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Capitulo 2

Para bien o para mal ese era mi destino, solo me tocaba agarrar el toro por los cuernos.

Estaba cansada de luchar por ella por su amor, era mi madre y parecía mi enemiga. La amaba, padre lo hizo a su manera y ella me amaba a su manera, pero ahora la necesitaba más que nunca.

—¡Mamá, decide es él o yo! — grite sintiéndome impotente, estaba cansada y a punto de quebrarme. — Va hacer siempre así ¿Verdad? Soy una estúpida al pensar que cambiará.

— Déjalo Lena, solo déjalo estar.

Entonces me dejó con mi peor Pesadilla, eso era Pill desde hace más de diez años desde la muerte de mi padre. Estar aquí era algo masoquistas mis buenos recuerdos era lo único que me mantenía cuerda.

Sonrío mostrando sus asquerosos dientes, se sentó en el mueble y eso señas para que me acercará. Sabía cómo terminaría esto, había intentado huir y el castigo por eso casi me deja postrada en una cama.

Solo Dios sabía cuánto deseaba estar lejos de ahí.

?????

—¡Más duro Pill! — escuché gemir a mi madre.

Eso era sumamente asqueroso, aunque prefería que Pill se entretuviera con ella. Era una mierda mi vida, cuando papá murió todo se fue a la mierda.

A veces llegue pensar que era yo la que estaba mal, que lo tentaba o eso me hacía creer mamá, por eso lleve muchas palizas, Susana era una desgraciada. Era una puta, no la juzgaba. Pero no quería a Pill, el solo aparecía mágicamente, todos sabían que su pandilla y el andan en malos trucos drogas, prostitución y venta de armas. Es repugnante.

Su Club se hacen llamar los "Serpientes MC", son espeluznantes y asquerosos, he visto como tratan a las mujeres y sin duda no sé cómo acabó mi madre entre ellos. Y ni hablar de las mierdas que saben por sus sucias bocas.

—¡Oye Susana! ¿Cuándo dejarás que tu hijita entre al mercado? —, escuché decir a unos de los tantos hombres que se encontraban en la sala, fumando y bebiendo. Sentí mi cuerpo tensarse y me escondí detrás de la pared.

—¡Cuando termine aquí, y después tenga tu polla en mi boca! — eso era asqueroso, pero sin duda solo estaba pensando en ella. Se reían—. Pero quiero mi lana.

Sentí arcadas, mi madre, mi sangre, me estaba vendiendo.

Y temí por mí.

Subí las escaleras lo más silencioso que pude, mi cuerpo temblaba como si hubiera frío en mis huesos. Empecé a empacar lo poco que tenía, lo necesario y mis documentos, y saqué del colchón el dinero que tenía ahorrado. Cogí mis zapatos nuevos, los vendiera. No podía salir por la puerta trasera, siempre había gente ahí.

—Tocara salir por la ventana—pensé.

Y como Rapunzel lo hice, intentado no matarme en el proceso agradecía que el huerto no hubiera florecido, algo bueno sin duda. Pero sabía que volvería a vengarme de él y de todo lo que me hizo.

Salí por la ventana, escapando como un ladrón. El primer lugar que vino a mi mente fue el parque, ahora ese no era un lugar seguro.

Solo necesitaba escapar de ahí lejos.

Ya ni sabía cuántas horas llevaba caminando, solo sabía que mis pies se sienten adormecidos y cansados. La lluvia me había cogido de sorpresa, caía con a cantaros y el viento sacude violentamente mi cuerpo.

Había cometido, había escapado ahora me encontraba lejos de casa no me sentí bien hasta que vi el cartel a las afueras del pueblo que decían vuelva pronto. Sabía que Susana me iba a subestimar nunca iba tan lejos, siempre he tenido miedo a lo desconocido.

Había sobrevivido mucho, pero sabía que ese era mi momento para irme y lo aproveche tal vez la próxima vez no existiera, ahora solo dependía de mí. Buscar ser alguien, nadie más que yo lo lograría.

Me detuve un instante al sentir un mareo al recorrer mi cuerpo, respire pausadamente ahora no necesitaba desmayarme.

El estruendo de unas motos a mi espalda, las conocía muy bien Harley; papá era un aficionado. Sentí los vellos de mi cuello se erizarán, la adrenalina se apoderó de mi cuerpo; podía sentir las palpitaciones de mi corazón. Apresure mis pasos ignorando el dolor de mis pies, Dios no podía hacerme eso, y si era un castigo no lo merecía.

Miré de costado. No son muchas, unas tres cómo máximo, pero algo que llamó mi atención fueron sus chalecos no se parecían en nada, los de los hombres de Pill carecían de estilo. Pero no estaba completamente segura, no podía dudar.

— ¡Hermano ¿A dónde te diriges? — escuché gritar a una voz fuerte y ronca. Tenía que seguir no podía detenerme no sabía que tan lejos había escapado, y sin duda si era uno de los de la hermandad me reconocerían.

Maldición concentración.

Tropecé enredándome con mis pies, fue jodidamente horrible la presión en mi cabeza aumento y lo último que escuche antes de caer inconsciente fue:

—¡Mierda!

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