capitulo 1
Las ramas golpean su cabeza y el resto de peludo cuerpo, sin embargo, Sara no se detiene y continúa corriendo por el denso bosque para alejarse de sus perseguidores. La loba se detiene justo cuando se abre un pequeño claro y es en ese instante cuando logra tomar un poco de aire.
El ritmo de su respiración era agitado, pero no podía parar. Ya había huido de su manada y no existía vuelta atrás, nunca más regresaría y mucho menos para que pudieran doblegarla.
La loba de un espeso pelaje marrón hace amago de volver a seguir con su camino cuando siente un fuerte dolor que se instala en su estómago, chilla hasta que termina sentándose sobre las hojas secas.
Se retuerce un poco ya que el dolor era muy intenso.
—No, por favor, ahora no es buen momento —gruñe para sus adentros.
Pero el dolor la vence y termina cayendo el suelo por completo, se transforma rápidamente en una humana dejando su cuerpo completamente expuesto. Inmediatamente a su transformación, su vientre se vuelve enorme.
—Vamos, necesito un poco más de tiempo —le dice a su vientre mientras que ese se estremece.
Sara gira su cuerpo en redondo quedando en cuatro patas, intenta ponerse en pie, pero le resulta imposible, el dolor se hizo cargo de su cuerpo lo que indicaba que era el momento de dar a luz a su cachorro.
—Tenía que ser justo ahora—musita algo enojada.
Baja la cabeza y comienza a pujar con todas sus fuerzas mientras que la tierra del bosque se hunde en sus uñas, la mujer continúa pujando al mismo tiempo que separa sus piernas para darle paso al cuerpo de su hijo.
Pero mientras que ella trae al mundo a su hijo, un par de ojos la observaban en medio de la oscuridad.
Sara continuo hasta que con su último aliento termino por ayudar a salir al bebé de su interior, la mujer cae al suelo agotada por todo el desgaste físico que tuvo que hacer para escapar de su manada y dar a luz a su cachorro.
Toma al bebé en sus brazos y sonríe al darse cuenta de que era una niña, pero su sonrisa se apaga cuando nota que su hija estaba manchada. Su piel poseía machas blanquecidas casi todo el cuerpo.
—¡No! ¿Por qué? —la niña no paraba de llorar desesperando a la mujer ya que el llanto pondría al descubierto su lugar.
Sara mira al cielo mientras que mece a su hija en sus brazos y ve la enorme luna llena. Parpadea un par de veces y luego baja la mirada hacia su cachorra.
—Hija de la luna, te llamaras, Leah.
