Capítulo 5.
Leí el resto de los artículos, déjame decirte las reglas desde mi perspectiva:
) Si coso, estoy muerto.
) Si no escucho las órdenes de Leónidas, estoy muerto.
) Si me paso de la raya, estoy muerto.
) Si no hago bien mi trabajo, estoy muerto.
) Si rompo la omertá, estoy muerto.
)Tengo que aceptar cualquier misión que me den, o estoy muerto.
) Tengo que empezar a aprender italiano o estoy muerto.
) Si respondo de cualquier forma, estoy muerto.
) Voy a mudarme de casa y vivir en una de las casas de pandillas en Sicilia. O estoy muerto.
) Leonidas puede elegir matarme si hago algo que él no acepta, o estoy muerto.
Así que, en conclusión, estoy muerto. Tengo la costumbre de ignorar las reglas. Sin embargo, tuve que firmar. No podía dejar a Chase justo después de que nos reencontramos. Firmé el contrato que me quitó mi libertad. Mi antigua vida se ha ido.
Le entregué a Alex los papeles firmados, y Ayla también lo hizo. Sus reglas eran similares a las mías, pero no tenían que ver con misiones. No le pidieron que fuera una asesina.
-Estamos cenando abajo y a Leonidas no le gusta que la gente llegue tarde... - nos dijo y se dirigió hacia la puerta.
Ayla y yo nos miramos y nos reímos. - Eso es lo único en lo que somos buenas -
Corrimos tras Alex y llegamos a una puerta, que ella deslizó para abrirla, revelando un ascensor. Subimos y ella presionó el botón del primer piso. Unos segundos después, la puerta se abrió. La seguimos hasta otra escalera que conduce a una gran mesa de comedor. Bajamos y llegamos a la mesa donde estaban Chase, Jaxon, Leo y otros chicos de los que no tenía ni idea.
-Ese es Xavier, ese es Noah y ese es Antonio- dijo Alex señalando a los chicos que no conocía
Chase se levantó y me envolvió en un abrazo de oso.
- No puedo respirar, Chase - logré jadear. Él se rió entre dientes y murmuró un "lo siento".
- Ven, quiero presentarte a mis amigos – dijo llevándome a sentarme a su lado derecho, que resulta ser el más cercano a Leo.
—Él es Xavier, el matón de nuestra pandilla. Noah, el técnico inteligente, también francotirador. Antonio, se encarga de todas las explosiones, bombas y distracciones. Ese es Leonidas. No hace falta presentación —dijo señalando a cada persona de la que hablaba.
Cuando dijo el nombre de Leónidas, se burló y me dirigió una mirada que me hizo bajar la mirada inmediatamente.
Su presencia te hace encogerte de miedo. Es exactamente lo que los rumores describen. Es un hombre enorme que puede elevarse sobre mi figura y aplastarla. Tenía pistolas y cuchillos atados a su cuerpo. Puede sacar uno de ellos y acabar con la vida de cualquiera. Y nadie puede objetar.
- Oye, te quedaste en blanco. - Chase me sacó de mi trance.
-Solo estaba pensando - le expliqué
- ¿ Como aquella vez que te caíste en el estanque porque paseabas pensando? - recordó.
-No lo hiciste...- lo miré fijamente
-Yo también lo hice- sonrió .
- Te juro que Chase Ace Federec soy ...
- ¿ Tu qué? - se levantó de su silla - No creo que vayas a hacer nada .
Me levanté de mi silla . Aunque seas más alto, no significa que no pueda alcanzarte .
- Parecías un chihuahua empapado cuando saliste del estanque - se alejó unos pasos
—¡Eso es! Estás muerto —corrí tras él mientras él corría alrededor de la mesa del comedor.
- ¿ Recuerdas cuando mamá hizo ese pastel en Acción de Gracias y bajaste las escaleras y chocaste con ella y te salpicaste el pastel por toda la cara y el suelo? - dijo entre respiraciones y risas mientras seguía huyendo de mí.
Corrí tras él . ¿ Recuerdas la vez que intentaste ayudar a arreglar el auto de papá y terminaste pinchando las llantas, por lo que papá se quedó atrapado debajo del auto durante minutos, así que seguiste comprándole Capri Sun para que no se enojara contigo? - Le dije mientras corría tras él.
— ¡NO LO HICISTE ! —gritó y me reí muy fuerte y cerré los ojos en el proceso.
De repente, mi cara golpeó contra una pared.
Gemí de dolor
-¿Por qué tengo que ser el hermano torpe? -
Abrí los ojos y me di cuenta de algo que desearía no haber hecho.
No choqué contra una pared sino contra un pecho duro. Y pertenecía al único e inigualable Leonidas Gambino.
- Sei così estupida. È patética - me miró y entrecerró los ojos.
(traducción: eres tan estúpido que es patético)
- Debido a tu comportamiento infantil, comenzarás tu entrenamiento a partir de mañana a las 18:00 en punto. - Su voz profunda me hizo encogerme de miedo, me encontré asintiendo y dándome la vuelta.
Seguí a Alex y Ayla que regresaban a las habitaciones asignadas que teníamos. La mía estaba justo frente al mismísimo diablo.
El drama que tuve en las últimas horas fue mayor que el que he experimentado en los últimos años de mi vida.
Y apenas empezó.
El punto de vista de Samantha:
Me desperté de mi sueño y me encontré en el suelo.
-Espera -¿Cómo llegué aquí? -
-Levántate ya, Leo se va a enojar, probablemente matará a un ser vivo.- Vi a Chase y Xavier parados frente a mi cama. Rápidamente me levanté y me dirigí al baño tratando de averiguar qué quiero escribir en mi testamento antes de que Leonidas me mate.
Me di una ducha rápida y luego me dirigí al vestidor y cogí un sujetador deportivo negro con leggings negros de cintura alta. Salí y asentí con la cabeza a Chase y Xavier indicando que estaba lista, salieron de la habitación conmigo a cuestas. Los seguí por este laberinto de mansión hasta que llegamos a un pasadizo subterráneo.
-Ese es el gimnasio, será donde pases la mayor parte de tu tiempo, al menos eso es lo que dijo Leo- explicó Chase y él y Xavier rieron entre dientes.
- Ríete todo lo que quieras, pero cuando Leonidas me mate no tendré que hacer ejercicio y tú tendrás que hacerlo .
En ese momento llegamos al gimnasio y caminamos hacia el ring de boxeo donde Leonidas estaba boxeando con Antonio.
- ¡ Patéale el trasero, Leo! - gritó Chase.
—¡Vamos Leo, acabemos con él! —Xavier se unió a él.
- Están peleando como adolescentes - pensé en voz alta y Ayla se agachó en el suelo riendo.
Leo apartó la mirada de Antonio y la dirigió hacia mí, mirándome fijamente. Estoy oficialmente muerto.
Se volvió hacia Antonio y continuó boxeándolo. Lo noqueó con un golpe en la mandíbula y otro en el estómago. En segundos, Antonio estaba en el suelo, aplastado contra el suelo del ring de boxeo.
- ¡ ESCUCHE TODOS! - gritó Leonidas mientras los vítores de todos se calmaban, todos lo miraban con respeto y una pizca de miedo.
—¡Tus enemigos no se portarán bien! Eres parte del imperio. ¡No puedes dudar ni distraerte! No te dejes intimidar, ¿entiendo? —preguntó a todos y asintieron.
—¡Dije , ¿está claro?! —repitió en un tono más duro.
— ¡SÍ SEÑOR! —gritamos todos.
—Tú —me señaló— .
-Y tú.- Señaló a Xavier .
—Al ring ahora— nos ordenó y una mirada de horror se dibujó en mi cara.
- Pero es una niña, ¿no crees que le hará daño? - preguntó Xavier con tono vacilante.
- La muerte no discrimina. Si estás en una situación de vida o muerte o en una disputa con otra mafia, no se te permite debilitarte porque sea una chica .
Me acerqué al ring y Leonidas me miró desde el ring apoyando sus brazos en el borde.
—Veamos adónde te lleva tu lucha de adolescente— se burló y saltó del ring por el borde hasta el suelo, luego se fue a sentar en la parte trasera del gimnasio frente al ring.
Subí al ring y traté de calmar mis nervios.
¿Cómo espera que pelee con un hombre musculoso y bien entrenado? Me pregunté.
