuna y sobre todo, la sensación de haber creído ver a mi hermana.

Y justo en ese momento de reflexión interna siento un grito que me asusta , salgo de la bañera resbalando y me pongo un albornoz que me voy amarrando por el camino con el pelo chorreando agua.

Una vez bajo los escalones corriendo descalza, me encuentro con la única persona que no conté encontrar y mucho menos por segunda vez en una misma mañana.

Pero esta vez, sin lugar a dudas era mi hermana, abrazada a Ashton.

— ¿Amaia?

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