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El chico frío 2

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Aligam
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Sinopsis

Me acerco y coloco una mano sobre su hombro para tratar de calmarla, pero solo he empeorado la situación. Sus ojos van directamente a mi mano y luego se aleja, retrocediendo tres pasos. -¡No debes tocarme!- me grita. -Perdóname, solo quiero que estés bien- trato de decirle, viendo como ella tiembla. -No me toques- dice de nuevo entre dientes. Sé que lo único que quiere hacer es desmoronarse y llorar, pero también sé que no lo hará frente a mí. Ella nunca me dejará ver sus lágrimas, nunca me dejará ver todo el dolor que tiene, el dolor que la mata.

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Capítulo 1

Me acerco y coloco una mano sobre su hombro para tratar de calmarla, pero solo he empeorado la situación. Sus ojos van directamente a mi mano y luego se aleja, retrocediendo tres pasos.

-¡No debes tocarme!- me grita.

-Perdóname, solo quiero que estés bien- trato de decirle, viendo como ella tiembla.

-No me toques- dice de nuevo entre dientes.

Sé que lo único que quiere hacer es desmoronarse y llorar, pero también sé que no lo hará frente a mí. Ella nunca me dejará ver sus lágrimas, nunca me dejará ver todo el dolor que tiene, el dolor que la mata.

-Ahora vámonos- dice con la cabeza baja, pasando a mi lado para salir de casa otra vez.

La sigo y juntos llegamos a mi coche. Sube a bordo y me doy cuenta de que le tiemblan un poco las manos. Cierra los ojos y respira hondo.

Me gustaría decirte algo. Me gustaría decirle que esté tranquila, que estoy aquí con ella, que no la dejaré sola, pero también sé que no quiere oírme hablar. Ella quiere estar callada, o probablemente solo quiere escuchar algo de música, así que enciendo su estéreo, con la esperanza de que eso alivie la situación, pero ella lo apaga poco después. Me alejo confundido.

-Me está dando dolor de cabeza. No quiero escuchar la música ahora- me explica.

Permanezco en silencio y continúo conduciendo hacia la base, pensando que si ese dolor de cabeza empeora, probablemente no la veremos en tres días.

Ginebra me explicó cómo funcionan. Aparecen cuando está bajo mucho estrés y pueden durar varios días. Lo único que puede ayudarla es la cantidad correcta de coca que la deja inconsciente hasta que el dolor de cabeza desaparece.

Conduzco en silencio y después de poco menos de media hora llegamos a la base.

Entramos y, como siempre, Anthony nos abre la puerta principal. Esta vez no nos dice nada sobre el estado de Aedus y esto me intriga mucho.

No tenemos tiempo de llegar a su oficina cuando llegan cuatro guardias. Dos contra mí y dos contra Sofía. Nos separan y no sé a dónde la llevan.

Me encierran dentro de una de las muchas habitaciones y después de más de una hora llega Aedus, junto con los dos guardias que me encerraron aquí.

Raul

-¿Qué pasa?- Pregunto alarmado.

-Hiciste un gran lío esta noche. Puedo tapar las gilipolleces que sueles hacer, pero la muerte de seis policías es difícil de tapar- dice y con esa frase entiendo que los otros dos policías también están muertos.

Me pregunto si Sofía ya lo ha sabido.

-Además, sus dos coches han sido reconocidos- continúa. -Juntando los dos equipos pensé que había hecho una buena jugada, que podía obtener el doble de resultados y en cambio solo obtuve el doble de problemas-.

-Tienes los resultados- digo. -Tomamos el collar como lo pediste-.

-Oh, ya sé- dice Aedus sonriendo.

Mete la mano en el bolsillo y saca el collar de diamantes que robamos esta noche.

-Bob se encargó personalmente de recuperarlo del muslo de Sofía, ¿no?- pregunta riendo y volviéndose hacia uno de los dos guardias.

-Oh, sí, jefe- dice ese pendejo de Robert, llevándose una mano a la polla.

No. Realmente no puede haberlo hecho. Realmente no puede haber sucedido.

Me abalanzo sobre el hombre y le doy un puñetazo en la nariz, pero poco después el otro me agarra y me sujeta los brazos a la espalda. Empiezo a retorcerme y a gritar.

-¿Qué cojones le hiciste?- Pregunto, pateando e intentando que ese pendejo se suelte.

-Qué había que hacer- me responde Aedus.

-Y que cojones significa esto?-

-Cometiste un error y ahora lo pagarás- dice y sale de la habitación, dejándome sola con los dos guardias.

Sé lo que significa esa frase. Con Aedus, pagar significa solo una cosa: castigo.

Me bañan a golpes y los tomo todos en silencio, esperando que no hayan sido tan duros con Sofía, no como la última vez. Yo también sigo pensando en esa frase. Sobre el hecho de que recuperaron el collar del muslo de Sofia y que el imbécil de Bob le tocó la polla justo después de decirlo. Rezo para que no suceda lo que pensé.

Me siguen pegando, pero ahora ya no siento sus golpes. Mi cabeza está en otra parte. No puedo dejar de pensar en ella.

Después de minutos que parecen interminables, dejan de golpearme y, apenas me dejan, caigo hacia adelante. Dejé escapar algunas toses de todos los golpes en el estómago que he recibido.

Una vez que recuperé la respiración regular, me levanto y veo a los dos hombres abrir la puerta, invitándome a salir.

Cuando cruzo el umbral, escucho pasos pesados que se acercan y poco después veo a Sofía que avanza con la cabeza gacha. En cuanto levanta la vista se queda petrificada y a mí me pasa lo mismo.

Está peor que cuando la golpearon la primera vez que la vi, pero no por las heridas que tiene, sino por su mirada. Las lesiones son bastante menores. Tiene un labio partido, una mejilla roja y un ojo que probablemente se volverá negro en unas pocas horas, pero hay una especie de terror en sus ojos que nunca he visto. Es como si las tormentas, todas las veces que alguien la ha tocado y la explosión de los dos coches de policía se juntaran y ella lo experimentara todo en segundos.

Lo que veo en su mirada es mucho más que miedo. Es un terror que nunca antes había visto.

Trato de acercarme a ella, pero inmediatamente la veo alejarse. Los guardias nos dicen que nos dirijamos a la salida y lo hacemos sin decir una palabra.

Llegamos afuera y allí encontramos mi Range Rover y el Jaguar de Sofia, además de Aedus otra vez.

-Vuestros coches han sido identificados y utilizarlos se ha vuelto peligroso- se limita a decirnos.

Un poco más tarde escuchamos un pitido extraño y entendemos que es el sonido de una grúa. Un hombre carga nuestros autos y los vemos salir de la base.

-Vuestros coches serán demolidos, así que tendréis que conseguir algunos más- nos dice Aedus.

-¿Qué? Es una puta broma, ¿no?- grita Sofía, avanzando hacia el hombre.

-Te aconsejo que te quedes en tu lugar, de lo contrario no interrumpiré lo que estaba por suceder antes- dice Aedus con seriedad.

Esa simple frase es suficiente para clavarla al suelo. Baja la mirada y retrocede, volviendo a su asiento. ¿Qué diablos pasó? No pudieron haber sido solo las palizas. La he visto recibir una paliza sin estar tan traumatizada. Ha pasado algo grave, algo peor.

-Ahora vete porque ya no tengo la menor intención de mirarte a la cara- nos dice Aedus y salimos de la base a pie.

Sofía camina unos pasos por delante de mí, siempre con la cabeza gacha. Parece que está avergonzada de algo y definitivamente quiero hablar con ella.

-Bimba- la llamo, flanqueándola.

-No quiero hablar, Norton, así que déjame en paz- dice sin mirarme a los ojos.

Él no quiere que juegues el juego. ¿Qué quieres ocultarme? ¿Debo imponerme? ¿Usando mi juego con fuerza para saber la verdad? Decido no hacerlo. Ya ha sufrido tanto por una noche y no me necesita para empeorarlo.

-Dime que no han exagerado- casi le suplico, pero no me responde.

¿Por qué no me responde?

-Niña, por favor- lo intento de nuevo, pero ella sigue caminando mirándose los pies.

Ella no me responde, así que me arriesgo a moverme y agarro su muñeca para obligarla a mirarme. Es todo tan rápido. La tiro hacia mí, pero en ese momento ella saca un cuchillo de la funda alrededor de su cintura y apunta el arma a mi garganta, inmovilizándome contra la pared.

-¿Cuántas jodidas veces tengo que decirte que no me toques?- pregunta con los dientes apretados, enunciando cada palabra.

Se me corta el aliento y veo toda la ira y el odio que puede sentir hacia mí.

-Bimba, lo siento, solo quiero saber si...- empiezo a decir, pero ella me interrumpe.

-¡No! ¡No estoy bien! ¡Y estoy cansado de oírte preguntar! ¡Tienes que dejarme en paz, no tienes que estar encima de mí! ¡He sobrevivido hasta ahora, sin que nadie intente meterse en mi cabeza a toda costa!- me grita.

Veo que sus ojos se llenan de lágrimas, pero sé que nunca dejará que salgan.

-¡Quiero que te alejes de mí! ¡Quiero que vivas tu vida, sin pretender entrar en la mía!-

-No puedo- susurro.

-¿Por qué?- me pregunta casi enojado.

-Porque ya entraste en la mía- le digo sinceramente y veo la confusión en su mirada.

Retira la hoja de mi garganta y vuelve a poner el cuchillo dentro de la funda.

-Te será más fácil superar esto- me dice. -No tienes idea del lío en el que te vas a meter-.

-No me importa. Te valdría la pena.

Ahora sé que estoy haciendo el ridículo. Me prometí no volver a sentir nada por ninguna chica, pero Sofía llegó a mi vida como un rayo y me está poniendo patas arriba.

-No sabes de lo que hablas- susurra moviendo la cabeza.

-Sí, pero. Eres la chica que ama estudiar y leer, que sueña con volver a Italia y que ama los autos a muerte. Ama a su gato más que a cualquier ser humano. Ama a los niños y siempre se preocupa por los demás, incluso si finge ser dura con todos. Eres tú quien trata de poner al mundo en su contra porque no quiere que la lastimen, pero no entiende que aún con sus formas bruscas logró golpear mi corazón- le digo desnudándome.

Le estoy confesando mis sentimientos, describiendo una pequeña parte de ella, una pequeña parte de las muchas que la componen ya todas las adoro.

-Basta, Norton- dice ella, cruzando los brazos como para protegerse.

-¿Por qué? ¡Dime por qué tengo que parar! ¡Solo dame una buena razón!-

-Porque no conoces mi historia. Si supieras quién soy realmente, si supieras todo mi pasado, te mantendrías alejado de mí. Me pareces una buena persona y deberías alejarte de un alma sucia como la mía-.

- Tú no eres quien ensució tu alma. Fueron los otros quienes lo hicieron. Solo tenías que soportar todas las consecuencias y lo hiciste cuando aún eras demasiado joven para comprender que no tenías nada que ver con eso y que merecías algo mejor de la vida. Déjame llevar algo de este peso que oscurece tu corazón contigo.'

-Tal vez si las cosas hubieran ido de otra manera te hubiera dejado, pero esta es la realidad y no puedo-.

-Por favor, debes entender que eres un rayo de sol y que al hacerlo solo estás permitiendo que las nubes oscurezcan tu resplandor, pero sé que detrás de esta armadura que has construido a tu alrededor sigues brillando.

-Es fácil hablar, Norton. El verdadero problema es que me pides que confíe en ti, pero no entiendes que es difícil confiar en alguien cuando todas las personas que has conocido siempre han hecho todo lo posible para destruirte.

-Al menos permíteme ser tu amigo y te demostraré con el tiempo que puedes confiar en mí- trato de decirle.

Ser su amigo es lo que más me puede doler, pero estoy realmente dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. Solo quiero ayudarla, estar cerca de ella, apoyarla y verla sonreír.

-¿Y si te dejo y me pegas por la espalda?- me pregunta y supe exactamente que esa sería su pregunta.

-Confiaré en ti y tú también puedes golpearme por la espalda. Te encomiendo toda mi confianza y estoy dispuesto a aceptar una puñalada por la espalda.

Ella mira hacia abajo, como si necesitara pensar en ello. Tienes que pensar si esta elección es buena para ti. Me conformaré con una parte muy pequeña de tu confianza, solo depende de ti decidir qué hacer.

Mírame a los ojos otra vez.

-Está bien, amigos- me dice y mi corazón da un vuelco.

-Trato hecho entonces- le digo tendiéndole la mano.

Él la mira por un momento, luego decide confiar en él y la agarra, apretando su agarre.

-Trato hecho- confirma.

Seguimos caminando para volver a casa. Nos esperan varios kilómetros.

-¿Quieres tomar un taxi?- le pregunto.

-No, prefiero caminar. Necesito deshacerme de un poco de tensión- me dice.

Después del arreglo que hicimos parece un poco más tranquila e incluso por su voz parece un poco más relajada, aunque todavía puedo ver el horror a través de sus ojos.

-Vale, vamos a caminar- le digo metiendo las manos en los bolsillos.

Tan pronto como lo hago, siento el paquete de cigarrillos, así que lo saco y me pongo uno en la boca. Veo a Sofía girarse hacia mí y mirar el cigarrillo.

-¿Quieres fumar?- le pregunto.

-Me gustaría probar, ¿me das uno?-

Agarro el encendedor en mi bolsillo y enciendo mi cigarrillo, luego me lo quito de los labios, soplando el humo.

-Puedes fumar, pero no te dejaré fumar un cigarrillo solo. Es mejor que no te acostumbres a esta mala costumbre- le digo.

No quiero que te vuelvas adicto a la nicotina y arruines tus pulmones por tonterías como los cigarrillos. Me doy la vuelta y veo que hay un muro bajo.

-Ven aquí, sentémonos- dice.

Me levanto de un salto y poco después ella hace lo mismo, volteándose hacia mí y cruzando las piernas. Mira el cigarro con curiosidad y eso la hace aún más niña, mi niña.

Llevo el cigarrillo a sus labios y mientras tanto la oriento sobre lo que debe hacer.

-Inhala lentamente, deja que el humo entre en ti y luego exhala. No estás acostumbrada y sentirás que te arde la garganta y el pecho- le digo y justo en ese momento veo sus labios envolver el filtro.

¡Mierda!

No, necesito dejar de pensar en ella de esa manera. No tengo que fijarme demasiado en sus labios y la forma en que envuelven el cigarrillo.

La veo chupar.

-Bien hecho, nena- la animo.

Aparta el cigarrillo y lo llevo de vuelta a mi boca, feliz de recibir ese beso pasivo. Yo no soy así ni a los trece años, pero con ella me encuentro exaltado como un niño pequeño con su primer amor.

Inhalo profundamente y luego arrojo. En ese momento ella también echa el humo y comienza a toser, haciéndome sonreír.

-Es horrible- me dice, poniendo una mano en su pecho para que se queme. -¿Cómo diablos fumas eso?- me pregunta.

Doy otra calada y sonrío de nuevo.

-Es cuestión de acostumbrarse, pero no empieces. Fumar es una mierda y no me gustaría que arruinaras tu salud por algo tan estúpido-.

-Entonces, ¿por qué lo haces?- me pregunta.

-Porque yo era un niño que quería ser hombre y fumar me parecía la forma correcta de demostrarlo-.