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Capítulo siete
Abro mis ojos poco a poco y me acostumbro a la luz fuerte de los focos, muevo mi cuerpo de la cama con sábanas grises y llevo una de las manos a mi cuello.
Arde.
Tomo asiento y mi vista enfoca todo el lugar en cuestiones de segundos, sus ojos negros me ven con cautela mientras que mantiene sus brazos cruzados —¿Cómo te sientes? ¿Algo raro?
Niego —¿En dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? —cuestiono.
—Te caíste de las escaleras cuando ibas subiendo a tomar la clase junto con mi hermana —saca un pequeño bolígrafo de su chaqueta y camina hacia mí —tuviste suerte de no quebrarte algún brazo o tal vez tener una dislocación —toca un botón de este y prende su linterna —siguela, por favor —hago lo que me dice y él vuelve a meter su bolígrafo dentro de su chaqueta —parece que todo está en orden.
—ZUANI —escucho el grito de Abigail retumbar en mis oídos y volteo a ver como su presencia inunda la inmensa habitación, se coloca delante de mí y tira su cuerpo de lleno al mío —pensé que te pasaría algo malo y lloré mucho toda la tarde.
—¿Tarde? Un momento —me separo de ella —¿llevo toda la tarde aquí?
—Lo que pasa es que no despertabas y con lo que paso no podíamos... —Len tose falsamente y ella detiene su hablar.
Ambos se miran entre sí y el cuarto se llena de tensión, Abigail hace un gesto desaprobatorio con su rostro y se levanta de la cama, traga grueso y aprieta sus manos a los costados.
La que se va a liar y yo aquí en medio.
—Creo que es momento de que te vayas—Len la toma de los hombros y la empuja fuera de la habitación —después tú y yo hablamos —le cierra la puerta en la cara y recuesta su cuerpo contra la misma —¿qué voy a hacer contigo? —suspira.
—¿Conmigo? —junto mis cejas —¿De qué me hablas?
—Estás en la vida de ellos y no tienes idea de lo peligroso que son todos —susurra para sí mismo.
—¿Len? ¿Así te llamas, no? —me levanto —no entiendo nada, ¿qué acabas de decir?
—Nada, tienes que irte antes de que pase algo malo.
—¿Y qué es ese algo malo que me puede pasar?
Se voltea ligeramente sin saber que responder y continúa caminando—sígueme —salgo de la habitación detrás de él y recorremos los pasillos de la casa en silencio.
Mi vista viaja a cada facción de su cuerpo sin poder entender mucho todavía el porqué de su extraño comportamiento. Es como si fuese otra persona totalmente distinta al Len que vi por primera vez en la universidad.
Este tipo me va hacer sacar canas con tanto misterio.
¿Será que sólo se comporta porque está en su casa?
—No es sólo por eso—detiene su andar y gira su cuerpo, sus ojos ahora un poco más oscuros brillan y me miran con cautela, da un paso hacia mí y retrocedo automáticamente.
—¿Len? ¿Estás bien? —trago grueso—¿Len?
—Perfectamente —susurra —¿y tu? —toma un pequeño mechón de mi cabello y sonríe de lado —Zuani Dhall—los focos del pasillo parpadean y choco contra la pared sin salida alguna, siento mi corazón bombear sangre a millón y mi respiración se desestabiliza —¿me tienes miedo?
—Claro que no—carraspeo y volteo mi rostro al pasillo vacío —lo que pasa es que estás invadiendo mi espacio privado—titubeo.
—Ahora resulta ser que estoy en tu espacio privado cuando en la universidad me buscas todo el rato con la vista —coloca su dedo índice sobre mis labios —porque no me dices de una buena vez que es lo que quieres —el olor a su perfume me embriaga y respiro profundo sin poder evitarlo —tranquila, no lo huelas tanto que lo tendrás pronto todo el rato pegado a la nariz.
Alzo mis cejas y me escabullo debajo de sus brazos —Eso es lo que tu crees, niño—sonrío de lado.
—¿Qué está pasando aquí? —Abigail se posiciona en frente de mí y mira a su hermano de arriba a abajo —¿qué estás haciendo Len?
Se encoje de hombros —solo la llevaba a la salida, solo eso.
—¿Realmente hacías eso, Len? —Alexander se une a la reunión y bajo la mirada a los pies.
La reunión familiar en toda gloria, solo falta aquí que llegue la mamá.
—Chicos, ¿Qué están haciendo? —otra voz femenina se escucha por el pasillo, volteo y miro a la señora de cabellos rojizos caminar en nuestra dirección —¿Qué está pasando? —me observa y dirige la vista a ellos —¿Me explican?
—Nada, madre. Lo que pasa es que Len ya estaba metiéndose en líos otra vez —Mery habla entre dientes mientras aprieta sus manos a los costados.
Bueno, supongo que tengo a toda la familia en frente mío.
—Len, ¿me explicas?
Levanta sus manos —Yo solo la iba a dejar fuera, solo eso, pero aquí —señala a Abigail —mi querida hermana está pensando cosas que no son.
Mery niega sonriendo —No, no. Yo sé perfectamente lo que estabas haciendo, a mi no me vas a engañar.
—Estúpidos, no se dan cuenta que están formando un circo al frente de nuestra invitada —el castaño de ojos ámbar me observa de reojo —y al parecer la están poniendo muy incómoda en esta situación.
Doblo mis pies hacia adentro y aprieto mis manos —No hay problema, con que me dejen en la puerta está bien para mí.
Recuerda Zuani, control. Tú no sabes nada de ellos, ni siquiera lo que pasó hace unas horas.
—Si eso es lo que yo estaba haciendo, pero llegó esta loca y empezó a preguntar cosas sin sentido —rueda sus ojos negros —en fin, les dejo esto a ustedes —remanga su chaqueta hasta los codos —Tengo cosas que hacer—pasa de largo y me da una rápida mirada antes de desaparecer de nuestra acusante mirada.
El ambiente tenso pasa a uno aún más cargado, doy un suspiro y miro a las tres personas delante de mí —eh, no sé dónde estoy, como llegué, pero si son tan amables de llevarme a la puerta se los agradecería mucho, la verdad es que esto me resulta un poco extraño.
—No te sientas desencajada, mira —Mery me toma del brazo y me aproxima a su madre —ella es mi mamá, se llama Laia, y es tía de este loco que ves aquí —señala a Alexander.
—Entonces... Todos ustedes —los señalo a ambos —¿son familia?
—Lo somos, Alexander es mi primo y Len es mi hermano.
Abro y cierro mi boca, vuelvo a hacer el mismo gesto y muerdo mis labios, doy una sonrisa de boca y los veo sin saber que hacer o que más decir.
Estoy en la boca del lobo ahorita mismo, necesito salir de aquí como sea.
—Habla cariño, ¿qué ibas a decir? —su mamá toca mis mejillas y coloca mechones de cabello detrás de mí oreja —venga, dinos que ibas a decir.
—Es que no entiendo porque Abigail me preguntó y me dijo cosas algo fuera de tono cuando Alexander me habló por primera vez hace unos días si son familia.
Su madre la voltea a ver y ella asiente, supongo que le está confirmando que soy su otra mitad —¡Con que eres tú! —baja sus manos a mis hombros y me abraza.
Eh, eso no me lo esperaba.
—No entiendo la verdad, ¿quién soy?
Toca mi nariz —Pronto lo sabrás, pronto lo sabrás.
Alexander tose falsamente y mira de reojo —Creo que es hora de dejarla en su casa, me ofrezco como voluntario a llevarla.
—Yo voy contigo —Mery toma mi brazo y lo pega a su pecho —no me quiero separar de ella —sus ojos azules parpadean rápido y sonrío.
Zuani, te dejan un día sola y mira como acabas, si es que te creas unas facetas en esta cabeza que a veces pienso si realmente no le temes a la muerte. Menuda humana.
Déjame en paz, mente loca y desubicada.
Soy parte de ti, no me puedo ir a ningún otro lado, tarada.
Ya.
