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Ajuste

3

Su aliento llenaba mis fosas nasales de un aroma increíblemente sensual.

Joder,¿Que me estaba pasando?

— A esperar que me avise para irnos al desayuno, señor — dije tratando de sonar obvia. Pero creo que soné casi desesperada.

— Quédate aquí, conmigo — señaló la silla que anteriormente ocupaba y me ví obligada a tomar asiento.

Después de todo, solo quedarían unos minutos para irnos, su secretaria había dicho que el desayuno sería en media hora y llevábamos al menos quince minutos aquí.

No tenía muchos deseos de tomar otro café, pero por educación debía tomarlo.

Bajo la atenta mirada del señor Santorini, bebí a sorbos lentos mi café, y podría jurar que lo sentí gruñir cuando mordí una esquina del pequeño bombón de chocolate que me habían puesto.

Se levantó bruscamente y comenzó a colocarse bien la camisa, llevando las mangas a su sitio y acomodando unos gemelos que parecían de oro blanco en los puños.

Sus sensuales tatuajes ya no estaban a la vista.

— Necesito que me ayudes con la corbata — abrí mucho los ojos y el lo notó, pues sonrió y explicó enseguida — normalmente eso lo hace mi secretaria pero, si estás aquí y te vistes tan elegante, asumo que sabes anudar una corbata.

Haciendo un gesto un poco maleducado dejé lo que quedaba de bombón sobre el platillo.

Limpié mis dedos en la servilleta y me acerqué a él, que me entregaba una hermosa corbata azul.

Se recostó sobre su escritorio con ambas piernas abiertas, postura que me indicaba que debía pararme entre ellas para hacerle el dichoso nudo.

Cuando me ví entre sus piernas, inclinandome sobre su cuerpo para alcanzar su cuello y colocar la corbata, me sentí estremecer.

Dejó reposar sus manos sobre el cristal de su escritorio,a cada lado de su cuerpo, mientras yo trataba de no pegar el mio al suyo, pero no era fácil.

— Que bien hueles, Melody — dijo bajito llamando la atención de mis ojos que se chocaron con los suyos de color tan raro.

— Gracias , señor. — casi le reclamo por hablarme así, pero es que me sentía fascinada por el y en realidad, solo lo vería algunas pocas horas al día y tampoco sería todos los días.

Terminé mi trabajo con la presión de sentir aquel hombre tan cerca , con su tremenda personalidad.

— Ya podemos irnos — dijo y yo, me dispuse a recoger mis cosas cuando lo ví llevarse a la boca, el pedazo de bombón que yo había dejado a medio comer.

Madre mía.

Esto era demasiado para mí.

Me sentía arder la piel entera. El lo estaba haciendo todo a propósito, no creo que pudiera trabajar con un hombre así.

En el fondo no hacía nada malo, pero me sentía la presa suculenta de un lobo hambriento. Solo me faltaba echar a correr, con el detrás enseñando sus colmillos.

— No pienses tanto Melody— parecía leer hasta mi mente.

Sin contestar, me encaminé hacia el resto de mis cosas, que estaban en la pequeña oficina de la secretaria.

— Vuelvo en dos horas máximo Lina, cualquier cosa importante me llamas al móvil.— le informó a la secretaria y justo cuando nos íbamos a ir, está le dijo...

— ¿Y si viene su novia señor Santorini, que le digo?

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