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1. Capítulo

Después de salir de la librería en la que laboro, junto a Sam quien es mi mejor amiga, me siento feliz porque podré ir a casa. Ya muero por leer estos libros. El viento golpea mi rostro con fuerza, sostengo los libros que llevo en los brazos intentando por todos mis medios poder mantener el equilibrio y no tropezar. Las personas caminan sin cuidado, van metidas en su propia burbuja apartados de la realidad. No soy la excepción, desde hace rato que dejé de prestarle atención a Sam (mi compañera de trabajo y de la preparatoria en la que curso el último año) una empedernida por los libros al igual que yo. Su afición por ellos nos llevó a congeniar apenas cruzamos palabras en la librería y ahora también cafetería, un pequeño pero acogedor local lleno de maravillas plasmadas en papel, un ambiente que desprende el mejor aroma a café.

Los libros se han convertido en mi único refugio, donde los problemas parecen desaparecer. En ellos encuentro tranquilidad en medio del caos, es como una guarida que desafortunadamente se esfuma cuando vuelvo a la vida real. Sus páginas me transportan a otro mundo, uno en el cual todo es mucho más sencillo, donde mis inseguridades, miedos, dolor, quedan atrapadas en el hoyo que se crea cada vez que mis ojos devoran sus páginas. Historias perfectas que deseo se conviertan en realidad, pero eso no tendría sentido, la vida no es un cuento de hadas y mucho menos color rosa. Además si así lo fuera jamás sería la protagonista, porque siempre seré la extraña que vive encerrada en la biblioteca y no tiene vida social.

—¿Qué opinas? —la voz de Sam me saca de mi ensimismamiento, me habla mientras va a mi par.

—¿Uh? —ladeo la cabeza sin entender a qué de refiere.

Seguimos andando por la ciudad. Las calles están abarrotadas de personas, esta tarde no es la excepción.

Sus enormes ojos azules me observan atentamente, frunzo el ceño al no alcanzar a escuchar lo que dijo.

—Te decía que hagamos algo distinto este año, estaba pensando que tal vez podríamos cambiar algunos métodos que venimos utilizando. —cruzamos la calle al ver que el semáforo ha cambiado de color —. Hacer diferentes dinámicas, por ejemplo, la persona que escribir en la pizarra lo que le gustaría le sucediera en su vida, un sueño frustrado o que sé yo. Dejar fluir lo que sienta en ese momento. —repite encogiéndose de hombros.

Acomodo las gafas sobre el puente de mi nariz. Estoy replanteándome usar las lentillas que Annie me regaló, esas que llevan tiempo guardadas en aquel cajón de mi habitación.

«¿Habrán caducado?»

La verdad es que no tengo idea si esas cosas se dañan, con tanto tiempo que llevan allí no me sorprendería que papá  las haya tirado a la basura pensando que no sirven.

Seguimos caminado por la ciudad de New York, el clima es un poco frío, aún así no cala hasta los huesos.

—¿Y a qué llevaría todo esto? —alza una de sus pobladas cejas castañas —. Es decir, algún motivo debe de tener, ¿No?

—Obvio —responde abriendo la mochila, esa que siempre trae con ella a dónde sea que vaya y saca un papel que desdobla —. Apunté varios de ellos, ahí están.

Me tiende el papel arrugado, tiene tantos tachones que es difícil entender lo que dice.

—Metas, rupturas, decepciones, etcéteras—leo en voz alta. —la idea no suena descabellada, es mejor que la anterior.

Finge estar ofendida, echamos a andar hacia la pizzería que solemos visitar con frecuencia. El interior del local está semi vacío, admiro sus paredes pintadas de amarillo y ese enorme dibujo de una pizza que abarca la pared cerca del mostrador. Las mesas y sillas son rojas. nos sentamos en la mesa de siempre, me gusta sentarme allí ya que queda junto al gran ventanal. A los pocos minutos se acerca la mesera a pedir nuestra orden, que no tarda en traer rápidamente.

—También sería genial si los clientes tienen un diario personal, pero que sea anónimo. —añade mientras toma un sorbo de su gaseosa.

No deja de tirar ideas torno a la librería.

—Se oye interesante tu idea —sonríe contenta.

—Realmente creo que servirá para aumentar la clientela, pero no estoy segura si las personas les gustará. —voy a agregar algo cuando de pronto suena la campanilla anunciando la llegada de un nuevo cliente.

Al ver que se trata de ellas, me hundo en el asiento pidiendo que no reparen en mi presencia. Aunque tampoco es que llamo la atención, más bien la gente suele ignorarme como si fuera invisible, quizás porque les avergüenza que los demás vean que están con la chica extraña de ojos rasgados.

«No es ninguna novedad»

A veces pienso que mi vida hubiese sido diferente si fuera como Annie, ella se parece a papá y sus rasgos cautivan a cualquiera. Es popular, está en el club de canto y es la novia del capitán del equipo de fútbol americano. A diferencia de mí, somos completamente polos opuestos, mientras ella es coqueta, extrovertida, es amiga de media preparatoria, yo solo tengo a Sam y prefiero quedarme en casa que asistir a las desenfrenadas fiestas de adolescentes. Mi padre dice que no tiene nada de malo ser diferente al resto, pero mentiría si digo que no odio la mirada desdeñosa de las personas. Sus conceptos errados los lleva a pensar que por ser diferente a mi familia, soy “el patito feo.”

La preparatoria es un completo infierno, 

las burlas que recibo por parte de Shannon y su grupito son cada vez más hirientes, y aunque he intentado ignorarlos es imposible no acabar encerrada en el baño. No es que las burlas en si mismas tengan algo positivo, pero si son situaciones (como otras de la vida real) en la que tenemos que aprender a resolverlas y manejarlas. Sin embargo, llega un momento en la que defenderse de esas situaciones desagradables se hace difícil si vives luchando contra esas “inseguridades.”

Lamentablemente mi rostro pálido es lo que resalta en el lugar, puesto que su mirada recorre el local y se posa justo en mí, se encamina a dónde estamos con esa confianza que la caracteriza. Lleva un vestido color rosa pastel, sus largas piernas se ven estilizadas en esos tacones de agujas.

—Pero miren quién está aquí —expresa con fingido asombro, sabe que suelo frecuentar esta pizzería.

Entonces quiero que se abra un enorme hoyo en el suelo y me trague.

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