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Las jugadas del destino

Rafael mantuvo su rostro serio, una tranquilidad que lo torturaba inevitablemente.

No esperaba verla de nuevo, no esperaba tener que tenerla enfrente. Se estaba debatiendo entre lo que quería y lo que debía.

Y ella ya no hacía parte de su vida, así lo había decidido en el pasado, y la única responsable era ella.

Abigail lo miró una vez más, observando su mirada cargada de odio y desprecio.

Quería ser fuerte y no derrumbarse en el momento… ese hombre que tenía enfrente no era el mismo hombre que conocía. Y le dolía pensar que ella podía ser la responsable de que él fuera así ahora.

Sus manos estaban temblando. No solo había sido el choque de verlo de nuevo, sino también el ver la persona que se había convertido.

Ella tomó sus cosas y caminó con rapidez, sin mirar a su alrededor. No tenía cabeza para pensar si estaba haciendo lo correcto o no, no tenía cabeza para pensar que seguir de esa manera en la empresa era lo mejor.

Sus piernas parecían no responder, tomó un taxi y cuando estuvo adentro simplemente se quebró.

El llanto salió como la última vez, como la última vez que lo vio cuando terminó con esa relación que amaba.

Y ahora no solo tenía ese revoltijo de emociones dentro de sí, sino que también tenía miedo.

Sentía miedo de que Rafael se fuera a dar cuenta de que Gabriel existía.

Solo había alguien que amaba mucho más de lo que ama a Rafael si era a Gabriel y jamás permitiría que se lo quitara de sus manos.

Ella llegó hasta su casa, saludó a su amiga con quien vivía y quien le ayudaba a cuidar a Gabriel en el día. Solo confiaba en ella, en nadie más.

Sin dar alguna explicación, fue directo hasta la habitación de su niño que dormía cómodamente.

Se sentó al frente de él y acarició su cabello, era una copia exacta de Rafael.

Lo mejor que pudo pasar era haberse ido de la empresa, tener en su cabeza la idea de que Rafael cegado por su odio por ella usara a Gabriel únicamente para lastimarla, era algo que no iba a permitir.

Inevitablemente lloró de nuevo, el destino era cruel, volverlos a juntar de esa manera.

Ahora cada uno tenía su vida resuelta, ella viviendo al lado de su pequeño y con el recuerdo de un amor que no pudo ser, y él… plenamente feliz, casado.

Ella abrió los ojos cuando sintió las pequeñas manos de Gabriel sobre ella. Le dio una sonrisa y luego lo abrazó, lo tomó en sus brazos mientras le daba algunas palabras cargadas de amor.

—Todo estará bien, te lo prometo… si tenemos que irnos lejos para que Rafa no te des cuenta que existes, nos iremos lejos —dijo en baja voz.

Su hijo continuó jugando ignorando todo a su alrededor, ignorando por completo el dolor que su madre estaba sintiendo en esos momentos.

Luego de preparar la cena, Abigail le abrió la puerta cuando comenzó a sonar insistentemente.

Max tenía una sonrisa de oreja a oreja, ella le indicó que entrara. Max era su amigo fiel, la única persona que la había ayudado desde que ella llegó a la ciudad, y aunque él no sabía la verdad, nunca la juzgaba sin importar lo que pasara.

—Fui a buscarte en la oficina para invitarte algo y me enteré que no estabas —dijo él buscando a Gabriel para levantarlo en sus brazos—. ¿Qué pasó? no eres de las que le gusta salir a media jornada, a menos de que pase algo.

—No te molestes, pero… ya no trabajo en la empresa.

Él bajó a Gabriel de sus brazos y miró con seriedad a Abigail.

—¿Por qué no trabajas en la empresa? Abi si es porque mi hermana llegó con su esposo, te aseguro que ellos te tratarán de la misma manera porque eres parte de la familia.

—No quiero incomodar a Raf… al señor Baker.

—No digas esas cosas, tu no incómodas a nadie. Adicional mi cuñado es buena persona, cuando lo comiences a tratar te darás cuenta. —Ella bajó la cabeza—. Abi volverás a la empresa, tu necesitas el trabajo, adicional que en ningún lugar vas a encontrar un sueldo como el que mi familia te paga. Así que no quiero escuchar que incómodas e irás de nuevo a seguir haciendo un buen trabajo.

Ella lo miró, él era tan bueno y ella estaba muy agradecida, pero las cosas eran mejor así.

—Él me despidió. No está cómodo conmigo. Puede que lo que quiera es traer alguien de su entera confianza —confesó.

Max arrugó su entrecejo y luego negó.

—Mi papá fue claro con él. Tú seguirías ahí.

—Pero las cosas no siempre funcionan como uno quiere. No te preocupes, conseguiré otro lugar, uno que me sirva. Igual seguiremos siendo amigos tu y yo, sin importar el lugar en donde esté.

—No, eso no es así. Entiendo que mi cuñado llegue a hacerse cargo de la empresa, pero él no puede hacer lo que quiera. Especialmente si debe pasar por encima de lo que mi padre y yo decimos.

—Max no te preocupes por eso, él solo está haciendo lo que cree mejor.

—Sabes que no me gusta la empresa, que jamás me haría cargo de ella. Sin embargo, si veo una injusticia así, contigo. No tengo otra opción más que intervenir.

Abigail puso sus manos sobre las de él, su buen corazón era lo que más le gustaba.

—No debes dejar lo que haces por ir a un lugar que no te hace feliz, especialmente por mi. No me lo perdonaría nunca. Conseguiré algo, pronto. Lo prometo.

—No me gusta esa idea. Hablaré con él y te tiene que aceptar, y yo si voy a cumplir la promesa. —Él le dio una media sonrisa—. Le daremos la bienvenida a mi hermana y a su esposo. Quiero que tu Gabriel estén allá. Hacen parte de mi familia, quiero que estén conmigo.

Abigail palideció, no podía permitir que Rafael viera a Gabriel.

—No Max, te agradezco, pero es algo que no me compete, no es un lugar en donde deba estar y mucho menos mi hijo.

—No es la primera vez que Gabriel va a la casa, mi padre lo adora. Y sí, es tu lugar porque yo te quiero ahí.

Ella suspiró, la llegada de Rafael estaba causando un gran conflicto en su vida.

—No iré.

—¿Ni siquiera por mí? Abigail me sentiré muy solo, sabes que no me entiendo muy bien con nadie allá. Ve conmigo. Es más… yo te traje un vestido para que fueras y no acepto un no por respuesta. Irás quieras o no, por nuestra amistad.

Abigail sintió un escalofrío recorrerla, no solo lo vería de nuevo, si no que también le daría la bienvenida a él y a su esposa…

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