“Mi único amigo”
Agarro el anillo mientras mi mano tiembla y lo pego a mi pecho al instante, él me mira sorprendido por esa acción y aleja su brazo. Saca de debajo de su camisa un collar y lo abre mostrando una foto mía de niña.
—Tengo este collar que también me regalaste. No dejaba de observar tu rostro y tu bella sonrisa que me motivaba a liberar todo el dolor que cargaba. Tú fuiste mi único motivo por el que jamás me rendí—confiesa con voz dulce, sus palabras son como el pegamento, que une cada pedazo de mi corazón. Había olvidado lo dulce y amable que era conmigo, además de sobre protector.
—Yo nunca perdí la esperanza de encontrarte con vida, aunque admito que en algún punto lo iba a hacer, pero mi corazón era el que me regresaba las esperanzas—confiesa Liam, nuestras miradas se conectaron mientras los dos nos manteníamos en silencio. Mi miedo es tan grande que termino desviando la mirada. Por alguna razón sigo desconfiando de él…
Lo veo de reojo y él cierra el collar, lo vuelve a meter debajo de su camisa. Regreso mi mirada por completo a él y lo observo detenidamente. Le gusta el color negro, lo digo por la vestimenta que trae puesta, además del aro que tiene en su labio inferior, en su mano izquierda un guante negro de cuero, que deja al descubierto sus dedos. «Liam cambio bastante desde la última vez que lo vi…»
«Le agradezco esa muestra de cariño que tiene hacia mí, pero será mejor que no pierda su tiempo. No quiero que este al lado de alguien que desconfía de todos y vive con miedo, que está muerta por dentro y no podrá volver a ser feliz…. Prefiero quedarme sola, atrapada en la oscuridad, donde nadie podrá hacerme daño aparte de mis recuerdos».
«Perdóname Liam, haré lo que esté en mis manos para sacarte de mi vida y mantenerte lejos de mí, donde tú serás feliz y no te hundiré conmigo al fondo de la oscuridad donde el sufrimiento me espera. Porque yo sé que soy el vivo recuerdo de lo que Roberto te hizo cuando eras niño…»
15 minutos después.
Una enfermera abre la puerta y yo me limpio las lágrimas rápidamente, respiro hondo y levanto mis hombros.
—Termino su visita—informa la enfermera mientras mira a Liam directamente, él asiente y se levanta.
—Vendré mañana—dice Liam, aparto el anillo de mi pecho y extiendo mi brazo hacia él, Liam lo toma y se lo pone de nuevo, me dirige una sonrisa y se retira.
«Primero quiero intentar alejarlo de buena manera, pero, ¿Cómo le digo que se olvide de mí y siga con su vida sin sonar grosera?, ¿Tengo que hacerle notar que ya no quiero que venga?, me dolería hacerlo. A pesar de que no confío en él, no se me olvida que él es mi mejor amigo, mi único amigo….»
«Además, todavía recuerdo como es él, es una persona que a pesar de que le pidas que se aleje, nunca lo hará, siempre estará para ti en todo momento. Tengo que pensarlo bien, en cambio, si no se aleja voy a tener que hacerlo por las malas, aunque mi corazón me pida que no lo haga, yo pienso que es lo mejor para los dos….»
Liam
Camino hacia mi madre y ella se levanta al verme, salimos del hospital y empezamos a caminar de regreso al hotel.
—El doctor me dijo lo que tiene Leticia—confiesa mi madre con seriedad y sin mirarme.
—¿Puedo saberlo?—inquiero, volteó a verla y ella suspira.
—Tiene varios huesos rotos, moretones, cicatrices, cortes en su abdomen y espalda, mordidas y está desnutrida—informa, me quedo callado y al momento de desviar la mirada, la agacho. Siento una punzada en mi pecho con lo que dijo mi mamá y decido no prestarle atención, yo sé que me sigue doliendo lo que le paso y ese dolor será latente.
Entramos a un restaurante que estaba medio vacío, nos dirigen a una mesa y nos sentamos.
—Ustedes parecen nuevos en la ciudad, bueno, les doy la bienvenida a Corswell—dice la chica con una sonrisa amplia.
—Gracias—decimos mi mamá y yo al unísono, ella nos deja dos cartas en la mesa y saca unos cerrillos, toma uno y lo frota en una de las esquinas, logrando encenderlo a la primera, lo acerca a la vela frente a nosotros y aviva la llama de esta.
—Levanten la mano cuando ya sepan lo que van a ordenar—indica la chica, los dos asentimos y la chica se retira, mi mamá y yo nos quedamos un rato viendo la carta, al final pude decidir que elegir, levanto la mirada y veo a mi mamá que está en su mundo.
—¿Mamá?—ella se queda callada sin apartar la mirada de la carta, muevo mi mano cerca de su cara y no reacciona. Me levanto y le quito la carta haciéndola reaccionar al instante.
—Perdón, no sé que me paso—dice apenada, me vuelvo a sentar y dejo la carta frente a ella.
—Tú y ese comisario actúan extraño, ¿Sucedió algo?—inquiero, ella niega con la cabeza y recarga sus brazos en la mesa.
—Es solo que estoy procesando toda la información que nos dieron los oficiales, es difícil para mí creer que mi hermano es un asesino y secuestrador—suelta mi mamá.
—Entiendo mamá—dije, todos los recuerdos llegan de repente invadiendo mi cabeza, me levanto empujando la mesa y tocando mi cabeza con desesperación.
Mi mamá se levanta y se acerca, las personas en el restaurante me miran extraño y mi mamá me abraza.
—Hijo, cálmate, aparta esos recuerdos y respira hondo. Yo estoy contigo—dice mi mamá con preocupación, mi cuerpo empieza a temblar sin control y lágrimas rondan por mis mejillas sin yo poder detenerlas.
«Sabía que esto me iba a pasar, mi cuerpo ya me estaba avisando; sin embargo, no sabía en que momento se desataría, no traje mis pastillas y ahora tengo que ser yo el que lo controle. Ver a mi amiga así, ver las muertes de sus padres, ver a mi perrito muerto me lo provocó… además de ver a ese monstruo frente a frente revivió esos recuerdos que enterré con el tiempo….»
«¿Estoy destinado a sufrir para toda mi vida?, si es así, hubiera preferido quitarme la vida cuando tuve la oportunidad… no lo hice por mi madre y mi hermana, no quería que sufrieran».
El aire escapa de mis pulmones haciéndolo imposible respirar y sudo, los latidos de mi corazón aumentan y caigo en la silla sintiéndome débil, mi mamá se agacha quedando a mi altura y toma una de mis manos.
El rostro de Leticia con sus mejillas rojas y las lágrimas cayendo por ellas aparece en mis recuerdos, me hizo romper en llanto, mi mamá me abraza y la mesera se acerca a nosotros.
—¿Su hijo se encuentra bien?, ¿Necesitan que les traiga algo?—inquiere la chica un poco preocupada.
—Sí, está bien, mi hijo suele tener estos ataques repentinos, lo siento—dice mi mamá apenada.
—No sé preocupé, esto es algo común en esta ciudad, más por la noticia que tiene asustados a todos.
—¿Puedo saber que noticia?—indaga mi mamá con el ceño fruncido.
—Me sorprende que no lo sepa. Hay un asesino suelto por la ciudad y la policía está ofreciendo mucho dinero por él—informa, «¿Será a mi hermano al que buscan o es que hay otro asesino en esta ciudad?».
—Mostraron un retrato de él y yo si recuerdo haberlo visto paseándose por la ciudad, era un hombre solitario y muy misterioso—hace una pausa—ahora todos temen por su seguridad y por eso no hay muchas personas fuera de sus casas—añade.
