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El corazón del candidato

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Mainvillage
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Sinopsis

Sergio Caine Burwish Pieth ha sabido toda su vida que quiere ser el presidente de su país. Todos están impresionados con los logros que ha alcanzado a tan corta edad y no dudan de su inteligencia para el puesto al que se postula, pero la vida amorosa del candidato o su falta de ella parece más interesante que su plan de gobierno. Para devolver la atención a su carrera política solo hay una mujer que puede ayudarle. ¿Qué hará el candidato? ¿Le darle al pueblo lo que quiere o le dará el gusto a su corazón?

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Prólogo

—No estás listo para ser el Presidente de este país —me advierte Gabriel Westborn, el cuatro veces presidente de Mainvillage.

Sonrío y trato de controlar mis emociones y expresiones. Porque esta fue una tierra prometida que alguien les regaló a unos rebeldes, sin embargo, cunado se trata de proteger lo suyo son todos muy exigentes, por ejemplo; para trabajar en el banco central de Mainvillage tienes que pasar por un periodo de prueba de seis meses y necesitas el expediente más impresionante de la vida para que te acepten. Lo sé, porque soy el hijo del dueño y encargado de la reserva Nacional de oro y piedras preciosas.

A pesar de que mi familia es la más afortunada económicamente con la división que hicieron del país, mi interés principal y exclusivo está en ser la cabeza del país.

Hoy soy el candidato a la presidencia más joven de la historia de este país. Cuando uno anuncia un nuevo partido, si cumple todos los diez mil requisitos, es sometido a una entrevista pública y televisada. Básicamente, intentan sacarte los trapos sucios antes que los otros partidos, al finalizar se realiza una encuesta y en dependencia de ello te permite ser oficialmente un candidato.

—Sergio no puedes ganar las elecciones, tu mamá es la hija de la amante de un empresario, una exprostituta, tu familia paterna fue asesinada manos de tu tía abuela por avaricia y tú, básicamente mataste a tu esposa.

A través del micrófono escucho a la presidenta del tribunal electoral llamar mi nombre:

—Sergio Sebastian Caine Smith Pieth Burwish.

Me arreglo el saco y la corbata y me acerco a ella. Entre los asistentes veo a mi mamá y a mis hermanos, mi papá está en una esquina y de inmediato recuerdo lo que me pidió esta mañana:

Por favor, retírate de la campaña, será brutales con nuestra familia.

Saludo a la mujer a mi lado y le pido que me dé la palabra antes de que el mediador comience con las preguntas para la postulación.

—Mi nombre es Sergio Caine, no necesitan todos esos nombres —bromeé. —Tengo veinticinco años. No tengo primera dama, he ido a cuatro turnos cortos a la guerra, hablo siete idiomas, soy economista y abogado de profesión. Me dedico a las inversiones y la seguridad, con eso he generado una fortuna que paga esta candidatura. No soy perfecto. Soy un hijo, un hermano, soy amigo y primo y soy leal a todos y cada uno de ellos. No soy un Westborn ni soy experimentado en este cargo, pero, aprendo rápido. Tienen un folder enorme con los errores de mi familia, y de verdad, que sí, sí a todo lo que van a leer sobre nosotros. Mi abuela materna fue amante de un hombre casado por años el cual abandonó económicamente a mi mamá y a su hermana. Falleció por cáncer de útero, como complicación de un VPH mal cuidada. Mi tía fue heroinómana y dejó las drogas por su cuenta, lleva casi veinte años sobria. Olivia, mi madre, tuvo que prostituirse para darle de comer a su sobrina a la cual adoptó y es mi hermana que nadie nunca diga que no somos hermanos. Papá evidentemente sí pagó a un proxeneta para que mi mamá recuperara la libertad y parte de su paz. Les recuerdo que en este país la prostitución es 100 % legal, el proxenetismo como relación cliente agente lo es también, amenos que se demostró que sea con menores se vuelve ilegal. Yo he estado casado, y no duró mucho por razones lamentables y tampoco he tenido el placer de convertirme en padre. Estoy cien por ciento enfocado en ser su presidente. No soy un error, no lo malo en mi familia. No soy el hijo de una prostituta, soy el hijo de una madre soltera que construyó un imperio desde el horno de su casa, tampoco soy el sobrino de una drogadicta, sino el sobrino de una de las mejores diseñadoras de la ciudad. Soy hijo de una mujer extremadamente valiente y trabajadora, soy hermano mayor, soy un sobrino orgulloso de todo lo que hace mi tía porque a pesar de sus circunstancias hoy son de las empresarias más admiradas y reconocidas en sus campos. —tomé aire y miré a las personas frente a mí. —¿Cuál trapo sucio me queda?

La sala se quedó en silencio por un par de minutos y la presidenta del tribunal se acercó a mí para darme un par de indicaciones. Agradecí al público por su atención y regresé tras bastidores.

Mis padrinos estaban esperándome y me miraron a los ojos.

—Estás... ¿Estás nervioso?—preguntó mi tío Alonso y me acercó una botella con agua.

—No.

—¿Te sientes bien? —preguntó el tío Cash.

—Sí.

—Sergio, tu papá te va a matar. —me recordó Alonso. —Tus hermanos están aquí.

—Lo siento, pero si no lo decía yo, lo iban a decir los Westborn. —repliqué y los dos me dieron un apretón en el hombro.

—Hijo, si quieres ganar esto necesitas ayuda.

—¿Ayuda?—repetí.

Él me mostró la pantalla de su celular, estaba la foto de su hija, los miré y los asintieron. Lo que ninguno sabe es que Isabela puede que siga molesta porque la dejé y ella me dejó, al final, los dos decidimos dejar de follar con el fin de preservar la familia del amor que la amistad entre nuestros padres han construido.

Creo que es na pésima idea porque necesito toda la concentración y ella es la única que podría hacerme desistir. La encargada del tribunal se acerca a nosotros para darme su veredicto.

—Señor Caine, que... refrescante no tener que humillar a la gente la verdad todo sería fácil si todos dijeran la verdad —reconoció la mujer. —Por nuestra parte está aprobado, solo hace falta esperar las encuestas, de igual manera es usted muy joven podrá intentarlo en el futuro y de quedar ahora, para nosotros es urgente tener a quién gritarle cuando se esté volviendo públicamente loco.

—Isabel Burwish—la mujer me miró sorprendida ante la respuesta del tío Cash. —Wow, será un placer trabajar con la señora Burwish, enviaré a su correo el acuerdo de confidencialidad—respondió mientras iba escribiendo en su celular.

En cuanto la mujer se fue, les miré a ambos, el tío Alonso tenía los abrazos cruzados y mi tío Cash me pidió el celular para que llamara a Isabela.

—¿Tú entiendes que ella tiene una vida en Estados Unidos y un trabajo?

—Estará encantada, sabes lo mucho que te quiere, eres su primo favorito y es como darle un empujón de vuelta a casa. Lo único que me hace falta es encontrarle un marido.

—¿De casualidad tienes la fecha de la boda apuntada por ahí?—comentó irónico Alonso antes de golpearle en la cabeza. Me tomó de brazo y sonrió antes de decir: —Vamos a que tus propios papás te maten.

No sé qué es peor; enfrentar a mi familia o llamar a rogarle a Isabela.