Buscando Pistas.
—¿Ayudarme? ¿Desde cuando eres tan amable? —Siny suspiró.
—Quiero poner una condición —Alin se reincorporó un poco y la miró —. Cuando encontremos al culpable me dejaras ir —Alin sonrió con malicia.
—¿Donde quieres que te deje ir? —Siny suspiró.
—Lejos de ti —Alin la miró y asintió.
—Bien, si es lo que quieres así será —respondió.
Era mentira, no la iba a dejar ir, la iba a tener a su lado para siempre, él iba a ser el único que la iba a tener entre sus brazos.
Él iba a ser el único en su vida...
—¿Así de fácil? —Lo miró desconfiada.
—Si, tú me ayudas y yo te ayudo —no borró las sonrisa de sus labios.
Y así comenzaron a buscar las pistas, a seguir las que Alin ya tenía.
—¿Fue en esta casa? —Alin asintió.
—Los mataron en la cama que tu estabas echada hace un rato —Siny puso cara de asco.
Se mentalizo de que todo estaba bien (aunque no lo estuviera) no hizo caso a lo que Alin había dicho y siguió mirando a la habitación.
—¿Tus padres tenían algún enemigo? ¿Alguien que les quisiera hacer daño? —Alin negó.
—Mis padres eran respetados y queridos por esta zona, nunca salían a ningún lado, que yo supiera claro está —la chica asintió.
—¿Sus cosas siguen estando por aquí? —Alin se fue a la habitación. Siny lo siguió, el abrió un cuarto secreto en el suelo.
Ya no la parecía raro a Siny, después de lo que vio hace una hora atrás ya nada le sorprendía. Ambos bajaron.
Alin encendió la luz y todas las cosas de sus padres estaban ahí.
—¿Quieres salir? —Dijo Siny al ver la cara de Alin.
—No —dijo frío.
Siny rodó los ojos y comenzaron a buscar entre las cosas.
—Tiene que haber un número, alguna carta o algo —dijo frustrada Siny después de llevar horas buscando y no encontrar nada.
—Te lo dije desde un principio, yo nunca encontré nada —Siny lo miró.
—Es que tú eres imbécil y no buscas bien —respondió de mala manera levantando una caja.
Ahí estaban todas las cartas que los padres de Alin habían recibido. Eran gastos de la luz y el agua, la renta de la casa, pero nada que les hiciera saber por donde empezar a buscar.
Alin ya se había cansado de buscar, estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared mirando a la chica.
—¿Alguna vez os fuisteis de vacaciones? —El chico negó.
— ¿Por qué? —Se acercó a ella.
—Aquí pone vacaciones a Marbella —le enseñó la carta.
—Puede que haya sido una carta de propaganda —habló él.
Siny abrió la carta, no, no era una carta de propaganda, era una carta de amenaza.
—Alguien los tenía amenazados Alin —el chico la miró.
—Es la primera vez que dices mi nombre —se acercó a ella. Se miraron a los ojos.
Siny comenzó a ponerse nerviosa y miró la carta, suspiró intentando relajarse.
—Céntrate, tus padres estaban amenazados por alguien. “Si no pagáis el millón de euros estáis muertos, tenéis una semana para pagar esa cantidad. Vuestro hijo pagará las consecuencias” —Alin miró a Siny y cogió la carta para leerla él.
—Ellos nunca tuvieron ese dinero —habló mirando la carta.
—Tenemos que encontrar al hombre o mujer que envió esa carta —Alin asintió.
—¿Será de Marbella? —Siny cogió la carta y miró de donde provenía.
—Puede que sea de allí, de alguien que tenga o tenía acceso a este tipo de cartas —siguieron mirando mas cartas.
—Creo que es alguien que tiene acceso a agencias de viaje —Siny le enseñó otra carta.
Era otra carta pero de distinto sitio, pero ponía: “vacaciones de...”
—Si es así nos podemos tirar toda la vida buscando, hay muchas agencias de viaje por todo el mundo —Siny lo miró.
—Pero solo una que conocía a tus padres —ambos se miraron.
—Mis padres nunca fueron a ninguna agencia de esas —habló con su típico tono frío.
—No tenían porque haber ido, igual conocían a alguien de aquí del pueblo que trabajaba de eso.
—Me acuerdo que había un hombre, era muy amigo de mis padres, se llamaba Ronal, él viajaba mucho, siempre estaba de agencia en agencia —comenzó contando Alin.
Siny abrió los ojos sorprendida, su rostro comenzó a palidecer.
—¿Estás bien? —Siny asintió.
—Nada, me acabo de acordar de algo —sonrió sin ganas.
Su padre se llamaba Ronal y le encantaba viajar, siempre lo hacían juntos, los tres, pero su padre no podía acabar con la vida de alguien. Se negaba a aceptarlo y si era así su vida también estaba acabada, Alin acabaría con ella.
—¿Buscamos a ese hombre? —Siny tragó saliva fuerte.
—Si, hay que buscarlo —salieron de esa habitación —¿Te acuerdas como era ese hombre? —preguntó con miedo a la respuesta.
—Era calvo, siempre vestía de traje —el cuerpo de Siny se relajó. No era su padre.
—¿Dónde vivía? —Volvió a preguntar más tranquila.
Alin comenzó a andar, Siny lo seguía y contra más lo seguía su cuerpo iba temblando, lo miraba de abajo hacia arriba, iba neutro, serio, su mirada solo estaba enfocada en el frente.
Pasaron por la casa de Siny pero seguían de largo.
—Antes vivían aquí —miró hacia el edificio.
—¿Vivían? —Alin asintió.
—Él estaba casado y tenía un hijo, era recién nacido cuando se lo contaron a mis padres —Siny miró al edificio.
—¿Sabes en qué piso vivían? —El asintió.
Se acercaron a la puerta, salió una anciana, Alin fue rápido y antes de que se cerrara puso el pie.
Ambos entraron y comenzaron a subir las escaleras. A Siny se le hacían familiar esas escaleras pero no sabía de qué.
Siguieron subiendo hasta el cuarto piso, llegaron a una puerta, estaba vieja y algo rota.
Alin abrió la puerta de una patada y entraron.
Los antiguos inquilinos habían dejado todas sus cosas.
Siny comenzó a mirar hacia todos los lados, entró a una habitación y se tiró al suelo con la mano en la boca sorprendida.
Esa casa era de sus padres, y lo sabía porque había fotos de ellos cuando ella era recién nacida.
En esa habitación seguía la cuna en la que ella había dormido sus primeros días de vida, los pañales y ropa de bebé.
Siguió buscando en los cajones y en los armarios y contra más miraba más se concienciaba de que esa casa era en la que antes habían vivido sus padres.
—Siny —Alin entró a la habitación.
La vio sentada en la cama mirando una foto con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Conocías a ese hombre? —Siny lo miró con miedo.
—Yo te juro que no tengo culpa, ni siquiera sabía quienes erais —Alin la miró sin entender. Tenía las cejas levantadas, sus manos fueron a los bolsillos de la chaqueta y la miró.
—¿De qué hablas Siny? —Ella se levantó.
—Los que antes vivían aquí e-eran mis padres Alin —le enseñó la foto.
—¿Tu padre mató a los míos? —Ella negó.
—N-no lo sé —se limpió las lágrimas intentando estabilizarse mentalmente.
—Llévame donde ellos están —ella negó.
—No, a demás tu dijiste que ese hombre era calvo, mi padre no lo es —intentó razonar.
—Tendría pelo de quita y pon yo que cojones sé, llévame dónde tu puto padre Siny Pons —ella frunció el ceño.
Ella nunca le dijo su apellido. Aún así no le dio importancia, no estaba como para pensar en eso.
Era muy probable que su padre hubiese matado a los padres de Alin y consigo hubiese jodido la vida de ese chico.
Salieron del edificio, Siny fue hacia su casa y entró con Alin detrás.
—¿Que haces? —Habló él.
—Llamarlos, no se si están en casa —lo miró.
Él suspiró cansado y asintió.
—Hola mamá —sonrió medio llorando.
—Hola hija ¿que tal te va todo? —Siny se limpió las lágrimas.
—Bien, te quería preguntar que si estáis en casa —se escuchó un suspiró.
—No hija, ahora andamos trabajando Siny miró a Alin y negó.
El suspiró llevándose las manos a la cabeza.
—Mami, ¿te acuerdas si papá tenía una pareja de amigos? —Ellos dos se miraron.
—¿Una pareja de amigos? —Siny suspiró.
—Si, de aquí del pueblo, que tenían un hijo —esperaron la respuesta con ansias.
