Amenazada
La puerta se abre tempestiva, el agitado viento que entra se lleva mi libido en segundos. Me abrocho la blusa y corro a tomar a Peter, ¿que estoy haciendo? me siento una demente, una cualquiera, como puedo caer tan fácil en los brazos de un monstruo como Vicenzo.
El hombre que entro sigue sujetando el pomo de la puerta y nos observa con suficiente imaginación. Puedo sentir mis mejillas llenas de fuego, tanto como el resto de mí que arden por estar en los brazos de Vicenzo. Maldigo que hayan interrumpido. Porque no fui yo quien lo detuvo demostrándole que ya no me importa, por supuesto.
—Lo lamento, no sabía que estaba en la oficina Vicenzo, creí que estaba en una junta…—es una voz gruesa, me siento avergonzada, Por su tono burló, imagino lo que debe estar pensando. “soy una conquista más”
—¡Aun así debes tocar la maldita puerta¡—resoplo con bastante enfado.
Yo me mantengo más tranquila y tomo las cosas con mejor humor, fue perfecto que alguien interrumpiera lo que estaba por suceder. Debo ser fuerte y no caer en esta trampa, pero esto me ha demostrado solo una cosa, puedo amarlo con mucha más locura.
—Me iré a casa—le digo con firmeza.
—Iras sola—me detengo y observo a Vicenzo—, la cita para Peter es en dos horas, quieres venir o quieres ir a casa está bien, descansa un poco te hace falta.
Me observo, salí de la casa con la ropa de dormir que pusieron a mi disposición, debo estar despeinada. Y mi rostro debe verse horrible. Me agacho y evito que me miren así. Pero no pretendo dejar solo a Peter, tendré que ahorrarme la vergüenza. debo estar desarreglada ¿aun así me beso, y no hizo ningún juicio ante mi apariencia?
Lo observo fijamente, recordando todas esa veces que siempre me insulto.
—Te esperare afuera — cargo a Peter en mis brazos. Al salir puedo escuchar la risa de ese hombre que interrumpió nuestro pequeño lio.
—Helen, no te atrevas a irte, en dos horas es la cita para Peter. —me ordena, no le respondo pero no, no pienso por ahora hacer nada que lo obligue a sacar ese monstruo que tiene dentro. Y será un gusto par mi demostrarle que Peter se encuentra de lo mejor.
Estar aquí es demasiado incomodo, el banco de mi padre era grande y la construcción era elegante, pero este banco es demasiado lujoso. La gente que se mueve en el primer piso lo hace de manera ágil, y todos sonríen como si sus vidas fueran maravillosas.
Nunca me había interesado en conocer en donde trabajaba Vicenzo, conocía los disgustados que vivía con su padre, estaba tan enamorada de él que siempre imagine que nunca pudo satisfacer a su padre, yo conocía a Peter Sanlúcar, y sabía que era un hombre bondadoso, pero bastante exigente, nunca lo cuestione no quería avergonzarlo, siempre trate de demostrarle que confiaba en él. Y que conocía de lo que era capaz, me di cuenta que yo siempre le di todo y el nada. Empiezo a creer que era Vicenzo el de la mala entraña.
Me sentí amenazada de pronto, un hombre de traje oscuro, tan oscuro como sus ojos, negros era pulcro y tenía una sonrisa perfecta pero perversa, como un demonio, estaba detrás de mí, observándolo tan cerca a Peter, me gire y camine unos pasos, no iba a disimular mi descontento al sentir vulnerable a mi hijo o a mí misma. Pero que supiera que estaba aquí para defenderlo.
—¿Así que este es el engendro de los Sanlúcar? ¿Adivine o no?
Alzo la mano para tocarlo, era un hombre joven, pero su mirada transmitía tanto odio que me causaba un escalofrío por todo el cuerpo, hasta el entorno a mi alrededor se siente pesado, observó a todos lados y me encuentro sola, no quiero gritar porque quizás solo estoy imaginando cosa, mi intuición nunca me ha fallado, claramente él está intentando intimidarme, y desea hacerle daño a Peter.
—¿Quién es usted?¿Que quiere?
No me gustaba la manera en que observaba a Peter, su mirada parecía que quería acabar con el como si se tratara de una amenaza, cubrí a mi hijo con mis brazos y lo alejé de su mirada, temía que con ellos pudiera hacerle daño. Temía que intentara incluso lastimarlo físicamente ahora mismo.
La puerta de la oficina estaba tan cerca que no dudaría en interrumpir de nuevo y apoyarme en Vicenzo.
—¿A dónde vas?
Se interpuso en mi camino, parece violento me hace caminara alejándome de él pero al mismo tiempo me hace alejarme de mi salvación, Vicenzo. Comenzare a gritar de un momento al otro
—Déjeme pasar —me estaba asustando mucho, era siniestro, su energía era malévola.
—La fortuna de los Sanlúcar no puede durar por mucho tiempo, cuídalo, porque ese niño está asegurando la dinastía de este imperio. —estaba amenazándome. Pone su dedo en la boca y me exige que no grite, enseguida sonríe, Peter comienza a llorar de pronto.
Quizás esto es solo una broma o algo orquestado por Vicenzo para asustarme, trato de mostrarme fuerte, que no note mi miedo.
La puerta de la oficina se abre, veo salir a ese hombre el que nos interrumpió con una sonrisa, al ver la escena deja de sonreír y se acerca cautelosamente en silencio y se enfrenta a ese tipo.
—Todo bien—me siento segura, corro y me escondo detrás de ese hombre, es un poco obeso así que casi me cubre.
—Es una vida, —continua ese hombre como si fueran sus pensamientos externándose —tan frágil, puede desaparecer en un segundo. Solo estaba aconsejando a la señora Sanlúcar que cuidara al pequeño hijo de… Sanlúcar
Se dio una vuelta y se alejó de nosotros, me sentí demasiado tranquila cuando este hombre volvió a parecer, no puedo creer que me salvara dos veces en un mismo día. Acurruco a Peter para que se calme, él es más pequeño y por supuesto tiene más sensibilidad.
—Soy Steven Green, un gran amigo del señor Sanlúcar padre, —parece amigable, el me da confianza, acaricia la cara de Peter y le hace un gesto para hacerlo reír. Y logra calmarlo un poco.
—Mi nombre es Helen Bennett—estrechamos las manos.
—Tranquila, es un imbécil, se cree muy superior a los Sanlúcar, pero jamás le ha hecho daño a nadie, es inofensivo....
—A mí no me lo pareció. —aún me corre un escalofrió por la espalda, y busco con que cubrir a Peter, seguro todo se quede dentro de la oficina, espero haya traído una pañalera. Y algo de formula, ya casi es hora de alimentarlo.
—Jamás ha hecho nada malo, siempre es agresivo y tosco pero no hemos tenido quejas más haya de perturbar el ambiente, tenía muchos roces con el joven Sanlúcar, no el joven Vi….
Vicenzo sale de inmediato con una gafas de sol y lleva puesto su chaqueta.
