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Lágrimas en su tatuaje

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Aligam
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Sinopsis

A veces, por desgracia, suceden cosas que no puedes volver atrás. Eventos capaces de secuestrar la línea del destino, eventos por los cuales dejas de ser lo que eras. Y es difícil, a pesar de los esfuerzos, intentar seguir adelante. El problema es que cuando algo se rompe, por ejemplo el corazón, ya nada puede ser como antes. La vida es eso que pasa mientras la vives, pasas el tiempo esperando que llegue algo bueno, y cuando finalmente llega, no sabes cómo manejarlo. Quédate quieto y aunque trates de no tener miedo, tener miedo es inevitable. El problema viene cuando pasas toda tu vida planeando porque los planes no incluyen lo inesperado. Y Grace Jones lo sabe bien. Con el corazón lleno por todos los puñetazos que la vida le ha dado, está inmersa en su rutina, cuando se encuentra embarcada en un repentino viaje a un pequeño pueblo lejos de su Chicago. Grace, tendrá que enfrentarse a todo lo relacionado con su pasado y más allá. Cuando cree que ha tomado la decisión correcta, alguien llama a su puerta, es Adrian Scott. Ojos verdes, tatuajes y carácter impredecible, como el amor y la existencia. El secreto está en entender que no son los momentos que planeamos trastornar nuestras vidas, sino los inesperados.

DulceAmor a primera vista Historia PicanteAcciónAmor-OdioChico Bueno

Capítulo 1

Siempre he buscado el orden en el desorden que soy, hasta que un día, la vida decidió ponerme a prueba y todos mis planes se desmoronaron.

No estaba preparado para un cambio así.

No estaba lista para decir adiós.

No estaba lista para seguir adelante, no porque tuviera miedo, sino simplemente porque no sabía cómo hacerlo. Si había una manera, por supuesto.

Vienes al mundo con la fuerza de un león pero cuando empiezas a caminar comprendes que si quieres vivir, no puedes hacerlo sin correr riesgos.

Pero sin libro de instrucciones. Solo tienes que tirarte.

Y así es, la vida es un poco como un parque de diversiones; una mezcla de euforia y miedo.

Un momento antes de cruzar el umbral, observas todas las atracciones y quioscos desde lejos, y eligiendo en qué atracción quieres montar, intentas calcular cada riesgo y peligro, pero nunca sabrás con qué obstáculo te puedes encontrar, al menos hasta que sucede.

Lo observas todo; los autos de choque, la galería de tiro, la casa de los espejos, pero nunca te detienes en los juegos fáciles. Tu atención siempre permanece en lo que te parece más loco e increíblemente hermoso.

Sabes que podrías lastimarte.

O en el caso de las montañas rusas, sabes que te puedes morir de miedo, pero te subes de todos modos.

Subir y bajar.

Y entre un torbellino de altibajos, intentas mantenerte intacto. Sonreír, aunque con dificultad.

Y ahí es cuando te das cuenta de que tu existencia es como el carrusel que has elegido.

Entre la paranoia y las metas, intentas luchar por tus sueños. Sea cual sea la ruta. Cualesquiera que sean los obstáculos, siempre tratas de llegar al final del viaje.

Nunca admitirás tu fuerza ante ti mismo, porque a pesar del terror de lastimarte, te subiste al carrusel que más te asustó.

Pero la verdad es que solo debe recordar mantener las manos apretadas en el cinturón de seguridad.

Arriesgarse sí, pero siempre con precaución.

Porque perder el control de uno mismo después de que termina el viaje es inevitable.

Te tambaleas pero no te rindes. O al menos lo intentas.

Tu cabeza da vueltas un poco pero te mantienes de pie.

Porque a pesar del miedo, no elegiste un simple tiro al blanco. Has elegido la montaña rusa.

Estoy sentado en mi cama mirando la fotografía que tengo en mis manos. Recuerdo ese momento como si fuera ayer, aunque ya han pasado dos años.

Pero es así, algunos momentos de nuestra vida, aunque sean cortos, nunca se pueden olvidar. Quedarán grabados en nuestros corazones para siempre.

Era Nochebuena, en el fondo nuestro árbol de treinta centímetros de altura repleto de adornos, porque nunca había suficientes para mí. Regalos esparcidos por todas partes y la chimenea encendida.

Todo fue perfecto.

Las luces, los abuelos de fondo brindando y luego estábamos nosotros dos, sentados en el piso mientras nos abrazábamos.

Estábamos en el centro de la fotografía tomada por papá.

Suspiro pensando en lo hermosa que habría sido nuestra vida juntos si solo diez días después, la persona más amable, desinteresada y sincera que he conocido no hubiera tomado ese camino.

Ese día se sintió como un miércoles por la noche normal.

Él estaba en el cuartel, mientras yo estaba en mi habitación viendo una película en Netflix.

Pero cualesquiera que fueran nuestros compromisos, siempre encontrábamos la forma de dedicarnos tiempo a nosotras mismas.

Recibí su videollamada esa noche, como todas las que no pudimos pasar juntas.

Recuerdo que hablamos de todo, especialmente de nuestro futuro.

Nos gustaba fantasear sobre cómo sería. No porque tuviéramos prisa, sino simplemente porque el amor hace que todo sea perfecto a los ojos de los que amas.

No pensábamos en las dificultades que encontraríamos, porque no nos gustaba perdernos en los matices de la vida.

Siempre tratamos de sacar lo mejor de todo.

Por lo demás, dijimos; lo pensaremos cuando llegue el momento.

Por suerte no había habido emergencias esa tarde y así, todo el equipo no salió a la calle.

Ser bombero es tener mil responsabilidades y Liam, era la persona indicada para ocupar el puesto de teniente.

Recuerdo que antes de cerrar la videollamada me sonrió largo rato. Liam siempre estaba sonriendo, pero esa noche su mirada parecía diferente.

-Te amo más que ayer y menos que mañana- dijo por un momento antes de cerrar.

A la mañana siguiente su turno terminó a las :.

Me dejó un mensaje en mi celular informándome que antes de regresar a casa esperaría a que se abriera el horno para sacar nuestros croissants favoritos.

Y ahí fue donde sucedió.

Justo en nuestro bar favorito.

El fuego comenzó desde la cocina.

El dueño, con su esposa y su hijo de dos años estaban atrapados y aterrorizados.

Estaban pidiendo ayuda a gritos.

Tuvieron suerte, porque allí, justo en frente de su club, estaba Liam.

Si él no hubiera estado allí, ya habría habido tres víctimas en lugar de una sola.

Tan pronto como escuchó las voces, Liam no dudó ni un momento. Se apresuró y los salvó.

Los sacó uno tras otro.

Pero el destino o lo que sea, quiso que un rayo ardiente cayera sobre él.

Liam Cox murió a la edad de veintisiete años.

Y con él, una parte de mí también.

-Eres lo mejor que me pudo pasar- susurró mirándome a los ojos. -No puedo esperar a que seas mi esposa-.

-Todavía faltan dos meses y luego, ¡todavía hay mucho por hacer!- suspiré ansiosamente.

-Tenemos tiempo y luego ya sabes, gracias a la ayuda de nuestras madres y tu abuela todo estará en el lugar correcto ese día-.

-¿Todo estará bien?- Pregunté por nuestro matrimonio pero sobre todo por su trabajo. Liam sin que yo se lo explicara, entendió a lo que me refería.

-Seré cuidadoso. Voy a cumplir con mi deber y volveré contigo- me dijo el día anterior, abrazándome.

Siempre lo hizo, me refiero a abrazarme. Cada vez que tenía la oportunidad, me abrazaba.

Porque en el fondo de su corazón, sabía que ese abrazo podría haber sido el último.

Lo sostuve contra mí como si algo dentro me dijera que lo detuviera, que no lo dejara ir. Pero Liam nació para salvar vidas y ese día arrebató tres de los brazos de la muerte.

Estaba acostumbrado a arriesgar, me había enamorado de un valiente y bravo bombero y amándolo, sabía que me arriesgaba más que nadie.

Porque nunca estás listo para despedirte de alguien, especialmente cuando es el amor de tu vida.

La noticia llegó esa mañana cuando mi familia y yo estábamos sentados a la mesa. Lo esperábamos para desayunar juntos. Mamá todavía estaba sacando galletas del horno cuando alguien llamó a nuestra puerta.

Mi padre fue a abrir.

Recuerdo que no me tomó mucho tiempo identificar la voz de Derek, el comandante de Liam.

Mis piernas comenzaron a temblar, mi corazón latía con fuerza hasta que casi sentí que se partía en dos.

Miré a mi madre indefinidamente.

Todos estábamos en silencio y petrificados.

-Mamá...- tuve el coraje de susurrar y ella se acercó a abrazarme.

Un momento después vi a mi padre regresar a la sala, su rostro estaba pálido y sus ojos llenos de lágrimas.

No hacía falta decir nada, ya sabía lo que había pasado; lo peor.

Liam había llegado de repente a mi vida y siempre se había ido abruptamente debido a su trabajo.

Tenía que esperar eso.

Pero como dije antes, ambos siempre tratamos de pensar en las cosas buenas de la vida. Y la idea de que podía perderlo en cualquier momento era mi peor pesadilla.

Pero al igual que los sueños, incluso las pesadillas a veces se hacen realidad.

Yo estaba y estoy orgulloso de él.

Sin su sacrificio habría perecido toda una familia.

Murió en enero hace dos años.

Justo cuando acabábamos de empezar otro año juntos.

Justo cuando solo faltaban dos meses para nuestra boda.

Jadeo cuando mi padre abre la puerta de mi dormitorio.

"Hola cariño, ¿estás bien?" me pregunta caminando hacia mí. Se sienta en mi cama y con un atisbo de sonrisa, me abraza.

-Todos extrañan a Liam- admite mirando la fotografía que aún tengo en mis manos.

Asiento con la cabeza.

-A veces me pregunto cómo habría sido si él no se hubiera detenido en ese horno ese día para conseguir mi desayuno. Me pregunto cómo habría sido ser su esposa- confieso con lágrimas en los ojos.

-Te amaba con todo su corazón-.

-Lo sé, realmente era una persona especial-.

-Un héroe, tuviste la oportunidad de amar a un héroe-.

-Tienes razón...- Me seco las lágrimas cerrando los ojos por un momento.

Todavía es difícil hoy, incluso si han pasado dos años.

El tiempo no puede curar heridas de este tipo, aunque lo intentes con todas tus fuerzas.

-Sé que será difícil para ti, pero hay alguien que ha venido a visitarte- comienza papá tratando de distraerme.

-¿Quién es?- Pregunto sin querer ver a nadie fuera de mi familia.

-Baja tú mismo y mira quién es-.

- Papá, yo... no tengo ganas. Quienquiera que sea, discúlpeme".

-La gracia es importante-.

Miro a mi padre por un momento, luego desvío la mirada.

-Dame cinco minutos-.

Mi padre me acaricia la mejilla y luego se pone de pie.

-Para cualquier cosa, tu madre y yo estamos aquí- dice por un momento antes de cerrar la puerta.

Me tomo unos minutos para recuperarme.

Voy al espejo y miro mi reflejo.

Dos años y la herida sigue tan abierta como el primer día.

-Si tan solo estuvieras aquí conmigo hoy- digo en voz alta.

-No sentiría este dolor atroz en mi corazón-.

Liam logró hacer que me enamorara de él pero también un poco de mí misma, y ahora que él no está aquí conmigo, odio en lo que me he convertido.

Me siento perdido.

Frágil.

Vulnerable.

Pero sobre todo, terriblemente sola.

Pasan los años y no encuentro consuelo en nada.

Pero, ¿cómo podría hacerlo?

¿Cómo podría dejar de sufrir?

¿Hay tal vez una manera?

Bajo las escaleras y me uno a mis padres abajo.

Me quedo petrificado cuando lo veo.

-Bonnie...-.

-Hola mi bebe- dice acercándose a abrazarme.

La abrazo a mi cuerpo.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos, luego la mujer frente a mí me mira.

-Siento haberme catapultado aquí, pero tengo que hablarte de algo-.

Asiento confundido.

-¿Damos un paseo?- le pregunto.

-Sí, realmente necesito pasar un rato contigo-.

Bonnie es la madre de Liam.

Una mujer hermosa por dentro y por fuera.

Una segunda madre para mí.

A veces, cuando Liam estaba de servicio, pasaba que durante la noche, Bonnie y yo hablábamos por mensajes de texto, para compartir nuestros miedos, nuestras pesadillas.

Compartimos un dolor inmenso pero el amor que sentimos por Liam nos sigue uniendo hasta el día de hoy.

-¿Cómo está Jacob? ¿Es él? -pregunto alarmado.

-Está bien, no te preocupes, no estoy aquí por mi esposo-.

-Está bien- susurro aliviado. -Entonces de que se trata? Por favor, Bonnie, no me hagas preocuparme, mi corazón está acelerado-.

Él sonríe mientras toma mi mano.

-¿Quieres sentarte ahí?- me pregunta señalando el pequeño parque a un tiro de piedra de mi casa.