5. ¿Le parezco muy intimidante?
Narra Hades Kana.
Lunes, 20, diciembre, 2027.
Observo la figura de la mujer que restaura mis obras moverse de un lado a otro mientras observa un cuadro en el que empezó a trabajar el jueves pasado. La miro un segundo más y me voy a mi despacho, miro el reloj de mi muñeca que indica que ya es casi la hora de la merienda.
Entro a mi despacho y me siento en la silla para luego mirar la carpeta en donde está todo lo relacionado con Hali Frey, la madre de mi hijo, de seguro se preguntaran como sucedió esto. Hace dos meses había llegado de un viaje y claro como era viernes, necesitaba despejar la mente de todo el trabajo agotador.
Pero no sabía que esa noche la iba a ver, una mujer morena de ojos verdes y cabello castaño largo, metida en un vestido negro con escote profundo en su espalda, su figura me cautivó junto con su mirada inocente y tímida que la hacía ver más santa que otras mujeres, no sé si fue su capacidad de fingir tal personalidad que hizo que me acercara a ella.
Claro, parecía destrozada, sus ojos brillantes tenían una tristeza que ahogaba con el licor del bar que no me dejó alejarme ni un instante. Aunque estaba comprometido eso no me impidió hacerla mía en el auto cuando la llevaba de regreso a su edificio, por suerte pudo decirme donde vivía.
Fue la mejor noche y la única ya que no la volvería a ver o eso creí ya que a la mañana siguiente el chófer me notifica que el asiento trasero había manchas de sangre que no se podían quitar del todo del asiento, solo eso me notificó que la chica era virgen.
No quería acercarme a ella pero necesitaba saber si había una posibilidad de que pudiera tener un hijo mío, la estuve investigando por dos meses, me di cuenta de que ya no cargaba esa hermosa melena larga sino una melena corta que la hacía ver más joven de lo que es, su vestir era muy diferente a esa noche y trabajaba en un museo.
La tenía más que vigilada, sabia con quien vivía, con quien salía y sus horarios, podría ser que me volví un acosador pero solo quería saber una sola cosa, entonces fue ahí que decidí conocer el museo donde trabaja e intentar sacar información o simplemente chantajear y comprar unas que otras obras aprovechando que estaba ahí y era mi pasatiempo.
Hasta que la vi, me miró más no puso expresión alguna, pensé que fingía no conocerme hasta que en la segunda visita la vi trabajar en un documento de la existencia de Hades, el Dios del inframundo, el nombre por el que me apodan todos los de esta ciudad.
Solo me acerque un poco a ella para notar su carácter y luego darme cuenta que estaba embarazada, la sospecha de la cual estaba esperando por mucho. Solo necesitaba tenerla cerca hasta que nazca el niño y luego alejarla del todo.
— Señor Kana, ¿Va a tomar la merienda aquí o en la biblioteca? — pregunta Guillermo, mi mayordomo desde que nací, me levanto.
— En la biblioteca, invita a la señorita Frey — ordeno sin más saliendo de la biblioteca.
Mi plan estaba perfecto pero me había olvidado de un pequeño destalle y era Valeria, mi prometida a la cual nunca he amado y solo me casare con ella por el bien la empresa.
O eso pensaba hace un mes.
— ¿Te gusta las fresas? — pregunto tomando de mi café, ella niega y eso me confunde.
— Es una antojo pero en sí no me gusta mucho — explica sin dejar de comer una fresa tras otra, asiento, tomo mi libro para seguir leyendo pero la miro, tiene el cabello amarrado en un moño a pesar de lo corto que lo tiene, viste un vestido marrón de tirante y bajo de este una camiseta blanca, su manera tan sencilla de vestir la hace ver hermosa.
—Disculpe, señor — alzo mi mirada para ver a Guillermo —La señorita Bianco lo espera en la sala — dice con nervios, me levanto del mueble y me retiro, en el pasillo miro a Guillermo.
— Que la señorita Frey no salga de la biblioteca — asiente regresando, camino hacia la sala, conociendo a Valeria, sería capaz de todo si se entera de que Frey espera un hijo mío.
— Mi amor, no entiendo a tu mayordomo, me hizo esperar aquí de vez de decirme donde te encontrabas — se queja sentada en el sofá — Ven, siéntate — ruedo los ojos sentándome frente a ella — Supongo que ya sabes que tenemos que elegir una fecha para casarnos, ¿no? — pregunta.
La empresa necesita que me case para mejor imagen, encima de que necesito un heredero, lo bueno aquí es que nadie sabe con quién me casare solo saben que soy un hombre comprometido.
— ¿Qué piensas de los niños? — pregunto de manera relajada.
— ¿Niños? ¿Quieres tener niños? — pregunta de manera horrorizada — Por Dios, Hades, los niños arruinarían mi figura y me harán ver más vieja, ni pensar, encima una vida sin niños ruidosos es mejor, ya sabes, más sexo que nada, ¿no crees? — me levanto.
— Quítate el anillo, Valeria, creo que me equivoque contigo — se levanta y me toma del brazo.
— ¿Cancelaras nuestro compromiso solo porque no te quiero dar niños? — me encojo de hombros.
— Tal vez no sea por eso, puede ser que también sea por las infidelidades que he tenido que taparte desde hace meses, ¿no crees? — abre su boca soltándome.
— Yo… yo no sería capaz… — hago que se calle.
— Me montaste un escena hace días por dejarte descuidada por un mes, lo mismo pasó cuando te descuide por 5 meses, escenas que me montaste para nada porque disfrutabas esos meses con tus amantes, Valeria, no me vea la cara de estúpido, siempre te he tenido vigilada — aprieta sus dientes. — ¿Sabes qué? Quédate con todos los regalos que te di, pero recuerda, si vendes algún apartamento o carro, estarás en la cárcel…
— Claro que no, están a mi nombre, puedo hacer lo que quiera con ellos — niego.
— Nunca estuvieron a tu nombre, querida — chaqueo mis dedos llamando a los de seguridad — No le dé más el paso a la mansión ni a las empresas, ni los clubes y hoteles — empieza a chillar.
— ¡Esto no es justo, Hades, sé que tienes a otra, me vengare, esto no se queda así! ¡Esa chiquilla no es mujer para ti! — sigue gritando hasta que la sacan de la mansión.
Guillermo llega y me mira.
— Vigílela, no quiero que nada le pase a Frey, un rasguño y mátala — asiente, camino hacia la biblioteca en donde la veo dormir en el sillón con las manos en el vientre poco notable.
Me siento en el otro sofá sin dejar de mirarla, verla así tan joven me hace creer que tiene menos de 23 años. La veo fruncir el ceño, me acerco cuando veo una mueca en sus labios, oigo que se queja y de pronto abre sus ojos en el momento exacto que estoy por tocarla.
— Señor Kana… — me alejo sentándome en el sofá para seguir en mi libro, la veo moverse y sentarse.
— El viernes es noche vieja, ese día también se trabaja pero hasta las 4 de la tarde — la veo asentir mirando sus manos con manchas de acuarelas de varios colores — ¿Qué piensa hacer esa noche? — pregunto mirándola. Levanta su mirada algo sonrojada.
— Nada, tal vez quedarme en mi cama… viendo películas… ya sabes cosas normales — frunzo el ceño.
— Ya veo — me levanto del sofá — Si no tiene más nada que hacer, necesitare que sea mi acompañante esa noche — la veo tragar saliva ¿Le parezco muy intimidante? Lo dudo solo estoy poniendo mi cara de costumbre.
— Yo… — se levanta y veo que está nerviosa.
— Piénsalo, no es obligatorio — espero que no lo piense y diga que sí. Como no responde, salgo de ahí — Si la señorita Frey da respuesta de la invitación, me haces saber — asiente Guillermo entrando a la biblioteca.
Mi teléfono suena y noto que es mi abogado.
— Si me llamas para saber lo ocurrido con Valeria, déjame decirle que puede cortarle todos los accesos a mi dinero, ha dejado de ser mi prometida…
