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Capítulo 3

- ¿ El lugar está libre, muñequita? - Me encontré con sus ojos verdes por primera vez y lo encontré mirándome con una sonrisa en el rostro que no pude descifrar pero… espera, ¿realmente se había atrevido a llamarme con un apodo así?

Todos los machos fueron muy groseros.

Con cinco palabras ya me lo había confirmado.

Pero cuanto menos hablara con él, mejor sería para mí.

- Sí - respondí evitando nuevamente su mirada, quitando mi mochila de la silla para hacerle espacio. Por mucho que me molestara ese apodo y la forma en que lo pronunciaba, preferí no decirle nada para no prolongar demasiado la situación.

Cuanto antes llegue el final de la hora, mejor, me dije.

Poco después su voz volvió a mi lado - ¿Siempre estás tan callada, muñequita? - preguntó escrutándome con una mirada casi divertida. La lección ya había retomado su curso normal, ya nadie nos prestaba atención en la parte de atrás y lo miré.

- ¿ Puedes dejar de llamarme así por favor? - susurré esperando no ser escuchado por el profesor, pero en realidad habría usado el mismo tono de voz incluso si hubiéramos estado solos.

No era muy abierta con la gente, crecí prácticamente sola y desconfiaba del mundo, por culpa de mi padre.

Esbozó una sonrisa y apoyó la cabeza en la palma de su mano mirándome como si quisiera estudiar cada detalle de mí, como si fuera una estatua exhibida en un museo o un animal extraño cuyo origen se desconoce.

- Yo hice la pregunta primero – señaló sonriendo de reojo.

Me quedé perplejo.

Noté que su sonrisa era aún más blanca y perfecta de cerca, sus dientes no mostraban ninguna pequeña imperfección y cuando miré sus manos noté lo hermosas y viriles que eran .

Volví a mirarlo a los ojos, dándome cuenta de que todavía estaba esperando mi respuesta pero dudé en hablar y decidí desviar mi atención de él y fingir seguir la explicación del maestro.

Pero no dio señal de dejarme en paz, por el rabillo del ojo pude ver perfectamente sus iris aún fijos en mí.

- ¿ Picardias? Aún no me has respondido – volvió a hablar, pinchándome el costado con un dedo y salté en la silla.

No estaba en absoluto preparado para ese contacto y lo miré.

¿Cómo te atreves?

- Sí, siempre soy tan callada por eso te estoy ignorando - Ni siquiera sabía de dónde había sacado la fuerza para darle tal respuesta de una manera tan franca, si es que en algo me había convertido desde entonces. mi padre empezó lo que me maltrataba y estaba siendo sojuzgado.

- No entiendo - comenzó, sin dejar de mirarme con esa mirada casi estúpida , en cierto sentido.

Sus ojos tenían una forma particular, casi almendrada, mientras que sus largas pestañas rodeaban el verde intenso que desprendían sus claros iris. Tengo que admitir que fue realmente muy hermoso, no es que nunca lo hubiera notado de lejos pero de cerca es algo completamente diferente.

Desde aquí podía ver cada detalle de su rostro, el asomo de una barba muy clara que marcaba su marcada mandíbula y su impecable nariz con la punta ligeramente respingona. Tenía unos rasgos tan delicados y perfectos que su rostro parecía esculpido.

Todo parecía haber sido elegido de la mejor manera, incluso los labios rosados y carnosos, ni mucho ni poco. Tenían razón, diría yo.

Pero recordé su "no entiendo" y lo miré a los ojos nuevamente. Me pregunto si se dio cuenta de cómo había estudiado los detalles de su rostro.

- ¿ Qué? - siseé tratando de mantener mi mirada en la suya pero no pude, seguía sintiéndome incómoda si él me miraba así , como me pasaba con cualquier otra persona en este mundo.

Incluso si su mirada parecía más intensa y decidida a descubrirme . ¿Era posible que él nunca se hubiera fijado en mí?

- Dijiste que me estabas ignorando, pero al decirlo me calculaste - De repente sentí una sensación extraña, una emoción que tal vez había olvidado que incluso podía sentir.

¿Una sonrisa? ¿En serio era una sonrisa divertida lo que acababa de reprimir?

De repente me temblaron las manos y bajé los párpados.

Por mucho que intentaba no darle crédito, ese lado divertido suyo había logrado hacerme sonreír y no podía entenderlo... a estas alturas ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que sonreí.

- ¿ Fue eso una sonrisa? - preguntó sonriendo, señalando mi boca y yo negué con la cabeza mientras seguía la lección.

- No – respondí con decisión sin mirarlo más.

- ¿ Cómo te llamas? - preguntó varios momentos después y resoplé al notar su insistencia.

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