Capítulo 5
---- No Julián perdóname, no era mi intención cuestionarte frente a las niñas
Las palabras se atropellaban en su garganta y se escapaban en mitad de un quejido lastimoso y temeroso de la acción venidera, Linda se levantó de la mesa para no presenciar lo que seguía, Nancy, intentó poner distancia entre él y su marido, pero esto irritó a Julián que se levantó de la silla de un impulso y se desabrochó el pantalón.
---- No Julián por favor, no
Suplicó temerosa y apresuradamente la mujer, mientras el marido doblaba el cinturón. Linda se fue a ver a su hermana que ya jugaba con sus muñecas escuchando un par de golpes del cinturón en las nalgas de la mujer, que se quejó lastimeramente, mientras que el marido le gritaba.
---- No me vuelvas a cuestionar, sabes qué me molesta que me pongas así, ¿Tú crees que no hago bien las cosas? ¿Quién serías si no fuera por mí? Eres una mala agradecida, es lo que eres.
Nancy estaba de cuclillas con el cuerpo pegado a la cocina con la espalda ardiéndole tremendamente, observando a su marido, tomar sus llaves, abrir la puerta de la casa y salir.
Linda se acercó a la cocina, su madre estaba con los ojos llorosos por el tremendo ardor que sentía, por un momento temía que Julián le hubiera abierto alguna herida, pero al encontrar a sus hijas con una cara de miedo en la puerta, ella extendió sus brazos para tratar de tranquilizarlas. Ambas niñas estaban en sus brazos y le preguntaban porque diosito, permitía que su papá les pegara y Nancy, intentaba explicarles que, en los matrimonios, había veces en que el hombre perdía el control y que necesitaba descansar de todo el estrés de su trabajo y de las cosas que sucedían en la calle, pero que Jehová no tenía nada que ver con eso, simplemente eran cosas que sucedían.
Esa noche, después de que Linda y Diana se fueran a su cama en la habitación de a lado, Nancy, se miró el espejo, su espalda estaba cruelmente marcada con dos líneas rojas que le ardían muchísimo, se dio un baño y se untó la única crema que tenía para el cuerpo, intentando alcanzar los puntos más altos de las marcas que tenía en el cuerpo, a pesar de sus esfuerzos, sentía como inútil el tratar de aliviar un dolor que sabía que se sentía también en el alma. Ella no había podido escoger la vida que le había tocado, sus padres decidieron por ella el momento en el que se tenía que casar y en cierta manera también influenciaron que tuviera hijos, desde muy joven su vida había estado condicionada por el acoso de las ideas religiosas e ideológicas de los demás y siempre se sintió como una mujer que no podía decidir nada en la vida, no pudo estudiar la preparatoria porque su destino era ser mujer, estar casada y atender al marido y a los hijos, no querían gastar dinero para que terminara así, así que la prefirieron adiestrar para ser una buena esposa, para conseguirles una buena familia que a su vez ayudará a la estabilidad y buen nombre del apellido dentro de la congregación a la que pertenecían y en muchos sentidos eso era lo que había marcado la vida de Nancy como persona, como individuo y como mujer.
Su celular vibro, Nancy lo sujetó con premura con el miedo de que fuera su esposo a pesar de que ya casi era media noche, en la pantalla pudo distinguir el nombre falso con el que tenía guardada a su amiga, abrió el mensaje: “Ni se te ocurra dejarme plantada wey, ya tengo un lugar reservado para nosotros el viernes, a ver que le inventas a Julián, pero no puedes faltar”
Nancy apretó su puño con el celular en la mano, le dolía la espalda, le dolían los ojos de ver el celular en la noche, para pretender estar dormida cuando Julián llegara, su experiencia más libertaria y hermosa en mucho tiempo había sido ir a comprarse y tomarse un chocolate con una vieja amiga en un lugar en el que las personas podían reunirse con comodidad, pero que a ella parecían haberle prohibido todo contacto con la humanidad. Se sentía frustrada y más frustración sintió cuando recargó el peso completo de su cuerpo sobre su espalda, al acostarse con normalidad en la cama y sentir el calor quemante de los golpes que le había dado su marido. Se imaginó por un momento mintiendo y escapando, él, si la llegaba a descubrir podría golpearla y de qué manera lo haría; durante mucho tiempo la idea del divorcio había estado presente en su mente, pero era difícil comprobar las infidelidades o cualquier otro abuso en la congregación, pues muchos de ellos, dependían de la persona que lo mirase y cómo lo pudiera interpretar. Se sintió abandonada y un gran vacío creció en su pecho, era un dolor profundo que le martilleaba con violencia el pecho y que la obligó a levantarse. A su costado, había una mesa de cama con dos cajones personal, en el cajón inferior que estaba bajo llave, se encontraban las cosas privadas de Nancy, principalmente cosas con fines reproductivos y de sanidad, un lugar en el que Julián por su estricta formación dentro del culto de los testigos de Jehová sabía que nunca se atrevería a mirar, qué hay detrás de todos aquellos artículos de higiene femenina, se encontraba el vaso de Café Romance, cuidadosamente envuelto en una tela, una muestra del placer que le había dado su rebeldía, sujetó el vaso entre sus dos manos mientras que el teléfono vibraba con cierta intensidad, era Karina.
---- Ya vi que leíste mi mensaje wey, sólo para decirte, que de verdad no te atrevas a dejarme plantada, ahí afuera hay un mundo que no podía ver, que no podía sentir y que me hicieron creer que no quería conocer. Vamos juntas a conocer un mundo del que sólo nos hablaban como un espacio al que no queríamos pertenecer sin la oportunidad de decidir por nosotras mismas.
Las palabras de Karina, le dolieron a Nancy, sabía que tenía razón, su amiga se veía diferente, escribía diferente, hablaba diferente, pero por primera vez en muchos años pudo percibir en aquella mujer, algo que era incapaz de percibir en sí misma, se sentía libre y aquello era algo que Nancy quería saber, qué se siente.
---- De acuerdo, pero necesito tantos detalles como puedas darme para saber qué haré.
Le escribió Nancy y recibió un sticker de un león blanco con una enorme sonrisa en el rostro. Nancy cerró sus ojos y se encomendó a dios para que guiara sus pasos a partir de ese momento.
