Librería
Español

El amante Verdadero

65.0K · Completado
Perpemint
49
Capítulos
16
Leídos
7.0
Calificaciones

Sinopsis

Un día te despiertas y ya no sabes quién eres, tus recuerdos se han perdido debido a un accidente y te sientes un extraño en tu propia vida. Pero no en tus sueños, que siguen dejando migajas a seguir para recuperar lo perdido, y no son sólo los recuerdos. Tienes dos opciones, confiar en quienes te rodean que te siguen diciendo que no hay nada que buscar, o confiar en ti mismo e intentar encontrar al dueño de esos ojos que te atormentan cada noche nada más quedarte dormido. Dicen que el corazón tiene memoria, sólo hay que buscar detrás de cada latido aquello que hemos perdido para volver a encontrarlo.

ProhibidoComediaPoderosoDulceAventurarománticasSEXOSegunda Chance AdolescentesCeloso

Capítulo 1

Dicen que el amor verdadero siempre te salva, puede encontrarte en todas partes, pero sólo cuando es el momento adecuado y tú no lo decides.

Dicen que es capaz de curar heridas y protegerte, de curar el alma por muy poderosa que sea.

No importa lo que digas o hagas, no importa cuánto intentes escapar, terminarás rindiéndote.

Creí haber vivido todo esto en carne propia, ese sentimiento que te abruma contra toda lógica, que no puedes explicar, que te hace sentir vivo, pero no sé si ya es así.

Lo que sé con seguridad es que hay momentos en nuestras vidas que impactan profundamente quiénes somos hoy y quiénes seremos en el futuro, ya sean victorias o derrotas, nos cambian.

Principalmente, de la manera más difícil, he aprendido que los golpes bajos de la vida están esperando a la vuelta de la esquina, siempre llegan a tiempo.

Situaciones que nunca querríamos vivir y que contra nuestra voluntad quedan grabadas con fuerza en nuestra memoria, sensaciones que dejan huella en el alma y nunca desaparecen.

Me gustaría olvidar esas noches en las que me despertaba intentando gritar, pedir ayuda, pero mis cuerdas vocales no respondían a mis órdenes.

Ansiedad, que se ha convertido en una fiel amiga, con el sol o la luna, dada por las pesadillas, a veces incluso con los ojos abiertos, que parecían tan reales que dejaban sin aliento.

No creo que sea posible borrar la angustia de caminar por la calle, sintiendo dos ojos claros sobre mí, pero oscuros como la pez por lo que esconden.

Esa voz al otro lado del teléfono diciéndome - tenemos que estar juntos, lo entenderás - , ¿cómo no recordarla sin sentirme aterrada?

Hubo un tiempo en el que me culpaba por haberle permitido robarme esos medio abrazos que consideraba ingenuos, o esos pasos para volver juntos a casa después del turno de pastelería, muchas veces me decía que debí rechazar esos unos aperitivos después de la Obra.

Me pregunté mil veces cómo no notaba su insistencia, sus miradas, su obsesión.

Pero ahora no me culpo por nada.

Sólo desearía no haberlo conocido nunca y desearía no tenerle miedo a la oscuridad, pero sé que el hombre del saco existe, así que todavía temo a las sombras.

Mi hombre del saco ha vuelto.

Dicen que el amor siempre te salva, ¿es cierto?

Brian

¿A qué sabe la sonrisa que se esconde detrás de un recuerdo?

Esa emoción que surge con solo repasar en tu mente esos gestos, esas palabras que ya has vivido, como si fuera la primera vez, haciéndote revivir los mismos escalofríos en la piel.

¿A qué sabe el momento en el que te das cuenta de que lo has perdido todo?

La dureza que llena la vida cotidiana, el pensamiento palpitante de que a partir de ahora tendrás que vivir sin una parte fundamental de ti.

Guardamos en nosotros momentos que parecen haberse ido volando, demasiado fugaces para poder retenerlos, pero demasiado importantes para renunciar a ellos fácilmente, y tratamos de grabarlos bajo nuestra piel, haciéndolos indelebles.

Otros momentos se fusionan con nuestra mente, buscando un lugar en el que instalarnos, pero con mucho gusto prescindiríamos de él.

Son esos recuerdos oscuros, que nos marcan profundamente, dando lugar a miedos, remordimientos, pesadillas recurrentes.

Lo que experimentamos es parte de nosotros, nos guste o no.

Ese gesto que nos hizo sentir mal, esa mirada que nos hizo sentir mariposas en el estómago, ese reproche recibido de quienes decepcionamos, esa mano extendida que nos hizo sentir menos solos, ese abrazo que hizo latir nuestro corazón.

Pero, si nos quitaran todo esto, los buenos momentos, e incluso los malos, todo lo que hemos vivido y nos ha llevado a ser quienes somos, ¿cómo no sentirnos extraños a nosotros mismos?

A veces, sin embargo, son precisamente los recuerdos los que nos atormentan, y simplemente quisiéramos liberarnos de ellos, pero no tenemos fuerzas para hacerlo, porque son los únicos que, al tiempo que nos segregan en el olvido, recordarnos que hemos vivido.

En ambos casos, seríamos prisioneros de una vida desconocida, una vida que buscar, reconstruir, reconquistar.

Estábamos perdidos en la nada, a nuestro alrededor sólo la oscuridad, que te asfixia con sus dedos invisibles, riéndose de tu dolor.

Nuestras vidas vacías parecían un limbo del que no podíamos salvarnos, en el que parecíamos confinados a revivir los momentos felices perdidos sólo en sueños, sabiendo que ya no podíamos tenerlos en nuestras manos.

Estábamos atrapados en un bucle maligno que te chupa el alma, una realidad alternativa que te encadena, haciéndote anhelar algo que te falta, haciéndote sentir incompleto.

Me refiero a ese sabor amargo en la boca que de repente llega y te hace pensar en la vida que estás viviendo, sin ese sentimiento, ese latido que ahora has perdido para siempre.

Es difícil vivir sin haber experimentado de primera mano la emoción que sientes surgir desde lo más profundo de tus entrañas, en un lugar desconocido, en el que reside tu ser, que empuja a ese órgano vital a latir, dándote vida.

Pero afrontar cada día después de conocerlo y perderlo, o de no recordar haberlo tenido en las manos, es como tener un billete de ida al infierno.

Luchar por volver a la luz, por volver a respirar, parecía imposible, pero en realidad somos lo imposible.

Pensé que todavía sólo podía vivir en mis sueños, pero en cambio, ella me mostró que los deseos más ocultos se pueden transformar en realidad, que se puede luchar por el amor.

Me enseñó que este sentimiento está listo para salvarte del abismo y barrer los sentimientos de culpa que te han confinado dentro de una jaula oscura.

No creía que fuera real, pero afortunadamente para mí, era lo suficientemente real como para desafiar el caos impredecible en el que se habían convertido nuestras vidas y al que parecíamos destinados.

Dicen que el corazón tiene su propia memoria, sólo hay que buscar detrás de cada latido la huella de lo que hemos sido, las huellas de lo que hemos perdido.

Las emociones que nos hicieron sentir vivos, incluso aquellas que parecen enterradas, no se rinden, luchan por salir a la superficie, ahora lo sé.

Renuncié al amor creyendo que no lo merecía y con él me perdí, pero me bastó con seguir las migajas dejadas en el camino de los recuerdos para encontrarlo nuevamente.

Desafié al mundo entero, incluso a los fuegos del infierno, al destino que me la había quitado y luego la había devuelto a mi camino, sólo para tenerla todavía en mi vida, sólo para tener otra oportunidad, sólo para tener una yo. Todavía estoy latiendo.

Iris

Abro los ojos con dificultad, el dolor que siento es insoportable, parece invadir cada milímetro de mi cuerpo, impidiéndome moverme.

Pero lo que casi no me deja respirar es ese absurdo latido en las sienes que me obliga a cerrar los ojos de golpe.

Siento una fuerte sensación de náuseas cuando siento un repugnante sabor metálico en la boca, trato de encontrar fuerzas para ignorar el silbido que perfora mi tímpano y vuelvo a abrir los ojos.

La música de fondo llega a mi pobre oído derecho que parece seguro, intentando ganarle al ruido que escucho en el otro y al tictac de la lluvia que cae.

Por momentos la luz creada por el rayo logra romper la oscuridad que me traga con intención de asfixiarme.

Intento centrarme en el entorno que me rodea y cuando lo consigo, entiendo que estoy dentro del coche.

Puedo ver una luz azul y unos números dentro de ella, creo que es la estación de radio, las luces verdes de la señal de flecha y su tic tac, me llaman la atención.

El pelo me cae sobre la cara y una fuerte presión en el pecho bloquea mis pulmones, impidiéndome respirar bien, pero también caerme.

El auto está al revés y yo estoy al revés.