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Capítulo 2

Poniendo los ojos en blanco, Julia se levantó, subiéndose las bragas, pues el sostén aún le colgaba suelto sobre los pechos. Se acercó al espejo y se admiró. Se pasó una mano por el cuerpo, ahuecando sus pechos, y una pequeña sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

—¿Puedes dejar de hacer eso cada vez que sabes que estoy teniendo sexo? Mira, sé que estás celoso... si tanto quieres follarme, dilo —dijo aburrida, mientras se miraban con lujuria en el espejo.

¿ Y qué tiene de divertido? Deja de ser tan aburrido, eres joven. Empieza a divertirte . Leonardo se rió, antes de dejar de reír, poniéndose serio: —¿Quieres honestidad, eh? Pues cariño, quiero follarte .

El hombre de negocios le puso las manos sobre los hombros, masajeándole el cuerpo suavemente. Inclinándose, acercó la boca a su oído. —Quiero oírte gritar de placer mientras te follo sin piedad. Con las manos atadas por encima de la cabeza, impidiéndote tocarme o tocarte a ti misma.

Leonardo dio otro paso al frente, deslizando un dedo suavemente por la cadera. —Tus padres están abajo, escuchando los gritos que provoco que su única hija dé. Me pregunto dónde crearon a una hija tan zorra .

La chica morena giró sobre sus talones para mirarse, y el hombre mayor empezó a reírse por lo bajo. Julia respiró hondo, relajándose mientras reía suavemente con él. Leonardo no bromeaba, pero ella no necesitaba saberlo. Aunque Julia no quería que el hombre de negocios jugara con ella. Sintió un escalofrío en su rostro al oír sus palabras, estaba segura de que él sabía lo que le hacía.

Siempre había pensado en cómo la follaría Leonardo . ¿Sería suave pero preciso? ¿O sería rudo y despiadado? Estaba contenta con cualquiera de los dos, siempre y cuando fuera Leonardo .

- De todos modos, ¿por qué estás aquí? - preguntó ella, entrando en su armario, al cual él la siguió de cerca.

Admirando su armario, se giró para mirarla. —A recogerte. Tu padre quería que te recogiera para una cena; ya están allí —le informó.

- ¿ Ellos? -

-Tu padre y tu madre.-

Asintiendo, entró al baño, probablemente para darse una ducha rápida. Sus suposiciones fueron correctas cuando los grifos empezaron a correr. Pasaron unos minutos y Julia salió con una toalla color crema mientras elegía un vestido corto de satén rosa. Se lo puso y volvió al espejo.

Acercándose por detrás, Leonardo colocó sus grandes manos, cubiertas por anillos, en su cintura. Un escalofrío recorrió su cuerpo. La frotó suavemente de arriba abajo. La recorrió con la mirada, admirando su belleza, y se inclinó para besarla en la sien.

Recogiendo los cordones de la parte trasera del corsé, los enrolló ligeramente, antes de llegar al final y apretarlos con fuerza para asegurar un ajuste perfecto. Atando el cordón sobrante con un lazo, dejó que su mano se quedara quieta.

Al mirarse al espejo, sus miradas se cruzaron de nuevo, Leonardo mantuvo la misma mirada que le dirigía. Levantando una mano, el hombre mayor le colocó delicadamente el cabello detrás de los hombros. Recorriendo la suave piel desnuda de su cuello, se inclinó, dejando un rastro de besos hasta la clavícula.

—Eres tan hermosa, cariño —la elogió. Las vibraciones contra su piel le provocaron escalofríos. Apartándose de su contacto, Julia jamás admitiría que odiaba hacerlo, pero tenía que hacerlo por la reputación y el respeto de su padre.

Estaba desesperada porque las manos de Leonardo volvieran a su cuerpo, recorriendo todos los lugares intactos.

La morena quería que él experimentara con ella.

—Bien . Date prisa. Tenemos que irnos ya —la apresuró, agarrándole el bolso y dándole una palmadita en el trasero mientras ella elegía unos tacones, antes de seguirlo escaleras abajo.

Apretando los talones, giró para encararlo. Sus rostros estaban peligrosamente cerca, mientras se acercaban al mismo tiempo. Sus labios se rozaron, Julia se apartó bruscamente.

- La próxima vez, no me apresures. -

Leonardo avanzó y abrió la puerta de cristal para Julia . Dejó que entrara primero al elegante restaurante que sus padres habían elegido con tanto cuidado. Sonriendo cortésmente al entregarle su abrigo de piel sintética al encargado del guardarropa, se giró discretamente para mirar a Leonardo , murmurando un pequeño «gracias» por su gesto.

Ella amaba a un caballero.

Al observar el restaurante, la joven sonrió para sí misma, apreciando la mirada fija de los hombres mayores. Se tomó el tiempo de evaluarlos a todos, eligiendo a su próxima víctima.

Mientras miraba a su alrededor, Julia notó que sus padres estaban cerca del fondo de la mesa, pasando uno de sus brazos por el de Leonardo que los esperaba mientras se dirigían hacia la pareja.

—Deja de mirar a los hombres — le murmuró discretamente el hombre.

—Jamás —replicó ella con una sonrisa burlona. Se soltó del brazo y corrió hacia su madre.

—¡Hola , cariño! —saludó su madre, Lucía, alegremente, y se levantó para abrazar a su única hija. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la pequeña al abrazarla. Sus padres siempre habían sido su mayor apoyo.

- ¡ Mamá, te ves hermosa! - Julia elogió, besando las mejillas sonrosadas de su madre.

Soltando a su madre, se dirigió al lado de la mesa donde había dos sillas vacías. - Vaya, gracias . Julia se lo contó agradecida a Leonardo , cuando él retiró su silla, permitiéndole sentarse, antes de empujarla y tomar el asiento vacío a su lado.

—¿Cómo estás? No habrás causado problemas en casa, ¿verdad? —Su padre la miró fijamente mientras se ponía las gafas para hojear el menú.

—Claro que no, papi. — Julia respondió con orgullo, con un dejo de picardía en su voz suave. Leonardo la miró de reojo con complicidad, riendo levemente por lo bajo.

Su padre emitió un murmullo: —Leonardo , puedes confirmarlo. ¿Se portó bien mientras la acompañabas hasta aquí ?

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