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Endulzando al amargado CEO

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Liliana Situ
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Sinopsis

Solo era un trabajo para sobrevivir pero resultó ser mi sueño hecho realidad. Lograre que el humor amargo y ácido de mi jefe gruñón y antipático se vuelva el más dulce y azucarado con mi amor.

EmpresariorománticasJefeAmor a primera vista ProhibidoCEOTriángulo amorosoSecretosRival en amorAmor-Odio

Caliente ayudante

"Mamá!"

"Ya estás lista?"

"Tenemos que irnos ya!"

Apresura la joven hija a la señora que se observa de pies a cabeza frente al espejo.

"Oh si mi vida, lo siento tanto."

La señora de mediana edad retira su vista del espejo pues su reflejo no es el que esperaba esa mañana.

Maquillada delicadamente, salvo en los labios ya que se atrevió a usar un labial rojo oscuro, la mujer observa su vestimenta un segundo más...

Ella no sabe si hizo bien en ponerse su mejor vestido color crema con encajes que tanto le gusta y favorece junto con los tacones color piel, pero ya no tiene tiempo para cambiarse.

"Mamá, tu yerno esta impaciente en el auto."

La chica de cabello castaño claro recogido en una coleta alta, ataviada con un traje elegante oscuro de falda lápiz y saco elegante da una mordida a su manzana antes de mirar por la ventana hacia el auto rojo de su esposo aguarda por ellas dos estacionado en la calle.

"Lo sé, lo siento tanto!"

La mujer toma su pequeño bolso oscuro antes de quitar la canción "Sonámbulo" de Ritchie Valens que se reproduce en Youtube en su celular.

"Vamos, te espero afuera."

La hermosa chica abre la puerta del pequeño departamento de su madre para subir al auto donde su esposo le indica algo en su celular.

"Bueno..."

"Pues aquí vamos."

Suspirando fuera su miedo, la mujer cierra la puerta del departamento con seguro para subir apresuradamente al asiento trasero del auto antes que el vehículo se ponga en movimiento.

Solo un par de tensos minutos después, el restaurante está frente a ella.

"Suerte suegra!"

Grita el chico despidiéndose de la madre de su esposa.

"Suerte mamá!"

"Te recogeremos más tarde!"

La sumamente nerviosa mujer despide con su mano a los chicos que se alejan a toda velocidad en el auto hacia su trabajo.

"Dios, no puedo creer que esté tan nerviosa!"

Susurra para si misma la mujer quien siente su corazón latirle de forma errática dentro de su pecho.

"Hey, muévete del camino."

Exige un chico alto de complexión robusta quien carga un costal de naranjas sobre su poderoso hombro y carga con sus manos varias bolsas plásticas llenas.

"MALDITA SEA!"

Exclama el chico cuando dos de las bolsas caen al suelo.

"Permíteme ayudarte."

La mujer se de prisa en recoger lo que cayó fuera de las bolsas antes de cargarlas en sus manos.

"Bueno, no te quedes ahí parada, abre la puerta!"

Ordena el chico moviendo la cabeza indicando la puerta principal del lugar.

"Oh si, lo siento."

Ella se da cuenta que él tiene, obviamente, las manos muy ocupadas.

"Sígueme rápido."

"No te demores!"

El chico camina con paso fuerte y decidido hacia la cocina para dejar todo su valioso cargamento.

"Eres la nueva, verdad?"

Cuestiona el chico quien deja las cosas sobre una mesa antes de acomodarlas en los lugares indicados.

"Si, yo estoy aquí para..."

El chico le extiende un mandil de color oscuro para que se lo ponga.

"Ya sabía que vendrías, así que comienza a ayudarme."

Pero...

La mujer está tan nerviosa y tan fuera de su zona de confort en ese momento, que no le queda otra cosa que aceptar.

Tal vez estar en la cocina no sea tan malo después de todo.

"Entendiste?"

Cuestiona el chico quien mira con ojo critico a la mujer quien parece confundida después de indicarle como tiene que ordenar los viveres que trajo él.

"Creo...creo que si."

Responde la mujer mirando al chico quien se coloca un mandil blanco grande.

"Bien, ahora a trabajar."

"Y rapido que debemos comenzar a preparar."

la mujer piensa que esta en la cocina de su pequeño departamento...

Solo que como mil veces mas grande y ajetreada pues es la cocina de un gran restaurante.

La mujer se hace un moño apretado con su larga cabellera castaña la cual ya deja ver algunas canas antes de alisar su vestido, respirar su nerviosismo fuera y darse prisa en acomodar todo como le indicó el chico.

"Como te llamas?"

Cuestiona el chico de espaldas a ella pues se da cuenta que no sabe el nombre de su nueva ayudante.

"Me llamo Lila, Lila Venez."

"Y tú?"

Responde y cuestiona a la vez la mujer.

"Soy Anderson, el Chef estrella de este lugar."

"Liria, ayúdame a cortar estas verduras."

La mujer está por corregirlo pues la llamó "Liria" y su nombre es "Lila", pero en ese instante un hombre de mediana edad entra por la puerta.

"ANDERSON!"

"Es tarde y aun no huelo nada cocinándose..."

El hombre observa a Lila quien tiene muchas verduras en sus manos.

"Lila..."

"Eres tú..."

"Cuanto tiempo ha pasado por dios!"

Quitandole las verduras de las manos a la mujer para dejarlas sobre la mesa, el hombre abraza afectuosamente a Lila.

"Hola Jeff, tantos años en verdad han pasado, muchos más de los que me gustaría admitir."

Anderson, confundido, permanece atento a lo que ocurre.

"Cuando llegaste?"

"Como está tu hija?"

Inquiere Jeff hacia la mujer quien sigue luciendo bella aunque triste y apagada.

Ya no es la radiante, sonriente y bella Lila adolescente de antaño.

"Acabo de llegar, mi hija y mi yerno están muy bien, felizmente casados."

"Cuentame, tu esposa y tu siguen juntos?"

"Como están tus dos hijos?"

Anderson deja caer unas ollas contra la mesa de metal provocando un ruido ensordecedor por un minuto.

"Oh pero que lindo reencuentro en verdad, pero ahora mi ayudante no tiene tiempo de socializar."

Ayudante?

"Jeff, ve a hacer lo que siempre haces allá afuera y dejanos trabajar en paz!"

"Estoy atrasado todo por la maldita culpa de esa perezosa asistente tuya!"

Anderson bufa mientras cruza los brazos frente a él demostrando que está hablando en serio.

"Oye imbécil, ella no es tu..."

Lila lo detiene.

"Está bien Jeff."

"Puedo y quiero ayudar."

"Después hablaremos, de acuerdo?"

La mujer pide de buena manera al hombre que viste jeans oscuros, mocasines color arena, camisa a cuadros y un saco azul oscuro informal.

Sus anteojos modernos junto con su bien peinado cabello blanco lo hacen ver más interesante.

Todo un galán delgado y bien cuidado de mediana edad.

"Estás segura Lila?"

"Jeff puede ser un dolor en el trasero cuando está atrasado."

Lila mira la malhumorada y seria cara del chico quien no debe rebasar los veinticinco años.

"Estoy segura."

Jeff le da una mirada severa a Anderson antes de decirle a Lila.

"Si te da molestias o es demasiado para ti, búscame en la oficina."

"Te deseo suerte."

Antes de salir de la cocina Jeff da una última advertencia con su mirada al chico quien sostiene su afilado y enorme cuchillo de cocina entre sus manos y sonríe perversamente.

"Gracias, te veré después."

Corta el momento tenso el agradecimiento de la mujer quien sonrie ligeramente.

"A trabajar ahora, ayudante."

Ordena Anderson quien mira en un papel lo que tiene que preparar hoy para el menú del día.

"Es tarde y tendremos que correr."

Murmura Anderson más para él mismo, pero Lila asiente de todos modos.

"Bueno, esto es como en la escuela."

"Puedo hacerlo."

"Solo es cortar verduras."

Se da ánimos Lila en su mente.

Tras recibir sus ordenes, la mujer se concentra en sus deberes pues hace mucho que no prepara tal cantidad de comida.

Además, el cuchillo que maneja es enorme y sumamente afilado.

Mientras el tiempo pasa con rapidez, una por una las ordenes llegan de los primeros hambrientos comensales.

"Muy bien, en cualquier momento llegara el duo tormenta a molestar."

Justo cuando terminó sus palabras Anderson, un par de chicas ataviadas con lindos vestidos florales muy cortos y un delantal blanco delante con encaje entran por la puerta.

"ANDY!"

"Tenemos clientes que esperan sus pedidos!"

"Donde está la comida?"

"Ya están listas las ordenes?"

Las dos chicas quienes llevan el cabello de colores recogido en una coleta alta disparan preguntas mientras toman pedazos de fruta picada para meterlos a sus pequeñas y bien pintadas boquitas.

"Hey, dejen eso!"

"No pueden meter sus sucios dedos en la comida!"

"Fuera de mi cocina!"

"Y no vuelvan a llamarme jamás ANDY!"

"Soy ANDERSON!"

"ANDERSON, NO ANDY!"

Lila puede ver la cara de asco que hace el chico cada vez que dice "Andy."

Las chicas roban dos pedazos más de fruta antes de salir de la cocina riéndose del chico.

"Queremos nuestras ordenes ya!"

Gritan las dos desde fuera de la cocina mientras sus dedos tamborilean rítmicamente sobre el mostrador donde se entregan los platillos listos.

"Estarán listos en un segundo."

"Solo..."

Anderson suspira antes de responder.

"Solo denme un minuto más, par de bellas molestias."

Lila mira la interacción de las chicas y el chico.

Ella se da cuenta que los tres están jugando pues se llevan bien.

"Necesito que me des una mano sirviendo."

"Puedes hacerlo?"

Lila afirma con la cabeza.

Anderson le indica como debe hacerlo y ella lo hace al pie de la letra.

Un breve vistazo hacia las mesas en el amplio, bello y concurrido restaurante le indica a Lila que su día apenas está comenzando.

Acomodandose de nuevo el moño apretado con su cabello, Lila comprende que debe ser más eficiente para ser una verdadera ayudante para Anderson.

"Orden lista!"

Indica con voz grave Anderson.

Una bella y sonriente chica toma el platillo en cuestión para llevarlo a la mesa con su charola de color rojo.

Uno tras otro los platillos comienzan a ser entregados a los comensales quienes siguen llegando sin parar al restaurante "Vita Belle."

"Bueno, quería un trabajo y lo tengo, no puedo quejarme."

Lila se da ánimos a si misma mientras comienza de nuevo a picar legumbres y frutas.

La actividad sigue y sigue en la cocina mientras la música de fondo acompaña los movimientos de las dos personas comprometidas con su trabajo en la cocina.

***By Liliana Situ***

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