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Desde un matrimonio falso

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Sinopsis

El matrimonio con Leopoldo Durán no era más que un contrato y ella siguió todas las disposiciones hasta un rollo de una noche. —No quiero que lleves a mi hijo, debes entender lo que digo. Mirando la fría espalda del hombre, Mariana Ortiz comprendió por completo de que la relación con este hombre siempre había sido un accidente.

Matimonio por ContratoRománticoUna noche de pasiónEmbarazadaSEXOCEO

Capítulo 1: Anoche se emborrachó

Ya era tarde en la noche.

En el chalet independiente situado en las afueras de la capital, de vez en cuando se oyen tímidos ruidos de golpes procedentes del dormitorio principal.

—Despacito...

***

—¡Ay!

Mariana Ortiz frunció el ceño con incomodidad y se frotó con fuerza las sienes, tratando de aliviar el dolor.

—Señor, señora, el desayuno está listo —la voz de la vieja sirviente Señora Sana vino desde afuera de la puerta.

—Espera un momento, bajaré ahora mismo...

Justo cuando se movió, ella sintió un dolor ardiente entre las piernas y se dio la vuelta, con sus largas piernas naturalmente estiradas hacia delante.

«¿Qué? ¿He presionado contra algo duro?»

Mariana abrió los ojos aturdida y, de un vistazo, vio aquel rostro apuesto que aún rezumaba sudor. Aunque dormía con los ojos cerrados, la frialdad de su entrecejo seguía siendo aterradora. Recordando «señor, señora» que acababa de decir Señora Sana, las pupilas de Mariana se estrecharon de repente y gritó:

—¡Ah!

El grito de la mujer rompió el silencio de la madrugada.

Aunque Leopoldo Durán estaba muy cansado, se despertó en ese momento.

Sus hermosas cejas se enarcaron y sus ojos se abrieron ligeramente, su fría mirada recorrió el dormitorio antes de posarse finalmente en la mujer junto a la almohada,

—¿Por qué estás aquí? ¿Tuvimos sexo anoche?

La cara de Mariana se puso repentinamente roja y se agarró a las sábanas avergonzada:

—¡Voy al baño!

Sin atreverse a mirar de nuevo a ese hombre, Mariana se precipitó al baño presa del pánico y cerró la puerta de golpe, provocando un fuerte ruido.

La puerta de cristal esmerilado reflejaba vagamente la delicada figura de Mariana, Leopoldo frunció el ceño y se levantó de la cama.

La colcha cayó de su cuerpo, dejando a la vista la llamativa mancha roja de sangre en la sábana.

La atención de Leopoldo se atrajo de inmediato y sus ojos se volvieron repentinamente profundos.

«Ella...»

«¿Tiene sexo por primera vez?»

***

Diez minutos más tarde, Mariana terminó lentamente de ducharse, se cambió de ropa y bajó del piso de arriba. Justo al llegar a la escalera, vio a Leopoldo sentado en la mesa del comedor y comiendo, con un porte elegante.

Él llevaba una camisa negra.

Al ver esto, el hombre frunció los labios y dejó el cuchillo y el tenedor, como si ya hubiera comido lo suficiente. Se levantó y cogió la chaqueta que le entregó la criada y se la puso.

—Oye...

Mariana se quedó de pie, incómoda, sin saber qué decir.

Leopoldo estaba mirando hacia abajo y arreglando los botones, cuando escuchó su voz, el movimiento de sus manos se detuvo y levantó la vista con el ceño fruncido.

Esta mirada hizo que Mariana cada vez más culpable, agarrándole las manos de forma poco natural,

—Creo que lo que sucedió anoche fue un accidente... vamos a...

Tan pronto como dijo esto, la persona de abajo la interrumpió:

—Lo que pasó anoche —la voz grave de Leopoldo resonó en la gran sala, su mirada se posó precisamente en ella—, Bebí demasiado anoche y sucedió algo fuera del contrato. Me comuniqué con el abogado, se te pagará toda la compensación de acuerdo con el acuerdo pre-nupcial que firmamos antes.

Él siguió mirándola fijamente:

—Si necesitas algo más, puedes decirlo ahora.

—Es que...

Mariana no esperaba que mencionara el acuerdo pre-nupcial, ni que su actitud fuera tan tranquila cuando dijera esas palabras.