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Esposa De Mi Jefe

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Sinopsis

Willow ha deseando triunfar en el mundo de la moda. No pierde las esperanzas de poder convertirse en una aclamada diseñadora. Cuando se le presenta la oportunidad de laborar en la mansión Francois, su objetivo se selló. Terminó viviendo en casa del abuelo de Killian, un importante CEO vinculado al mundo de la moda. Es un hombre exitoso, que ha logrado mucho en poco tiempo. Hay algo que no ha conseguido el joven de treinta y dos años: el amor. Es de esos que huye de los compromisos, que detesta tener que relacionarse amorosamente. Por eso la llegada de Willow sacudirá su vida y cambiará su posición. Lo que no sabe Killian, es que su madre Susanne le ha pedido a la joven que sea parte de su plan, pagándole para que conquiste a su hijo. ¿Podrá Willow conquistar su corazón sin caer ella misma también?

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01

La mañana está siendo eterna para la joven Willow, puesto que no ha logrado entregar ni un solo volante y el sitio no es muy concurrido. Se siente derrotada, y sus pies reclaman por un descanso. Ha estado un buen rato paseándose en la esquina del local del señor Hanks; su jefe. Un viejo cascarrabias que no le agrada nada ni nadie. La mayor parte del tiempo se la pasa encerrado en un pequeño despacho dentro de la tienda, un lugar repleto de antigüedades especializada en la venta de objetos pasados de moda. Pero que por alguna razón, su producto es normalmente suministrado por subastas, ventas del estado, búsquedas en los mercadillos, y esas cosas que no le interesa en lo más mínimo a la chica. Sin embargo los objetos son de gran valor para los adinerados que no saben en qué gastar su fortuna.

La verdad es que si aún sigue trabajando en ese lugar, es porque no ha encontrado otro sitio mejor, y no podía darse el lujo de perderlo justo ahora, ya que tenía que pagar el alquiler dónde vive y lleva acumulado tres meses de renta.

Por estar distraída mirando los volantes que sostiene, no sé percata de la señora que viene andado hacia la tienda. De repente, se gira bruscamente y choca con ella, derramado el café que la señora traía en manos.

Willow abre los ojos desmesuradamente al escuchar el chillido histérico de la señora.

—¡¿Acaso no te fijas por dónde caminas, niñita?! —reclama la mujer mayor  apartando la tela mojada de su pecho.

—L-lo siento, lo siento —farfulla la jovencita preocupada—. Déjeme ayudarle con eso, tengo toal...

Estira la mano hacia la blusa que valía más que su miserable sueldo.

—¡Aparta tu mugrosa mano de mí, mocosa! —gruñe la señora—. Acabas de arruinar el outfit que estuve eligiendo por horas en mi armario, ¿Sabes lo que cuesta decidirse por la mejor ropa de marca y así no llevar la misma que tus amigas?

La chica no sabe lo que es eso, puesto que la mayoría de las perchas de su armario están vacías. Incluso, a veces tenía que repetir su ropa para venir al trabajo.

—Señora...

—¡No, no sabes! —intervino la mujer mayor lanzándole una mirada cargada de arrogancia—. Así que no tengo idea cómo ni con qué, pero vas a reponer este incidente.

—Pero señora, eso cuesta una fortuna. Además usted misma dijo, fue un incidente, ¿Nunca le ha ocurrido? —la joven no podía costear aquella prenda tan ridículamente cara.

La detalla minuciosamente, notando la costura finamente cosida en cada borde de la blusa. No hacía falta ser una experta en la materia para darse cuenta que la ropa de la señora había sido confeccionada por un gran diseñador de moda.

—No, jamás me ha sucedido porque no soy torpe. Estoy pendiente por dónde camino —responde la mujer mirando a la joven con arrogancia—. Y claro que deberías reponer mi blusa, pagar lo que cueste.

—P-pero, no tengo el dinero y seguramente es más que lo que gano mensualmente. Tenga al menos un poco de empatía y póngase en mi lugar —replica la joven Willow sintiéndose de repente molesta por la actitud tan hostil de la mujer mayor.

—Ese no es mi problema, niña —hace énfasis en lo último—. Entonces, al menos deberías pagar la tintorería.

Señala la zona de la blusa manchada de café. Willow estaba por hablar, cuando un tercero intervino.

—¿Susanne? —la nombrada voltea hacia el señor Hanks—. No sabía que venías.

—Vengo por unas cosas —dice la señora acomodando su cabello perfectamente arreglado en un peinado elegante.

El señor Hanks asiente, y se percata de la joven Willow que los mira.

—¿Qué haces allí parada? No te pago para que andes de cotilla, ve a ordenar las repisas —demanda el jefe de la chica.

—Ya lo he ordené ayer, señor —le recuerda Willow, se muerde la lengua para no soltarle improperios.

—Pues entonces busca que hacer en vez de quedarte de vaga —exige el señor.

La chica resopla echando a andar hacia la tienda.