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Capítulo 2. Aislados

Por Florencia

No vivimos aislados del mundo, apenas estamos a tres horas, en auto, de la capital y sin embargo creo que sólo fuimos una sola vez hasta allá y no recuerdo bien, ya que yo era chica.

Sólo recuerdo que mi hermano más pequeño, aún era bebé y que mi padre estaba enojado, le recriminaba a mi madre que deje de nombrar a Diana.

Diana es mi tía, la única hermana de mi padre.

Mis abuelos la echaron de casa y mi padre estaba de acuerdo con la decisión de sus padres.

Por lo que pude entender, ella estaba embarazada y era soltera, en ese momento tenía 20 años.

Me pareció una locura lo que estaba escuchando.

Creo que en ese momento dejé de ser cariñosa con mis abuelos y con mi padre.

Nunca más supe algo de mi tía y recuerdo que yo la adoraba, aunque en casa la criticaban por su espíritu libre.

Muchas veces me pregunto qué habrá sido de su vida y si tengo un primo o una prima que no conozco.

Me angustio al pensar en lo que debe haber pasado, sola y con su familia dándole la espalda.

Creo que el padre de la criatura era casado y no se hizo cargo de la situación, no me pude enterar de quién se trataba, es que de ese tema, en casa, no se hablaba.

Mi madre nunca más insistió con el tema, a lo mejor se comunica con ella a escondidas de mi padre, pero no creo, porque es bastante cobarde y sobre todo, está dominada por él.

Ilusión

Por Alejo

Por fin me recibí de abogado, no veía la hora de hacerlo, espero que ahora mi familia y no se meta en mi vida.

Los adoro, eso es verdad, pero siempre estuvieron en contra de mi noviazgo con Marina y les guste o no, es la mujer que yo elegí.

La amo, simplemente es así, daría mi vida por ella.

La conozco desde siempre, cuando era adolescente la veía pasar por la puerta de mi casa y juro que hasta tenía erecciones solo por mirarla, en ese momento ella me ignoraba, hasta que nos encontramos una noche en una disco, a la que solemos ir con mis amigos cuando estoy en mi ciudad natal.

Esa noche habíamos tomado un poco más de la cuenta y justo la ví.

Me acerqué a ella, tomándola de la mano la llevé al medio de la pista y lo primero que hice fue besarla, perdí la cabeza en ese instante.

Terminamos en el rincón más oscuro del reservado, ella tenía un minifalda blanca, corta, muy corta, apenas le tapaba la cola, no me costó mucho esfuerzo levantarla, al rato estabamos teniendo relaciones, recuerdo que estaba sentada sobre mí y por fin pude enterrar mi boca en sus maravillosos y generosos pechos.

Realmente deliro por los pechos de Marina.

En ese momento yo tenía 19 años y ella estaba por cumplir 22.

Es la mujer de mi vida, me costó horrores separarme de ella para ir a la facultad, pero

sabía que mi familia no iba a permitir que abandonara mi carrera y que si lo hacía, iban pensar que era idea de ella y todo iba a ser peor.

Siempre me dijeron que iba a ser director adjunto el día que me reciba.

Tenemos varias fábricas y también importamos productos de cosmetología.

Fabricamos pequeños electrodomésticos y secadores de cabello, planchitas para alisar el cabello, ruleteras y ese tipo de cosas.

Cubrimos el sector de consumo para hogares y también fabricamos artículos para peluquerías y salones de belleza, es decir secadores de cabellos con pie y una potencia distinta, y varios artículos más, todo relacionado con la belleza femenina.

Los pequeños electrodomésticos son para el hogar, es decir, freidoras eléctricas, microondas, licuadoras, jugueras, multiprocesadoras, etc.

Nuestra marca es conocida y prestigiosa.

Por otro lado, tenemos un laboratorio que se dedica a productos de peluquería, pero solo cubrimos salones de belleza, eso fue una idea de mi hermana, aunque luego se fusionó todo en una sola marca.

Electrodomésticos Monti SRL.

Mis abuelos comenzaron con una pequeña fábrica y mi padre construyó el imperio, con Luciana seguimos su ejemplo y trabajamos juntos.

Aunque tengo 22 años tengo mucha responsabilidad.

No veo la hora de llegar a casa y ver a Marina.

No le avisé que vendría, porque me iba a querer ver enseguida y en casa me estaban esperando con ansias para festejar mi título y como supongo que también vamos a hablar de mi dirección en las empresas, decidí no remover el avispero, quiero asegurar mi nuevo puesto en la empresa y luego formalizar con mi novia.

Le voy a proponer casamiento.

El que sabe mis planes es Walter, aunque me dice que estoy loco, que tendría que esperar para formalizar.

Varias veces también intentó hablarme de Marina, creo que no le cae muy bien, o a lo mejor me tiene envidia, es que ella es una mujer que muchos hombres desean.

Es perfecta, hermosa, en la cama me da todo lo que quiero.

A mi hermana tampoco le cae demasiado bien, debe estar celosa, Marina es realmente hermosa.

Sé que se viste un poco llamativa y eso hace que las mujeres le tengan mucha envidia, pero es solo eso, luce lo que tiene.

Todos los meses le deposito dinero en una cuenta que abrí para ella, soy inmensamente rico y no voy a permitir que mi novia trabaje de camarera y esté todo el día parada.

Prefiero que vaya al gimnasio, o que haga lo que desee y que se dedique a ella, a esperarme, hasta que podamos casarnos.

No le gusta estudiar, tal vez si hubiera seguido una carrera universitaria, en casa tendrían otra opinión de ella.

Eso no es importante para mí.

Cuentan otras cosas.

Es tan maravillosa que ni siquiera quería que le abra la cuenta para depositarle dinero.

Me impuse con ese tema.

Mi familia no sabe que la ayudo económicamente, porque pensarían mal de ella y no se lo merece.

Recuerdo que al terminar de tener relaciones, esa primera noche, pensó que todo se terminaba ahí.

Si bien yo estaba bastante borracho, creo que en ese momento ella no tenía tanta experiencia sexual, se notaba y me lo confirmó después, cuando me dijo que sólo había tenido relaciones con un novio que había tenido.

Walter, cuando se lo conté, me llamó ingenuo, hasta estuve un tiempo distanciado de mi amigo.

A mí no me importaba nada, la tenía cerca y mi piel ardía.

Sigo igual, me desespero por ella

Los demás no quieren entender razones.

Llegué a casa y lo primero que veo es el pasacalle que me dedicaron.

Mi familia está orgullosa de mí, pienso que va a ser más fácil que acepten a Marina.

Mi madre salió a recibirme, también lo hizo mi padre, me recibieron con besos, abrazos y aplausos, no puedo negar que estoy emocionado.

Mi madre llora, pero de alegría, siempre fue muy cariñosa y demostrativa.

A veces odio su cara cuando hablo de Marina, creo que es más fuerte que ella y no puede disimular lo mal que le cae, parece que la desprecia.

Minutos después llegaron Luciana y Edy, mi cuñado, con la pequeña Sofía, que enseguida me estira sus bracitos.

La tomo en mis brazos, llenándola de besos, la adoro y pienso que bellos van a ser mis propios hijos, cuando los tenga con Marina.

Juego un rato con mi sobrina hasta que ella pidió volver los brazos de su madre, quería tomar teta.

Mi hermana dice que es el mejor alimento, aunque Sofía ya ingiere alimentos sólidos, como papillas y ese tipo de cosas, estoy al tanto porque en la capital no vivimos tan lejos con mi hermana y solemos vernos seguido, aparte de estar todo el día trabajando juntos, pero en ese caso a veces ella está en una empresa, yo en otra, ella es contadora, al igual que mi cuñado.

Somos unidos y nos llevamos muy bien, siempre que no se toque el tema Marina.

Se van a tener que acostumbrar a ella, porque yo me pienso casar.

Almorzamos entre risas y alegrías.

Me encanta estar en armonía con mi familia.

Por la tarde pasó mi amigo Walter.

Él tampoco vivía en el pueblo, su familia era el principal importador de una marca de autos alemanes muy prestigiosa y últimamente habían adquirido los derechos para importar una marca de motos, pero estas eran más económicas, él era despachante de aduana y hasta firmaba algunos documentos para mis importaciones.

Claro que teníamos un equipo que se dedicaba solo a nuestras importaciones, pero a veces él firmaba algunos documentos para aligerar trámites.

En casa lo quieren como un hijo.

Estuvimos toda la tarde festejando y quedamos en que nos encontraríamos en la discoteca donde siempre nos reunimos.

—Voy a llamar a Marina, para avisarle que llegué y que la veo allá.

Comento en un momento.

—Ella seguro va a ir, mejor dale una sorpresa.

—Tenés razón.

Dudo, pero finalmente le comento que le compré un anillo.

Él me mira serio y niega con su cabeza.

—Estás loco, hermano.

Me dice.

Justo entró mi cuñado y cambiamos de tema.

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