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Capitulo 2

Hacía casi un mes que no llovía y a pesar de que los días estaban calurosos, las lluvias parecían no querer caer.

- No doy más del calor señor. Necesito un trago de agua.- Murmuro Damián a Jonathan.

Esa misma mañana habían sido notificados con la orden de allanamiento de una de las cocinas de cocaína más temidas de Mendoza. Allí no solo se preparaban los paquetes y las dosis para distribución. También se traficaban armas y distintos equipos electrónicos desde celulares hasta computadoras.

Podían haber llegado y entrar sin previo aviso. Pero Jonathan sabía que faltaba el jefe de aquella banda y su hermano. Ambos eran más que famosos en el ambiente policial, y aunque muchas veces habían sido detenidos, siempre salían por pagar una fianza, o por sobornar a los efectivos corruptos. Era un viejo enemigo de Jonathan y debían esperar sin ser vistos si querían agarrar a toda la banda completa.

- Sólo espera un poco más y te prometo que si agarramos a los hermanos Heredia con todos sus secuaces. Te pago un cajón de cervezas, una parrillada completa y seré yo quien la cocine.- Exclamó Jonathan mientras pasaba el puño de su uniforme por su frente para secarse la transpiración.

- Eso suena muy tentador...- Sonrió Damián.- Debes cocinarlo a Punto, la carne me gusta jugosa.-

- Tengo una familia de carnívoros. Puedo asegurarte que soy el mejor asador de Mendoza. En tu vida probarás una parrillada como la mía.-

- Viejo engreído...-

- Argenchino...- Se burló Jonathan y ambos rieron. Pero en ese instante una camioneta se acercó a la entrada.- Ahí están.-

Con una señal Jonathan le dio una indicación al grupo que aguardaba al otro lado del galpón, y éstos les hicieron seña al grupo que estaba en la parte trasera de aquel lugar. Debían entrar juntos al mismo tiempo, no podían darle ni diez segundos de ventaja, de otra manera acabarían muertos.

Las puertas del galpón se abrieron de par en par para que pudieran ingresar una camioneta y un camión. Y Antes de que se cerraran, nuevamente Jonathan dio el aviso y todos entraron al mismo tiempo.

- Alto todo el mundo. Armas al suelo y contra la pared o le vuelo la cabeza a su jefe...- Exclamó Jonathan con seguridad mientras apuntaba con su pistola en la cabeza de Heredia.

Todos los efectivos apuntaron a cada persona que había en aquel sitio. Y para asegurarse de que nada ocurriera Jonathan le pidió a Heredia que les ordenará a todos sus hombres que tirarán sus armas.

Sólo una seña bastó para que todos se deshiciera de sus armas, levantaran sus manos y se pusieran contra la pared.

- Falta tu hermano ¿Dónde está?- preguntó con intriga mirando a su alrededor. Y Heredia elevó sus hombros asegurando que no lo sabía.- Damián... Arrestalo y llévalo al patrullero. Quédate ahí con él.- Soltó Jonathan con nerviosismo- Ustedes, hagan lo mismo.- Ordenó al resto de sus compañeros.

- Ésta vez fuiste más inteligente Rivas. Te felicito, pero ¿sabes qué? en menos de lo que te imaginas estaré en las calles de vuelta.- Escupió Heredia con una irónica sonrisa- Sé todo sobre ti estúpido. Y te haré pagar con dolor si pierdo todo mí maldito imperio.-

- ¿A ésto le llamas imperio?- Dijo Jonathan mirando a su alrededor donde podían verse mesadas con drogas, armas, dinero y aparatos electrónicos.- Ya veremos cómo quedará está posilga... Llévatelo. - Ordenó a Damián y éste obedeció.

Absolutamente todos quedaron arrestados pero aún faltaba el hermano de Heredia. Sin temor Jonathan investigó cada rincón de aquel lugar. Sabía que ese tipo estaría allí.

- Sé que estás escondido en algún lado maldita rata. Todos están atrapados, incluso tu hermano.- Dijo Jonathan sin dejar de prestar atención mientras apuntaba con su pistola.- Sal de una vez y evitarás que venga otra cuadrilla y dejemos este lugar como un colador.-

En ese mismo instante, Damián entró con cautela al lugar tratando de llegar a Jonathan, quien con un gesto lo regañó por haber ingresado nuevamente, pero un disparo hizo que sus nervios lo alertaran, miró a su alrededor, y logró ver al hombre que faltaba. Su pistola apuntaba llanamente hacia Damián, por lo que sin perder un segundo, llegó hasta él, empujándolo. El sonido del disparo retumbó sus oídos, de golpe se sintió mareado y no podía coordinar muy bien la visión. Sintió otros dos disparos y no pudo oír, ni ver mas nada.

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