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vaquero
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Sinopsis

Kate, una chica en realidad sencilla pero de personalidad complicada, y con pensamientos aún más farragosos, ahora cansada de las cosas que le han pasado hasta ese momento y que la han llevado a pensar de cierta manera, decide mudarse a la ciudad que más amas para empezar una nueva vida. A menudo confundida por sus propias emociones, tendrá que vivir con compañeros de cuarto burbujeantes, y se enfrentará a situaciones completamente nuevas debido a encuentros recientes. Con la esperanza de poder hacer un cambio en su vida, se embarca en este viaje manteniendo bajas las expectativas, ciertamente sin poder imaginar lo que le habría estado esperando. Pero ella también, como los demás, esconde algunas -sorpresas-. Durante su estancia también forjará diversos lazos, algunos más significativos que otros, como el de Robert, un tipo misterioso y fascinante, de inconfundible pelo rojo y mirada magnética, con quien consigue entablar una singular relación. ¿Podrá Kate abandonar ese pasado tan odiado para centrarse en un presente que reserva menos decepciones?

AcciónDramaFantasíaClásicosMisterioCiencia FicciónComedia18+

1

Llevaba no sé cuánto tiempo tragando helado, llorando, últimamente me pasaba cada vez más seguido.

Sonó el celular.

-Kate-

Respondí sonándome la nariz después de estornudar.

-Para de comer-

¿Cómo siempre supo todo?

-Ven a dar un paseo, vamos-

-Pero estoy enfermo-

-Estarás mejor- me imitó.

Resoplé.

-Te podría amenazar-

-Nosotros sentimos-

-Empecé abriendo la puerta- al mismo tiempo escuché el timbre, así que me levanté y me acerqué.

-¿Enviaste a un asesino a buscarme?- nos reímos los dos.

Lo abrí y vi su figura bajita saltando sobre mí, me apretaba tanto que ya no permitía que el aire llegara a mis pulmones.

-Sabes, me gustaba mucho respirar-

-Ups, lo siento- se separó y luego me miró de arriba abajo -También podrías ponértelo de un solo color de vez en cuando-

-Pero tampoco... ¡Un momento, estás aquí!-

Esta vez fui yo quien la abrazó, realmente extrañaba a esa chica loca, aunque nunca lo hubiera demostrado; hacía semanas que no nos veíamos, ya que ambos estábamos estudiando, pero en diferentes universidades, pero ya era verano, por fin podíamos encontrarnos.

La noticia que se suponía que debía darle ciertamente no la habría complacido.

-¿Qué me puedes decir?- entró aunque yo no le había dicho que podía.

Cerré la puerta y me reuní con ella en el sofá donde ya estaba unos momentos antes, viéndola sentarse haciendo balancear sus voluminosos rizos negros.

-E-um...-

el me interrumpio

-¿Tuyo?-

Nunca entendí por qué me hacía preguntas si no esperaba las respuestas.

-En el trabajo-

"Ya veo." Se pellizcó el puente de la nariz.

-Me gustaría decirte algo-

-Entonces díselo- me instó antes de ir a la cocina.

-Tienes que dejar de hacer esto, me pone de los nervios-

-Hay varias cosas que te ponen de los nervios-

-Estás al principio de la lista-

-Me ocuparé de eso- se encogió de hombros y yo sonreí, él era una de las pocas personas que podía obligarme a hacerlo.

-Estaba diciendo...- Cerré los ojos y exhalé de un tirón -Me muevo-

Ella me miró, como si no entendiera, luego se acercó.

-¿Qué dijiste?-

Me levanté los anteojos, que entretanto se me habían resbalado -Me voy...-

-No Kate, eres todo lo que tengo- se conmovió, no debió haberlo hecho o yo también lo hubiera hecho.

Suspiré y miré hacia abajo.

Por favor no, por favor no, por favor no… oye, no lo había hecho, pero en lugar de eso se congeló, como si estuviera pensando.

-¿Cómo?-

-Recibí una oferta de trabajo- Yo también había terminado mis estudios, así que no habría habido problemas.

-¿Al menos está cerca?-

-En la frontera... con América-

-¡No tenemos frontera con América!-

-El océano es una frontera- respondí con obviedad, me gustaba tener razón y hacerla enfadar, o simplemente burlarme de ella, pero no era el momento.

Se rió suavemente.

-No nos volveremos a ver- dijo

-Te llamaré todos los días-

-Pero ni siquiera ahora-

-Entonces me llamarás todos los días-

-Eso tiene más sentido- asintió.

Se puso de pie, yo ya estaba de pie.

-¿Cuando te vas?-

tartamudeé

-No entendía-

-Mañana-

-¡Estás fuera! ¿¡Cuándo me lo ibas a decir!?- casi grita.

Cuando se enojó sus rizos se hincharon aún más, insinué una sonrisa ante la escena

-Te lo hubiera dicho... cuando ya hubiera estado ahí para que no hubieras podido rayar mi bicicleta-

-¡Pincha tus llantas!-

-¡No toques a Toy-Toy!-

-Deberías dejar de nombrar objetos-

Rodé los ojos con molestia.

-Eso significa que comeremos una última pizza juntos esta noche-

-No voy a la guerra-

-Hubiera sido mejor-

-Lucharé por ti-

Él rió.

-

La noche pasó, quizás demasiado rápido.

A la mañana siguiente me desperté un poco menos cansada que otras veces.

Me habría ido a la maldita Nueva York.

Mi sueño más grande.

Me levanté, me di una ducha rápida, me vestí con una camisa blanca sencilla al menos dos tallas más grande, manga corta, con un pequeño bolsillo a la izquierda, pantalón negro y mis Adidas nuevos; También tenía la intención de amarrarme el cabello en una cola de caballo alta, olvidando que me lo había cortado unos días antes, así que no pude hacerlo porque era demasiado corto, ahora me gustaba más, llegaba hasta el cuello, no era Al igual que las de las cincuentonas que se sienten jóvenes, las mandé superpuestas, creando mechones un poco más cortos por delante, porque me gustaba el flequillo hacia un lado pero no lo aguantaba, y de todas formas me hubiera quedado clavado en los grandes vasos, sin los cuales no vería prácticamente nada.

Verifiqué dos veces el contenido de la maleta por enésima vez, la moví frente a la puerta.

Yo tenía la costumbre de no desayunar, de hecho después de un tiempo hasta mi madre dejó de preguntarme, en cambio cuando me acostaba con mi abuela ella insistía a pesar de que sabía que me habría negado, se preocupaba y esperaba, y siempre decía que yo Comía poco, típico de las abuelas.

Tomé mi mochila y la llené con cosas que a otros les parecerían tonterías, algunos libros, mi hermosa maleta de artista y los siempre presentes audífonos, que me salvaban cada vez de conversaciones inesperadas, pero sobre todo no deseadas.

Ante la idea de subirme a un avión por primera vez, comencé a ponerme nervioso.

Mis padres nunca lo habían tenido tampoco, ciertamente no podían tranquilizarme, los observé, y pensé que era curioso que tuvieran el cabello rubio, ya que ambos tenían el cabello oscuro en cambio.

Caminé alrededor de la casa con impaciencia.

Me acompañaron al aeropuerto, seguí todos los trámites y abordé.

El viaje fue lo suficientemente largo, pero no me cansé tanto, estaba demasiado emocionado.

De camino contacté con la chica con la que había hecho las gestiones para el apartamento y me lo confirmó todo.

Hice los cálculos y me di cuenta que por la diferencia horaria hubiera llegado por la noche, mejor, podría haber dormido, me gusta mucho hacerlo.