Dedicatorias:
Con todo mi amor, cariño, admiración y respeto, para Juana, “Juanis”, mi madre, mi amiga, mi maestra, de quién tomé conciencia y atracción por las bellas noches de ese México de ayer y de quién aprendí el amor que se siente por el baile, que es algo más que mover los pies al ritmo de una melodía.
Con todo mi amor para Adriana, mi “Wendy”, juntos aprendimos de esos últimos “Pachucos” que fueron mi suegro “el Guacho” y mi padre “el Pollo”, que ahora ya no están con nosotros.
Con todo mi respeto y cariño a la memoria de:
Mi tío: Daniel, “el Gato” un buen asesor en este proyecto y guía.
Mi tía “Lupe”, quién aportó algunos datos interesantes y grandes detalles.
Mi tío Darío, quien tanto me enseño y que siempre mantuvo la sonrisa
Y en especial a todos aquellos “reyes y reinas de la noche” que vinieron a evolucionar a la juventud de su tiempo a mostrarnos los secretos de la vida nocturna del centro de la ciudad de México, como el gran bailarín Adalberto Martínez, Resortes, y sobre todo al inmortal y emblemático pachuco “Tin tan”.
Y cómo olvidar a esos arquetipos de padrote que, nos hicieron odiarlos en las pantallas del cine como fueron: el cínico: Tito Junco; el guapo: Ramon Gay; el elegante y despiadado, David Silva; el déspota y arrogante: Rodolfo Acosta; el hipócrita: Víctor Parra; el argentino, de finos modales, Carlos Valadez, qué no dejaba de ser cruel; el burlón y sádico Wolf Rubisnskis; sin olvidarnos del vividor clásico, que conjuntaba todo lo que un verdadero padrote debía tener de acuerdo a la época: Antonio Badú.
Las mujeres siempre han sido un punto y aparte, con su belleza y sensualidad, engalanaron las pantallas de los cines, para darle vida a esas “reinas de la noche”; vendedoras de caricias y sufridas y abnegadas mujeres que supieron salir adelante, pese a todas las adversidades que se les presentaban:
La destacada cubana: Ninon Sevilla, la reina del Salón México, hermosa y sensual, Marga López, las bailarinas sublimes e inolvidables, Meche Barba y Lilia Prado, sin duda alguna el prototipo perfecto para esa vida nocturna del México de los años 40, sin olvidarnos de la hermosa Ana Luisa Pelufo.
Y a todos aquellos que gustan del baile, del lenguaje sin igual que tienen dos cuerpos cuando se deslizan en esa sintonía de música, cadencia y requiebros que conduce a las parejas a universos personales en los que los acordes musicales son el complemento perfecto.
