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Saliendo de lo cotidiano

Charlotte

Apague mi cigarro y observe al frente, una persona en una motocicleta completamente vestida de negro, estaba adelante de nosotros. El claxon sonó en repetidas ocasiones pero aquel sujeto no se movía.

—No se preocupe señora, de inmediato iré a ver que quiere —La voz ronca de Fabrizio suena, mientras mi concentración está principalmente en aquel hombre.

Irreconocible a primera vista con su casco y su vestimenta, pero demostraba tener fuerza y era realmente intrigante, su cuerpo ancho, me hacía mojar los labios. Fabrizio se ubicó frente a él, le decía algo que claramente no podría escuchar desde aquí, movía sus manos reclamando y claramente exigiendo que se hiciera a un lado. Levanté una ceja cuando vi que se retiró el casco, movió su cabeza acomodando su cabello mojado, sonreí con picardía, no puedo creer que sea ese mismo hombre.

Abrí la puerta del carro, fui caminando lentamente haciendo sonar la punta de mis zapatos altos, lo observaba detrás de Fabrizio, sus brazos cruzados mostraban que no le importaba ni un poco lo que le estaba diciendo mi chofer.

—¿Sucede algo? —cuestione llamando la atención de ambos.

—Señora aquí el señor, no quiere moverse porque asegura que golpeé su motocicleta —dice Fabrizio, tensando su mandíbula.

—Luego, ¿qué quiere, dinero? —escuché su risa, una bastante sugestiva.

—No estoy pidiendo dinero, tan solo le comentaba a tu chofer que tenía que hacer uno que otro curso, para así poder aprender a manejar. Si quieres yo puedo darle algunas pecas o puedo recomendarte alguien que pueda hacer lo mejor —él habla con superioridad y un leve toque de coquetería.

—¿Acaso quién es usted para venir a dar ese tipo de ayudas? —pregunté y él con una sonrisa irónica se me acercó—. Solo nos hemos visto una vez para que usted pueda decir ese tipo de cosas.

—No te reconocí, —se coloca uno de sus dedos en su mentón—. ¿Charlotte? —afirmó con un suave movimiento de cabeza.

—Eso solo es un rasguño, no debería quejarse por eso, le aseguro que eso no es nada. —Me acerqué y miré ese aparato.

—Tal vez, pero eso no justifica que no deba pelear por mis cosas, o lo que me gusta. —Guiña el ojo, luego me observa de arriba a abajo.

—Fabrizio dale un cheque, seguro lo necesita y eso solo es una forma para llamar la atención —comenté y me di la vuelta.

—Charlotte, veo que aún no has pensado en nuestra oferta. Creo que podemos llegar a consolidar algo, es decir por el inoportuno accidente. —Se recuesta en la camioneta, Fabrizio de inmediato se alerta, se ve en su rostro al parecer no lo soporta.

—¿Consolidar algo? no comprendo, bueno la verdad es que no me interesa buscar otras formas para mediar un accidente, prefiero solucionarlo de una sola vez y no darle largas a esto. Tengo mucho afán, debo hacer algo realmente importante. —Muevo mi cabello—. Adicional, le recomiendo que de negocios no se habla en la calle, le recomiendo que deje de ser inoportuno, eso puede generar malos entendidos y cualquiera puede resultar afectado. —Levanta sus manos en signo de rendición.

—Acepto que me equivoque, empecemos de nuevo, ¿Te parece Charlotte? —Adriano habla con tanta seguridad, que lo hace ver incluso más galante.

—No, no me parece. Ese jueguito de niños, no va conmigo. —Él se acerca ahora a mí, quedando muy cerca. Puedo ver el rosa de sus labios delgados.

—Está bien, eres complicada, —sonríe y yo solo puedo poner mis ojos en blanco ante su insistencia—. No voy a aceptar tu cheque, cuento con dinero. Pido otro tipo de compensación, puedes aceptar salir conmigo a tomar una copa de vino o a tomar un café, esa es la única forma que puedo perdonar este lamentable accidente. —Suelto una carcajada bastante sonora.

—No puedo, debo ir a un lugar, no tengo tiempo para estar saliendo con nadie —le dije—. Fabrizio dale el cheque y vámonos.

Fui hasta el carro y entré, con una sonrisa en mis labios observaba la escena afuera, ese hombre es sumamente atractivo. Sin embargo, no puedo mezclar las cosas, todo eso se puede mal entender y no me gustan las cosas así, solo me involucro con personas que no tienen nada que ver con el negocio. Fabrizio no tardó en subir a la camioneta, tenía sus cejas pobladas fruncidas, me observaba como si tuviera algo para reclamar.

—Deberías arrancar, no quiero perder más el tiempo aquí. —Subí el vidrio de la ventana, evitando tener que ver ese rostro.

—Señora, ¿me permite decirle algo? —Con mi mano le indiqué que hablara—. Ese hombre me pareció muy atrevido, no debería darle tanta importancia, los hombres así buscan únicamente aprovecharse de las mujeres, pensando que ellas están solas e indefensas.

Su rostro estaba totalmente serio, gris y tenso. Sus consejos parecían más el de una persona celosa que el de un trabajador.

—Lo sé, no soy tonta. Pero si vamos a ver quien saca provecho, puedo asegurarte que soy yo la que más lo hace. Ahora continúa el camino, quiero tomar algunos tragos con tal de olvidarme de tanta cosa. —Él da una sonrisa tímida.

Fuimos rumbo al norte, el bar quedaba en una de sus mansiones y solo ingresaban personas con reservación y con una gran cantidad de dinero, ya que así evitábamos que alguien pudiera sospechar de algo de lo que también se hace en este lugar. Al acercarnos, las luces de neón comenzaban a notarse, la música electrónica resonaba a todo volumen, el dj estaba ubicado en la parte superior mientras todos los asistentes se encontraban en la parte de abajo consumiendo droga y alcohol.

—¿Estará bien allá señora? —Miro a Fabrizio y me causa risa.

—Ve y toma algo, acá me voy a demorar así que llamaré a tu teléfono cuando me quiera ir, toma el dinero que necesites de la cajuela, come algo y así puedes pasar el tiempo ¿Claro?

—Está bien señora, la esperaré acá.

Subí las escaleras y saludé a unos cuantos que vi en el camino, mi amiga estaba regía como siempre, con su habitual sonrisa y su alocada personalidad. Me acerqué a ella y le di un abrazo, ella me indico que la esperara en la barra mientras terminaba de darle una porción de su polvo mágico a sus últimos invitados. Pedí un cóctel, lo bebí de un solo sorbo, la música comenzaba a recorrer mis venas, era adictivo.

Observaba el paisaje, una cantidad de personas nuevas que visitaban el lugar, posiblemente nuevos compradores, Nicol llegó y me mostró unos cuantos billetes por una venta grande que había hecho.

—Esta noche, invito todo yo —dice en mi oído. Con un grito le pide a su músico que suba el volumen, los demás comienzan una repartición masiva de licor y todos salen a la pista.

Bebo unos cuantos tragos más y me levanto, recojo mi cabello con las manos. Para comenzar con un movimiento lento y sensual, la temperatura del lugar era alta, por lo que mi cuerpo se llenaba de sudor, los movimientos lujuriosos cada vez eran mayores, mi cuerpo pedía y anhelaba tener una noche llena de pasión, sentí como un par de manos se ubicaron en mi cintura, evitando que me girara para poder identificar su rostro. Comenzamos a bailar al ritmo de aquella pegajosa melodía y sentía como sus manos subían y bajaban a lo largo de mi espalda, necesitaba saber quien era, mi cuerpo estaba realmente alterado por su tacto, cuando gire quedé realmente sorprendida con la persona que estaba frente a mí.

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