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Hasta que conocimos

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Perpemint
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Sinopsis

Josefina Timo es una soltera desesperada de 27 años que tiene dos sueños: Abrir una casa de modas propia y finalmente escapar de una realidad familiar que la mantiene prisionera, impidiéndole expresarse. Confiando en la persona aparentemente adecuada, Josefina se verá envuelta en una situación de mentiras, misterios y venganzas que la conducirá hasta Samuel Wittson, el joven empresario de treinta y tres años que, tras la muerte de su padre, sólo tiene una gran deseo: Quiere a toda costa vengarse de los Lanford, devolviendo el mal que ha recibido. El inesperado encuentro entre ambos cambiará sus destinos para siempre. Estarán abrumados por el amor, pero las mentiras entre ellos y alrededor de ellos crearán muchas dificultades para mantenerlos unidos pero divididos.

18+Amor-OdioPosesivoHumorDominanteCaótico

Capítulo 1

Josefina

¿Perlas o pedrería? Me miro al espejo por millonésima vez llevándome los dos a las orejas pero no me convence, así que al final decido ponerme mis pendientes favoritos.

Cintas para la cabeza a escala de la más grande a la más pequeña, que llenan mis cinco agujeros a la derecha y dos a la izquierda. Los amo.

Siempre he tenido pasión por la moda y los complementos desde niña, y finalmente además de darme rienda suelta, trabajo en una empresa de moda donde puedo conocer este mundo de cerca.

Vale, ahora mismo solo soy la asistente de Brenda, la estilista, pero eso es algo.

Saco mi celular que está sonando loco, mi mejor amigo me está llamando por video.

- ¡¿Qué quieres Kail?! Ya llego tarde, no tardes mucho- digo terminando de aplicarme el labial rojo.

- Mierda Cass... ¿qué llevas puesto? Pareces una monja.

Lo miro a través de la pantalla de mi iPhone mientras aliso mi vestido negro de lunares por mis caderas.

- No entiendes nada de moda Kail, cállate-

- Solo sé que yo en tu lugar me pondría una de esas minifaldas que tienes en tu armario. Se me hace difícil solo pensar en cómo envuelven ese culo tan fabuloso que tienes-

Me da risa, a pesar de que me está provocando deliberadamente, Kail y yo somos amigos desde hace seis años aunque lo nuestro sea una relación particular. Ambos sabemos que nos sentimos atraídos físicamente el uno por el otro, a veces incluso pasó algo entre nosotros pero nunca llegamos al sexo completo, pero ninguno de los dos quiere estar con el otro. Somos realmente demasiado diferentes.

- Buena idea. La minifalda me parece apropiada para una cena romántica con Lance en la terraza de un elegante restaurante en un rascacielos del centro de Nueva York – digo irónicamente.

- Dios Cass, solo quiere follarte. Abre los ojos-

suspiro, tengo los nervios de punta y no me ayuda en nada.

- Llevamos casi un mes saliendo y siempre se ha portado muy bien, ¡tú también lo sabes! Últimamente ha estado muy ocupado con el trabajo...-

Mientras digo estas palabras es como si me estuviera mintiendo a mí mismo.

Una pequeña parte de mí ha notado un cambio en su comportamiento, como si se estuviera alejando, pero no quiero admitirlo.

- En un mes saliste muy pocas veces... Tienes años amigo, eres lo suficientemente mayor para entender ciertas cosas por ti mismo- Lo

observo haciendo alarde de una sabiduría que en realidad no posee, recostado en el suelo. cama de su casa con el torso desnudo y las manos cruzadas detrás de mi cabeza, cuando mi visión se ve interrumpida por un mensaje de mi casi novio.

Cariño, estoy abajo, baja

- Me tengo que ir, Lence ha llegado. Gracias por tus valiosos consejos, pero esta vez lo haré a mi manera-

Le mando un beso virtual y termino la videollamada.

Cojo el bolso rojo de Prada comprobando que está todo dentro, cartera, llaves de casa, pañuelos, mentas... Ahí cabe una cantidad industrial de cosas que me deja asombrado cada vez, dado el pequeño tamaño.

- ¡Mamá voy a salir!-

grito saliendo de mi habitación a toda prisa.

- No vuelvas tarde-

suspiro al escuchar la respuesta de mi padre desde la otra habitación, siempre es la misma historia.

Es un hombre anticuado... Sin groserías, sin sexo antes del matrimonio, sin resacas, sin cigarrillos, sin discotecas, sin nada.

Mi hermano me detiene antes de llegar a la puerta principal, quien me mira de arriba abajo con disgusto.

- ¿Qué llevas puesto? Te ves....-

Me mira pensando en eso y luego dice

- Una anciana-

Pongo los ojos en blanco, pero ¿qué tiene de malo este vestido? Es un sencillo vestido negro de lunares por encima de la rodilla, con manga corta.

No creo que las viejas anden así y mucho menos las monjas...

- Déjala Zac, se ve muy bien vestida así -

Mi madre viene a rescatarme, apoyando mi elección de ropa y aparece una pequeña sonrisa de satisfacción. sobre mí.

- ¡Piensa en buscarte un trabajo Zac!-

digo saliendo volando pero no escucho su respuesta porque la puerta ya se ha cerrado detrás de mí.

Llamo al ascensor que llega en un santiamén y espero a que me lleve a la planta baja, donde encuentro a Lance esperándome con un ramo de rosas en la mano.

¿Y este hombre solo quiere follarme? No lo creo, mi instinto me dice que después de tantas decepciones, este es el momento adecuado.

- Wow... eres hermosa-

Me da un beso en la mejilla y yo sonrío radiante, aceptando las rosas que me entrega.

- Gracias-

Admiro el ramo de rosas rojas pero no puedo evitar pensar que hubiera preferido los girasoles, mis flores favoritas.

- ¿Te hiciste algo en el cabello?-

me pregunta llevándome hacia el auto y abriéndome la puerta.

Me siento adentro, esperando que se suba al asiento del conductor y luego digo - Los até en un moño bajo... Hace calor-

Muevo mi mano frente a mi cara para soplarme y veo a Lance acercarse y quito la coleta que amarraba mi cabello negro, todo el cual cae hacia adelante.

-Mmh... Siempre eres hermosa, aunque te prefiero suelta, con tu melena sexy - dice, acariciando mi cuello con sus dedos.

- Oh... - susurro en un suspiro.

Me sorprende un poco su gesto y también sus palabras, pero enseguida me distrae la música que inunda el coche nada más arrancar.

- Oye pero esta última vez no estaba en tu playlist-

Sonríe a medias y tras encender el aire acondicionado se pone a conducir en el caos de Nueva York.

- La marcha de Radetzky no es lo mío, pero sé que te encanta la música clásica-

Me invade una extraña calidez, es tan atento a los detalles y detallista, nunca deja nada al azar.

Varias canciones clásicas que conozco se suceden una tras otra, que me llevan a mi mundo y el hecho de que fue Lance quien lo hizo posible me hace sonreír feliz.

- ¿Eres feliz?- dice poniendo su mano en mi rodilla.

Me muerdo el labio y miro su mano, luego asiento y me vuelvo hacia él.

- ¿Adónde vamos?-