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Isla Afrodita

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Sinopsis

Henry Evans es uno de los mejores agentes del FBI. Después de dos años de experiencia laboral en el departamento secreto más importante de los Estados Unidos de América, a Henry se le asigna una nueva e importante tarea. Deberá infiltrarse en una de las escuelas secundarias más prestigiosas de Los Ángeles y observar lo más de cerca posible a los hijos de su objetivo: Samuel y Paris Collins. Así Henry se convierte en el mejor amigo de Sergio, y aunque con altibajos logra ganarse el corazón de Paris, todo para llegar a su amado padre. Aunque la misión parece ir bien, algo sale mal. Quizás porque Paris no es la chica altiva y superficial que Henry había imaginado, o quizás porque esos sentimientos que se suponían falsos se vuelven reales, puros. Pero cuando se trata de amor, como sabemos, todas las certezas se disuelven en la nada. Henry no sabe qué hacer: ¿qué es mejor, quedarse en el FBI o proteger a Paris y Sergio? ¿Y vale la pena, incluso a costa de convertirse en un traidor a la ley?

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Capítulo 1

El punto de vista de Henry

-Blake Moore. - repite el señor González. Teóricamente se llama Steven, pero aquí todos lo llamamos por su apellido. Supongo que todos tenemos miedo de su mala mirada, o del hecho de que podría despedirnos en dos nanosegundos. Y, entre tú y yo, que te despidan del departamento del FBI no luce muy bien en tu currículum. - Bonito nombre falso, Henry. Repite tu historia también. -

Me aclaro la garganta, respiro hondo y luego digo la vida que tengo que fingir tener. Lo aprendí de memoria, porque tengo que recordar cada detalle para asegurarme de que mi tapadera no salga descubierta. Llevo días repitiendo esta historia como un mantra: mientras me ducho, desayuno, mientras hablo con mi mejor amiga. Nadie debería tener ni la más mínima sospecha de quién soy realmente. - Soy Blake Moore, soy de Miami me mudé aquí hace una semana con mis padres, quienes a menudo se van a trabajar. Soy hija única, alérgica a las almendras y después del bachillerato quiero ser médico. - Llevo unos dos años trabajando en el FBI. Quería ser policía desde que tenía seis años, pero durante mi especialización me di cuenta de que ser agente secreto es mucho más satisfactorio. Entonces, aquí estoy: un joven de veintidós años que se hará pasar por un estudiante de último año de secundaria para hacerse amigo de los hijos de uno de los mayores narcotraficantes de los Estados Unidos de América.

- No será fácil, Agente Evans. - Nunca entiendo por qué me llama primero por mi nombre, como si fuéramos amigos, y luego el Agente Evans, pero evito preguntar porque no quiero terminar a tres metros bajo tierra. Steven González es el hombre más imprudente que he visto vivo: hombros anchos y músculos que se notan incluso con traje, grandes ojos azules, mandíbula pronunciada y brazos que podrían partirte en dos. Soy más fuerte que muchos hombres de mi edad, pero eso no significa que no le tenga miedo. Ni siquiera lo admiro: no me gusta que utilice el terror para ser un buen líder con nosotros, los agentes. - Pero no es su primer caso encubierto. ¿Es esta la tercera vez? -

- El cuarto. - Lo corrijo, encogiéndome de hombros. Tendré que hacerme amigo de Sergio y Paris Collins. Hermano y hermana respectivamente, él es un año mayor que ella y está en su último año de secundaria, mientras que ella está en tercero. Tendré que acercarme para conseguir información sobre sus vidas, lo que saben y sobre todo llegar hasta su padre. Si lo consigo, podremos arrestarlo a finales del verano. Considerando que es finales de marzo, tengo tiempo suficiente para acercarme a los dos y poder atrapar al Sr. Collins.

Steven González asiente. - Sí, bueno, es lo mismo. - Tal vez sea lo mismo para la nuez que terminas teniendo como cerebro, pero no para mí. Finjo una sonrisa. - Esta misión será importante para ti. Tienes que comunicarte con Adam Collins, sin importar cómo ni qué. Conviértete en el mejor amigo de Sergio, comprométete en París o no sé... ya ves. Adam Collins debe ser arrestado, ¿está claro? -

- Sí. - Me he estado preparando para esta misión literalmente durante meses. Si Steven me eligió es porque soy uno de los mejores agentes en este campo: las otras tres misiones transcurrieron perfectamente, sin ningún imprevisto. El lado positivo es que estuve en Nueva York antes, mientras que esta misión se llevará a cabo aquí en Los Ángeles. Nadie me conoce excepto la gente del FBI. Este encubierto irá bien, lo puedo sentir. Además, es mucho más fácil engañar a niños como Sergio y Paris: ricos y, por tanto, % superficiales. Probablemente él sólo habla de fútbol y porristas y ella habla de los zapatos nuevos que compró el día anterior en Gucci.

No es que mis compañeros de secundaria fueran diferentes, eso sí. Hablo por experiencia, pero evidentemente no quiero meterlo todo en el mismo saco. Sé que hay excepciones, pero Sergio y Paris no me lo parecen.

Steven asiente y sonríe un poco, casi con simpatía. - Sé que es un momento complicado para ti, Henry, no es fácil volver a trabajar después de lo sucedido, pero espero que no te interfiera con el trabajo. - Si tan sólo supiera que las noticias no me ponen ni caliente ni frío, tal vez se daría cuenta de que no somos tan diferentes después de todo. Y eso debería asustarme, pero no es así.

- La gente muere, tenemos que afrontarlo. - digo entonces, casi con indiferencia. Eso es lo que todos esperan que diga. Ni siquiera mis amigos me consolaron cuando la policía vino una mañana a advertirme de la muerte de dos personas a las que debería haber amado, pero nunca pude preocuparme por ellas como debería. Y ahora es demasiado tarde para admitir que lo amaba, en el fondo.

- Eran tus padres, Henry. - Me recuerda, casi con un dejo de desaprobación en su voz. No me parece que sus muertes fueran tan trágicas para él, ya que inmediatamente tomó el lugar de mi padre.

- No. - Me aclaro la garganta, incómodo. ¿Por qué diablos iba a hablar con él sobre esto? - Quizás también fueron mis padres biológicos, solo sé que me dejaron con mis tíos cuando tenía tres años y decidieron reaparecer mágicamente cuando tenía dieciséis solo porque necesitaban un agente aquí en el FBI. Puede que haya aprovechado la oportunidad, pero eso no significa que me preocupara por ellos o que estuviera agradecido por ellos. - Me levanto, con los dedos hormigueando por el nerviosismo. - Ahora, con permiso, me voy a preparar para la misión. - Y sin esperar a que diga nada salgo de su oficina cerrando la puerta detrás de mí.

Ni siquiera entiendo completamente cómo se convirtió en director aquí, pero estoy bien con eso. Es mejor verlo que a mi padre tratando de llamarme hijo y actuando como si nada hubiera pasado.

- Oye, amigo. - Chase Robinson, mi mejor amigo y colega, me da una palmadita amistosa en el hombro. De hecho somos opuestos: yo con cabello y ojos oscuros, él rubio y ojos claros. - ¿ Qué quería Thanos ? - Así llamamos los dos a Steven, en honor al villano de los Vengadores. Bueno, nosotros dos y Chloe, una de nuestras compañeras. Salimos mucho los tres, aunque creo que ella está enamorada de uno de nosotros. Espero que sea Chase, aunque es una mujer hermosa. Es un par de años mayor que yo, con cabello negro y una hermosa sonrisa.

- Recomendaciones de misión. - No tengo ganas de decirle que hablamos del mío también. - Como si no me estuviera repitiendo ya mi falsa historia. Queda un día, creo que estoy listo. -

- Pero estamos hablando de Thanos, Henry. - Me giro sonriendo hacia Chloe, quien viene hacia nosotros con un sobre. Me lo entrega. - Ahí tienes tu uniforme escolar para mañana. Feliz regreso a la escuela secundaria, de todos modos. - Se ríe y luego continúa, esta vez en serio. - Ya hemos llamado al director, mañana todavía tendrás que acudir a él para fingir que eres un estudiante normal. Cuantas más cosas comunes hagas, menos sospechas tendrás, ¿recuerdas? - Asiento, también porque lo imaginé y luego no dije nada. Tomo el sobre y le agradezco, ella hace un saludo militar que hace reír a Chase y regresa a su oficina.

- ¿ Estás aquí para tomar una cerveza esta noche? - Me pregunta mi mejor amigo, mientras voy a buscar mis documentos falsos con él. Ahora tendré que acostumbrarme a decir que soy Blake Moore, a dar mi permiso de conducir falso si la policía me para mientras estoy con Samuel o Paris, y mi pasaporte falso si la escuela organiza algunos viajes.

Le doy una mirada sucia. - Chase, sabes que no podemos hacerlo hasta que termine la misión. Podría meternos en problemas. Hace dos semanas que no salimos por esto. -

Pone los ojos en blanco y se sienta en mi escritorio. Quiero decirle que saque su trasero de ahí, porque trabajo allí, pero decido dejarlo así. Probablemente podría acostarse sólo para molestarme aún más. - Eres una pelota, Henry. Podría ser tu nuevo amigo, tu primo o lo que sea. Te tomas el trabajo demasiado en serio. -

- Por supuesto. - Soy irónico. - Debería tomarme a la ligera mi trabajo como agente secreto, tal vez incluso ir gritando por todo Los Ángeles, para recibir una bala en la frente directamente de Adam Collins. Gran idea, Chase. Me pregunto por qué no eres un matemático con una mente tan brillante. -

- Ja, ja, ja. - Da una risa falsa. - No tiene sentido hacer eso, Henry, a las chicas como Paris les gustan los idiotas. Acostúmbrate a hacerlo ahora y sé menos sarcástico. -

- Gracias por el consejo. Lo acepto, pero seguiré haciéndolo a mi manera. - Esta vez soy yo quien le da una palmada en el hombro. - Hasta mañana, dolor en el trasero. - Tomo los documentos falsos y los meto en el sobre que me dio Chloe con mi uniforme escolar adentro. Espero que esta misión no me lleve más tiempo del debido, para poder irme de vacaciones dos o tres meses. Entre la misión encubierta, el arresto de Adam y luego los interrogatorios y el juicio, ya sé que saldré destruido.

- Espera, ¿vienes aquí mañana? - Chase se levanta y me sigue hasta la salida del edificio.

- Claro. Sobre las seis, para contaros cómo nos fue. Hasta mañana. - No hace falta que me pongan micrófonos ni GPS, porque sobre todo los primeros días me vigilarán mucho. El FBI confiará en mi palabra, en mis observaciones y si realmente es una emergencia puedo encerrarme en un baño y llamar a Chase, Chloe o Steven.

Mi mejor amigo se despide antes de que me vaya. - Buena suerte, Henry. Incluso si no lo necesitas. -

Punto de vista de París

Sigo mirándome en el espejo y haciendo muecas. Me encanta ser animadora, pero Dios sabe cuánto odio el uniforme. Mi trasero estaría más cubierto con una minifalda que con este vestido rojo y blanco, con el nombre de nuestra escuela en el pecho. En teoría, en mi escuela todo el mundo tiene que llevar el uniforme, pero a los jugadores de fútbol y a las animadoras se les permite llevar ropa del equipo, además porque entrenamos todos los días. - París, ¿estás lista? - Mi hermano Sergio entra a mi habitación y yo salto hacia atrás asustado. Él sonríe, comprensivo. - Eres hermosa hermanita, deja de preocuparte. -

Me muerdo el labio y Samuel viene a tomar mi mano, agarra mi maletín con su brazo libre y bajamos las escaleras hasta la cocina. Mientras tanto le doy las gracias y le digo que tampoco le queda mal la chaqueta de fútbol. A veces, en verano, cuando no lo usa mucho, se lo robo tanto que me gusta.

- Buenos días. - Adrián, nuestro medio hermano de diez años, nos saluda con una sonrisa maliciosa. Nunca he conocido a un niño tan inteligente y tan feliz de ir a la escuela, pero es exactamente por eso que lo amo y por lo que me alegra decir que es mi hermano. Mi padre y su madre han estado juntos durante unos dos años y todos hemos vivido juntos en nuestra casa durante este tiempo.

- Hola niño. - Le dejo un beso en el cabello y dejo la mano de Samuel para preparar el almuerzo de Adrian. Mi hermano y yo logramos comernos la basura de la cantina, pero Adrián es pequeño y por eso siempre le preparo un sándwich para comer. Le tiro una manzana a Samuel, quien la atrapa e inmediatamente le da un mordisco, luego nos guiña un ojo a mí y a mi hermanastro y me eché a reír. Cuando terminamos nos dirigimos al garaje, hacia el auto de Samuel. Nuestros padres ya se fueron, así que no tenemos que despedirnos de nadie. - De todos modos, buena suerte en la escuela idiotas. - digo mientras me abrocho el cinturón de seguridad. Lo hago todas las mañanas.

Samuel corresponde y pasamos todo el viaje en auto escuchando a Adrian hablar sobre lo emocionado que está, lo fácil que fueron las matemáticas ayer y cómo espera hacer nuevos amigos en el pasillo. Nos detenemos frente a la casa de mi mejor amiga, Bethany, y Sergio llama a la puerta para avisarle que hemos llegado. Siempre ha sido así desde que Samuel obtuvo su permiso de conducir: nos lleva a mí, a Adrian y a Beth a la escuela como si fuera un minibús. Disfruto estar juntos cada mañana, como un buen deseo de empezar bien el día. Sólo lamento que este sea el último año de mi hermano y luego él tendrá que ir a la universidad, mientras que a mí todavía me falta un año para serlo.

- Buenos días florecitas. - Beth sube al auto sin aliento y ya sé por qué: llegó tarde y cuando escuchó la bocina salió corriendo. La misma historia todos los días. Luego abraza a Adrián. - Hola, pequeño. ¿Cómo fue la prueba del viernes? - Adrian es muy cercano a ella, siempre empiezan a hablar. Además, los adultos casi siempre estamos cansados por la mañana, mientras que él es el más hablador y mantiene conversaciones enteras.

El niño se enfurruña. - Tengo diez años, Bethany, ya no soy pequeña. - Me muerdo la lengua para no reírme y Samuel asiente, fingiendo que Adrian tiene razón. - De hecho, Beth, eres realmente grosera. -

Ella pone los ojos en blanco y me giro hacia mi hermano pequeño. - Déjala en paz Adrián, solo está celosa porque en un par de años serás más alto que ella. - Bethany me da una palmada en el hombro y me río.

- Hemos llegado, Adrián. - Asiente, se inclina hacia adelante para dejarme un beso en la mejilla - pero no se dejen engañar, solo le hice un gesto para que me lo diera, de otra manera nunca lo habría dado - y se despide de nosotros antes de bajar. Nos aseguramos de que vaya con sus amigos y luego Samuel se vaya a nuestra escuela. Nada más llegar al parking me río de la cantidad de coches y motos aparcados. Al diablo, encontramos un lugar. - Llama a Darren, París. - Pongo los ojos en blanco. Él es su mejor amigo y juntos son dos grandes idiotas. - Nos guardó el lugar con el auto, solo tenemos que averiguar dónde. - Una palabra...

Lo llamo y lo pongo en altavoz para que los dos puedan hablar. Luego, Samuel decide dejarnos salir a mí y a Beth para que no lleguemos tarde mientras él se une a Darren en el auto. Mi mejor amigo y yo nos tomamos de brazos mientras entramos al edificio que es más bien una prisión. - ¿ Jessie finalmente te escribió como dijo el viernes pasado? - Casi resoplé ante su pregunta. Jessie es el quarterback del equipo de fútbol y me ha estado invitando a salir desde el año pasado. Sin embargo, Samuel me advirtió que es un mujeriego y que particularmente no quiero acostarme con él.

- No, no es que haya esperado un mensaje suyo todo el fin de semana, claro. - Aunque no lo hubiera pedido, Jessie aparece ante nosotros. Él ignora por completo a mi mejor amigo, y solo eso me pone nerviosa, para prestarme toda su atención.

- Hola, París. Veo que fuiste a la peluquería. Este cabello te queda mejor. - Me cansé de que mi cabello largo me llegara hasta la cintura, así que lo corté debajo de mis senos y ahora tengo flequillo. Sonrío y le agradezco porque, incluso si no me agrada mucho, es muy amable de su parte al hacerme un cumplido. - Me preguntaba si estarías libre el próximo sábado. -