CAPÍTULO 5
Tenía muchas preguntas que quería hacerle al médico, así que insistí en ir. Quería saber con certeza cuánto tiempo le quedaba de vida a mi padre y si realmente no había nada que se pudiera hacer.
Entramos en un lugar muy extraño, sin ningún movimiento de gente, de hecho ni siquiera parecía un hospital, parecía más bien un edificio abandonado.
—¿Dónde estamos, papá?
—Estamos en un lugar seguro Ana, haré la quimio aquí.
—Pero esto ni siquiera es un hospital.
—No es un hospital, pero aquí me atenderán los mejores médicos del país. Entiendan que no puedo quedarme sentado en cualquier lugar.
—Qué vida tan increíble, la persona ni siquiera tiene derecho a estar enferma.
— Por favor, no empecemos esto otra vez.
Salí del coche con él y desde lejos vi que se acercaba otro coche.
— Por favor, Ana, sé una buena niña.
—Oh, no, no puedo creer que la persona en ese auto sea tu jefe sin salida.
Mi padre me miró fijamente y traté de mantener la lengua en la boca.
El auto estacionó y el no tan temible Kall salió del auto y caminó hacia nosotros, pero su mirada estaba completamente dirigida a mí, puse los ojos en blanco dejando en claro que no me intimidaba.
—¿Tu hija tiene algún problema con los ojos, León?
—¿Por qué no me lo preguntas directamente?
—Me temo que tendré que cortarte la lengua delante de tu padre.
—Debe ser muy duro para ti tener que soportar a alguien que no se inclina ante ti, ¿verdad?
Dio unos pasos hacia mí y me dijo algo al oído.
— Dentro de un tiempo estarás completamente entregada a mí, Ana, la cabeza es lo de menos.
Antes de que pudiera darle una respuesta contundente, mi padre me agarró de la muñeca y me alejó de Kall .
—No lograrás que él renuncie a estar contigo, Ana, así que controla tu lengua.
—Si voy a controlar mi lengua, quizá sea mejor que me la saque.
— No seas grosero, no puedes arruinarlo todo.
—¿Por qué está aquí, papá? Esto es algo familiar, sólo yo debería estar a tu lado.
— En el mundo de la mafia también somos familia, y más vale que lo aprendas pronto.
Respire profundamente y trate de mantener el control, mire por la ventana y vi a Kall apoyado en el auto mirándome, miré hacia otro lado y trate de ignorar mis pensamientos sobre su belleza que era incuestionable, y pronto vi a un hombre alto y calvo acercándose.
—La habitación está lista para su quimioterapia, señor León.
- Muchas gracias.
Mi padre dio los primeros pasos hacia la habitación indicada por el médico y yo los interrumpí.
- Tengo una pregunta.
— Ana, ahora no.
—Ahora sí, padre. Quiero saber cuánto tiempo de vida le queda a mi padre, doctor.
El médico miró a mi padre y luego me miró a mí.
—Entre cinco y seis meses, si hace la quimio, si decide no hacerla, ese tiempo se reduce a la mitad.
— ¿Pero eso es todo?
Pregunté con los ojos llenos de lágrimas.
— Desgraciadamente, sí, la enfermedad llegó en silencio y él ignoró los pocos síntomas de la enfermedad.
— Papá, no estoy listo para perderte, por favor Papá, ¿dime que esto es mentira?
Mi padre me abrazó y me derrumbé otra vez.
—Lo siento mucho Ana, lo siento mucho, si pudiera nunca te dejaría, nunca.
—¿Puedo hacerte una petición, papá?
— Hazlo, si está en mi poder.
—¿Viajamos? ¿Aprovechemos al máximo este tiempo que nos queda juntos?
— ¿No te importa pasar menos tiempo conmigo? Porque si no hago quimioterapia tendré menos tiempo, ya escuchaste al doctor.
— Te debilitarás, no podrás resistir mucho tiempo, será doloroso para mí verte consumirte, prefiero tenerte poco tiempo y aprovecharlo al máximo a tu lado.
—Está bien Ana, si eso es lo que quieres, eso haremos.
—Gracias, padre.
Él tomó mi mano y me besó la frente, y vi en sus ojos lo duro que era para él verme sufrir así, así que decidí no llorar más, decidí ocultar mi dolor y mi miedo para que los últimos meses de su vida estuvieran llenos de buenos momentos, decidí ignorar las provocaciones de su jefe para que mi padre pudiera descansar en paz.
Había perdido tanto tiempo peleando con mi padre que me di cuenta que podía haber cambiado esas peleas por besos y abrazos, estaba tan preocupada por mi futuro que no sabía disfrutar las cosas importantes de nuestro presente.
No sabía cuánto tiempo más me castigaría la vida, la verdad era que la pesadilla que estaba viviendo tal vez nunca terminaría, sin saber que Kall Bellini pronto se sentiría dueño de mí.
Me quedé preguntándome qué quería decir con eso, para mí era imposible entregarme a un hombre con instintos asesinos y pensamientos perversos, no podía imaginarme viviendo con ese hombre y mucho menos siendo sumisa a él, y aún sin compartir mis pensamientos con mi padre, en el fondo él sabía que yo jamás sería sumisa a ningún hombre, ni siquiera a alguien que todos consideraran poderoso y peligroso, sería peligrosa si tan solo tocara un solo cabello de mi cabeza.
Ya había soportado mucho por culpa de mi padre, ya me había sometido a varias situaciones no deseadas, pero después de que él se fue, supe que no tendría nada más que perder.
