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Dulcemente enamorado 2

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Muffinschocolat
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Sinopsis

Detrás de los enormes muros de la mansión de los multimillonarios de Rosález, hay una pequeña, común y delicada resina fosilizada que día tras día, con todos sus defectos y virtudes, se va polimerizando y oxidando, esperando el momento en que finalmente se convertirá en una hermosa piedra de ámbar. . A los doce años se desarrolla un dulce e inocente romance entre la pequeña Amber y Nathaniel, su vecino, y junto a él una promesa: seremos los únicos en la vida del otro, hasta que nos casemos. Pero se aleja dejando solo una nota, una pequeña nota que le recuerda a Am su amor y la promesa que debían cumplir. Pasan cuatro largos años sin que se envíe un mensaje de texto o una carta a la joven Ámbar que, ahora con dieciséis años, todavía cumple fielmente su parte de la promesa, dolida y aún terriblemente enamorada de la rubia de ojos marrones. Hasta que un día, el último día de las vacaciones de mitad de año, no da crédito a sus ojos: la empresa de mudanzas está en la mansión de al lado. No podía creerlo: ¡cuatro años después y él estaba de regreso! ¿Pero ese Nathaniel seguía siendo el dulce e inocente niño de doce años que se fue? ¿Por qué no mencionó la promesa en sus breves y evasivas conversaciones? ¿Por qué se mantiene tan distante? ¿No se acordaba? ¿No se tomó nada de esto en serio? ¿Para él, Amber no era más que una niña tonta? ¿Amber fue ingenua al cumplir su promesa? ¿Debería haberse aferrado a ese pequeño pedazo de papel con todas sus esperanzas y necesidades, poniendo su confianza en Nathan? ¿Quién entrará en esta historia para poner dudas en el corazón de Amber? ¿Estará Nathaniel dispuesto a recuperar el tiempo perdido? Déjate atrapar por esta historia de amor ambarina...

RománticoSEXOAventuraAmor-OdioAmistadFelicidad18+BDSMDulceUna noche de pasiónMatimonio por Contrato

1

- ¡No estoy! - dije con vehemencia. - Mi período está al día.

Quería reírme por seguir insinuando que ya no era virgen, pero no le daría ninguna satisfacción saber que nunca me había acercado a nada más con Gian a pesar de que dormí en la misma cama con él dos veces. .

"Entonces…" se aclaró la garganta torpemente. - Todo cierto.

"Embarazada... Sólo si soy la Virgen María...", contuve una risa después de pensar eso.

Mirando el camino, el sueño se apoderó de mí nuevamente.

- Nathan... - dije sintiendo algo. - Debo confiar mucho en ti porque hasta ahora no sé a dónde me llevas.

Él se rió.

- Es un pueblito Am, esta cerca del pueblito a donde me mude, tengo una casa en un terreno cerca de ese pueblito, entonces alquile una casa por un mes, despues de terminarla nos vamos a la mia que esta debajo renovación.

- Ah si entendí.

Pasaron unos minutos más para parar a desayunar y unas horas más hasta nuestro destino final, ya se acercaba la tarde cuando entramos a un pueblito pequeño y pulcro que me enamoró con solo verlo, estaba lleno de un verde hermoso áreas y casas en bien ordenado.

- ¡Vaya, qué linda ciudad! - Dije bajando la ventana y mirando de cerca.

Nathan sonrió.

-Tengo un colega aquí que nos preparó una casa para pasar un mes hasta que podamos ir a la casa que compré.

Siéntate y presta atención.

Nathan estacionó el auto en un garaje de lo que parecía ser un pequeño condominio con pequeñas casas en callejones y muchos árboles.

- Es aqui. Si quieres bajar y echar un vistazo, iré a buscar a mi colega.

- Está bueno.

Me bajé del auto y caminé por las calles, viendo las casitas que estaban juntas, pero bien organizadas. El lugar fue una delicia.

- ¡Ámbar! - Escuché a Nathaniel llamándome desde el auto.

Volví al coche.

- ¡Hola buenas tardes! - me saludó el colega de Nathaniel extendiendo su mano.

Era más alto que Nathan, tenía el cabello rubio rizado que estaba un poco desordenado y sobresalía en una melena casi graciosa en su cabeza, era delgado y alto.

- ¡Buenas tardes! Respondí, apretando su mano.

Él y Nathaniel sacaron las maletas del auto y los seguí con mi bolso por uno de los callejones hasta que llegamos a una casa gris claro y blanca.

- Ya está, a esa hora nuestro condominio está lleno porque es una ciudad turística. Tienes suerte de que cancelaron el contrato de arrendamiento de ese. - Dijo el colega de Nathaniel. - Tuviste suerte de ser mi amigo también, mucha suerte, saqué unos palos con mi padre para ayudarte.

Nathaniel se rió.

- Está bien, Marcelo.

La casa tenía un portón blanco bajo y subimos una pequeña escalera para llegar a la puerta, había un área cubierta con una gran mesa de asado y algunas plantas en macetas esparcidas por el área. Y como casas de callejón, todos estaban pegados.

- Ámbar, ¿no? - preguntó Marcelo y yo asentí. - ¿Puedes abrirnos la casa? - preguntó sacando la llave de su bolsillo y entregándomela.

- DE ACUERDO.

Sabía cómo usar un picaporte común debido a la casa de Bibe, sabía cómo hacer cualquier cosa en una casa común. Ni bien entramos a la casa, encontramos una cocina y una sala juntas, todo era sencillo, los colores eran modernos y iban bien con el ambiente, los muebles eran viejos, pero bien mantenidos.

La cocina estaba del lado izquierdo, tenía una mesa de comedor de cuatro puestos en el centro, un fregadero con vista a la pared, un pequeño refrigerador y estufa, y algunas alacenas debajo y al lado de estos muebles. La ventana de la cocina daba a la zona delantera. En el lado derecho había una ventana que también daba a la parte delantera, un pequeño sofá de dos plazas que dudaba que nos quedara bien a Nathaniel y a mí al mismo tiempo, y un pequeño estante con un pequeño televisor, un pequeño monstruo con una joroba, no incluso en la parte de atrás En la casa de Bibe había visto una de esas antigüedades.

- Bien, aquí está la cocina y la sala como puedes ver. - Dijo Marcelo mientras entraba a la sala y ponía las bolsas contra el sofá. - Y aquí tenemos un pequeño baño.

Dijo caminando más adelante donde había dos puertas, una del lado izquierdo que compartía la pared con la cocina y otra del lado derecho que compartía la pared con la sala, la que compartía la pared con la sala era la baño, un jarrón y un lavabo solamente.

- Y esta puerta... - Dijo Marcelo abriendo la otra puerta y entrando a una habitación con una cama doble, Nathaniel y yo nos paramos en la puerta y él me miró tan sorprendido como yo. - Es tu habitación, aquí hay un baño real donde puedes ducharte.

Miré a Nathaniel con pánico y él me miró con el mismo pánico.

- Marcelo... ¿Y las dos camas individuales que mencionaste? - preguntó Nathaniel sin gracia.

-¡Oh! Esa casa... Bueno, hice un pequeño esfuerzo y logré cambiarla por esta, nadie merece tener que dormir en una cama individual cuando estás con tu novia, si sabes a lo que me refiero. - dijo guiñando un ojo.

Me sonrojé al instante, y Nathaniel estaba boquiabierto como si le hubiera robado las palabras.

- Marcelo... ¡No somos amantes! ¡Somos amigos! ¡Incluso lo mencioné!

Marcelo abrió mucho los ojos.

- ¿¡Ustedes son amigos!? ¿¡Amigos de verdad!? - se puso las manos en la cabeza. - Mierda... Pensé que eran "amigos" - hizo comillas con los dedos. - ¡Maldita sea, Nathan, mil disculpas, pero esta es la única casa disponible esta temporada!

- Hijo de puta... - Nathaniel maldijo en voz baja para que solo yo pudiera oírlo mientras se dirigía de nuevo a la sala y con la mano en la frente miraba fijamente el diminuto sofá.

Así que me reí.

- No te preocupes, Nathan, mientras tu trasero esté por aquí y el mío por aquí, creo que podemos compartir esta cama... - Dije tirando de él para que mirara hacia la habitación y señalando nuestras posiciones en la cama. cama.

Era una cama pequeña en comparación con la cama en la que siempre dormía, era del mismo tamaño que la cama de Gian y si pudiéramos dormir en una cama sin tocarnos correctamente mientras nos besábamos, podría dormir en la misma cama que Nathaniel. sin tocarlo nunca.

- Bueno, pueden resolverlo ustedes mismos, ¿¡verdad!? - preguntó Marcelo con una sonrisa amarilla dirigiéndose hacia la puerta de salida.

- Marcelo, yo a ti.... - Dijo Nathaniel entre dientes.

- ¡AAI! - Gritó Marcelo riendo mientras abría la puerta de la casa y salía corriendo de las manos de Nathaniel. - ¡HASTA MAÑANA! ¡BUENAS NOCHES! - gritó antes de salir corriendo por el callejón.

Nathaniel y yo nos miramos incómodos. Traté de romper el estado de ánimo.

- Bueno, es sólo por un mes, ¿no? - dijo sonriendo amarillo.

Se rascó la cabeza.

- Sí, pero no te preocupes, lo arreglaré mañana, ahora realmente necesito dormir bien.

Ya eran las cuatro de la tarde y en nuestra zona y ventana había un sol cansado.

- Claro, ¿vas a darte una ducha primero? - Yo pregunté.

- Si voy.

- Está bien, esperaré aquí. - Dije caminando hacia el sofá de la sala y sentándome.

- ¿Quieres que lleve tus maletas a la habitación?

- Por favor.

Nathaniel llevó las tres maletas a la habitación mientras yo tomaba mi celular, noté que la batería se había agotado, cerró con llave la puerta de la habitación y podía escuchar el ruido de la ducha desde donde estaba, no recordaba qué tan delgada esas paredes estaban y se podía escuchar casi todo lo que se hacía en la otra habitación.

Salí a escondidas de la casa y salí a caminar buscando algún lugar con comida, me moría de hambre. Dejé el callejón angosto del lado opuesto por donde entramos y me encontré de frente con una calle más ancha y justo frente a una plazoleta con árboles de tantas especies que no pude contenerme y pasar, te vi, guacamayos azules azules, gorriones e incluso patos! Definitivamente me encantaría el tiempo que pasaríamos allí.

Me sentía extrañamente libre y con miedo, sabía, como me había enseñado Bibe, que la libertad consiste precisamente en tener disciplina y límites, eso no lo podía perder de vista. Las casas allí en su mayoría estaban bien arregladas, podía ver a la gente sentada en sus áreas, caminando por los callejones y la plaza, la vida allí parecía ser deliciosa...

Solo sabía sonreír, sonreír a lo que veía, sonreír para dar las buenas tardes a todos, hasta había olvidado de dónde vengo, y lo que había pasado entre mi familia y yo.

Fue entonces cuando mi estómago rugió y recordé lo que había venido a hacer allí, volví a una casita donde sabía que se hospedaba el amigo de Nathaniel y lo llamé, pronto apareció.

- ¿¡Puedes decirme si hay un mercado cerca!?

- Oh claro, tenemos la tienda de Daniel, te llevo allí, ¡espera un minuto! - dijo saliendo de la ventana y viniendo a mi encuentro.

- ¿Es largo? - Yo pregunté.

- Oh nada. Aquí todo está pegado, pronto lo sabrás todo.

Sonrisa.

- No puedo esperar.

La vendinha estaba a menos de un minuto, en la esquina de uno de los callejones.

- ¡Danieeel! ¡Tienes un cliente! - dijo en voz alta en el mostrador.

De repente apareció en el mostrador un joven negro con el pelo rizado bien recortado.

- ¡Hola gente!

- Esta es la nueva residente, la novia de mi amigo de la que te hablé, bueno, en realidad son amigos, ¡probablemente se vean mucho! - dijo nos presentó.

Nos saludamos y mientras Daniel y Marcelo hablaban yo agarré una cestita y caminé por los pasillos de la vendinha, pero podía escuchar todo lo que hablaban y lo escuchaba principalmente porque el tema me interesaba.

- Hermano, hace una semana descubrí un sitio web muy bueno que cuenta chismes sobre la vida de los ricos. -Daniel dijo.

- Ah, eso era todo lo que hacía falta... - Respondió Marcelo.

- ¡Hombre, es serio! ¡Tienes que seguir esto conmigo! ¡Si tu papá compra más casas pronto, tu mierda estará aquí!

- Solo puedes estar loco, mi padre es rico, pero sitios así son de familias millonarias, multimillonarias, quién sabe más, cabezón.

Tomé pan, huevos, especias, naranjas, queso crema y salami y me dirigí al cajero para esta parte de la conversación.