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Capítulo 1

Quizás también te preguntes por qué una chica de diecisiete años, que en teoría debería estar viviendo los mejores años de su vida, querría terminarla aquí, pero yo tenía mis razones. Contar la historia de mi vida sería demasiado difícil y complicado, pero en definitiva podría resumirlo todo en una simple fecha, el 7 de noviembre , 7 de noviembre de hace diez años. La noche en que mi madre, la única persona que me amaba en este mundo, sufrió un accidente automovilístico.

Incluso recordarlo volvió a nublarme la visión.

Esa noche estaba solo en casa, recibí una llamada de ella, a la que respondí sonriendo, pensando quién sabe qué cosa linda quería decirme, pero cuando la escuché hablar me di cuenta de que estaba llorando. Había discutido con Jackson, mi padre. En pocas palabras, ese hombre siempre había sido alcohólico, se emborrachaba prácticamente todas las noches y cuando llegaba a casa no hacía más que gritar y golpear todo.

Presa del pánico comencé a decirle a mi madre que se calmara y se fuera a casa, que todo volvería a estar bien pero ella no paraba de repetirme que tenía que ir a empacar mis cosas, que nos íbamos, pero al poco tiempo escuché El sonido de mi vida rompiéndose .

Esa tarde el coche chocó frontalmente con un camión con remolque en medio de un cruce y la mujer que me había dado a luz y me había criado, con todo el amor que una mujer puede dar a sus hijos, perdió la vida en el camino, filmado mientras que al otro lado de la pantalla, escuchando todo, estaba yo .

A partir de esa noche mi vida cambió totalmente, si hasta entonces mi madre y yo habíamos tenido que lidiar con un alcohólico que nunca se quedaba en casa con nosotros, después del accidente comencé a compartir mi vida con un monstruo. Pero lo peor fue que lamentablemente seguí haciéndolo hasta el día de hoy.

No dejé de caminar en silencio, con los auriculares en los oídos y el libro en las manos, pero cuando llegué frente a la clara terraza de madera de mi casa, me vi obligado a guardarlos, a él particularmente le molestaban . Antes de entrar, comencé a tamborilear nerviosamente con los dedos sobre la superficie del libro, sin darme cuenta de lo que podría hacerme esta vez.

Pues sí, desde que mi madre falleció, además de seguir emborrachándose, también había empezado a maltratarme, tanto física como mentalmente. Lo único que hizo fue decirme que fue mi culpa que nos dejara, que fue mi culpa que ella muriera en ese maldito accidente y que yo nunca debí haber venido a este mundo. Aparté esos pensamientos para no demorarme más y puse las llaves en la cerradura de la puerta. Lo hice clic, luego lo abrí de par en par y entré en esa casa ahora demasiado fría y melancólica.

El silencio terminó en un instante.

- ¿ Cuántas veces te he dicho que no deberías quedarte fuera de casa hasta esta hora? - su voz ronca y cortante llegó a mis oídos apenas entré a la sala e incliné la cabeza para no pensar en una afrenta.

- Lo siento, estar al aire libre me relaja – susurré esperando que al menos esta vez me dejara en paz y me levanté del sillón, acercándome a mi figura, petrificada frente a él. Me estremecí.

- No tiene sentido que te disculpes, pequeña, ve a preparar la cena – su aliento me daba náuseas, el exceso de alcohol se olía incluso desde lejos, era repugnante.

- Está bien – Me retiré boca abajo, saliendo de la sala y dirigiéndome hacia la cocina, para preparar la cena como me habían pedido sin ninguna objeción.

Así es mi vida desde hace diez años. Nunca salía de casa, excepto para ir sola a la escuela o al parque; No tenía amigos, porque él no me dejaba y me obligaba a seguir todas sus órdenes sin oponerme jamás porque ciertamente no tendría la fuerza ni la voluntad para oponerme a él.

No tengo por qué luchar por nada, estoy solo en el mundo y lo seguiré estando, con los años he aprendido a aceptarlo .

El rugir del agua del grifo abierto era el único ruido audible en el baño de mi casa.

Apreté mis dedos a lo largo del borde del lavabo y seguí mirando mi reflejo, mi mirada se perdió como todos los días y cerré los ojos por un momento. Suspiré un par de veces antes de abrirlos nuevamente, encontrándome con mis iris oscuros y con ellos toda mi postración.

Quién sabe si en su cabeza alguna vez piensa en cuánto daño me está haciendo, quién sabe si siente remordimiento, será posible que el hombre que se supone debe protegerme de todo y de todos no se arrepienta de tratarme. ¿como esto?

Sin embargo, a pesar de mí, su comportamiento no hizo más que confirmar estas últimas palabras mías.

Me lavé la cara para quitar la angustia que se podía ver en mi rostro y levanté los bordes de mi camisa para luego quitarla por encima de mi cabeza. Miré mi cuerpo y cada moretón no era más que la firma que me dejó el maltrato de mi padre. Apliqué un ungüento en cada mancha morada como todas las mañanas y regresé a la habitación para prepararme para la escuela, una de las pocas oportunidades que tuve para salir de casa por unas horas.

- Hoy vendré a buscarte al colegio - su voz desagradable me llegó antes de que pudiera cerrar la puerta principal detrás de mí.

- Está bien – respondí simplemente resignado y lo cerré. No podría hacer otra cosa.

Una vez que subí al autobús fui y me senté en la zona donde había la menor cantidad de gente posible para estar solo y me puse los auriculares.

Gotas de agua comenzaron a perforar el cristal ante mis ojos y el cielo hoy estaba gris. Observé mi casi indistinguible reflejo en el cristal del autobús y mis ojos no mentían, estaban perpetuamente apagados y mi sonrisa con ellos.

Hacía años que no sonreía.

Pero nadie se dio cuenta.

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