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Casualidad Destinada

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Sinopsis

Tras ocho años de amor y traición por parte de su novio, Isaías dio un giro a su vida y se casó con la magnate de los negocios Milagros. Pensó que sería un matrimonio de contrato, pero el día en que se preparó los papeles del divorcio, el hombre la inmovilizó contra la pared: —¿Divorcio? De ninguna manera. Fue entonces cuando ella se dio cuenta de que todas las coincidencias no eran más que los planes de alguien desde hace tiempo.

Matimonio por ContratoUna noche de pasiónFelicidadCEOVenganza Romántico

Capítulo 1: ¡Eres como un perro miserable!

En una azotea de Edificio Empire State de la Ciudad Lakveria, hacía mucho viento, a tal grado que como si uno pudiera caer de allí por un descuido.

Isaias Graciani estaba en el borde de la azotea, agarrada por un hombre, quien gritó con suma rabia:

—¡Llámenle a Thiago Alguacil que me traiga cinco millones de euros ahora mismo! ¡Si no, empujaré a las dos hacia abajo desde aquí!

Estaban en la terraza del piso 32 y si las empujaba desde aquí, ¡morirían directamente!

Selena Graciani, al lado de Isaias, estaba tan asustada que no pudo ni sostenerse, y cayó de rodillas, temblando inevitablemente y sollozando.

Después de un buen rato, Thiago apareció por fin en la entrada de la azotea.

Hoy iba vestido con un traje negro con un maletín negro en la mano, sin la gracia y serenidad que siempre tenía. Al ver al secuestrador, le dijo:

—Solo tengo dos millones por el momento, ¿puedes dejarlas ir primero?

—¿Dos millones? —el secuestrador barrió a la mujer a su lado y se mofó— Entonces solo una de ellas puede salir sana y salva hoy. ¡Elige a una!

Thiago se quedó pasmado en su sitio, con un destello de lucha y vacilación en la cara.

¿Cómo podía hacer fácilmente una elección entre las dos? Una era su prometida y la otra era...

—Thiago —de repente Selena gritó con lágrimas en los ojos mientras temblaba—. ¡Elige a Isaias! Aunque yo te quiero y sueño con estar contigo, mi hermana es tu prometida. En esta vida estamos destinados a no estar juntos en esta vida...

Todos los presentes se quedaron atónitos al escuchar las palabras de esta.

Isaias la echó una mirada incrédula a su hermana menor, mientras que Thiago mostró algo de conmoción, y la incómoda lucha en sus ojos fue reemplazada por la angustia.

Al ver esto, el secuestrador se impacientó un poco y amenazó.

—¡No más tonterías! Voy a contar hasta tres, y si no haces una elección, ¡voy a empujar a las dos hacia abajo de aquí!

—¡Uno!

—¡Dos!

Al ver que estaba a punto de contar hasta tres, Thiago se sobresaltó, señaló apresuradamente con el dedo a Selena y dijo:

—¡La elijo a ella!

En este momento clave, se oyó un disparo y una bala atravesó la cabeza del secuestrador. Selena gritó aterrorizada y se alebró en el suelo. En el pánico, Isaias solo oyó a su novio gritar ansiosamente:

—¡Selena!

A su vez, Isaias cayó hacia atrás con el secuestrador...

***

Afortunadamente, Isaias no murió y unas horas más tarde, se despertó en el hospital.

La sala estaba bien iluminada, y el cálido sol de la tarde entraba por la ventana, derramándose por toda la habitación, sin embargo, no podía dispersar el frío en su corazón.

Selena empujó la puerta de la sala y entró.

—Isaias, has perdido otra vez —dijo desdeñosamente al ver a su hermana mayor.

Hoy Selena llevaba un vestido delicado, con una sonrisa altiva y orgullosa en la cara, totalmente diferente a aquella asustada en la azotea.

Isaias la ojeó con frialdad y le preguntó:

—¿A qué vienes?

—¡Claro que he venido a ver lo perdida, triste y desesperada que estás tras ser abandonada por tu novio, mi querida hermana!

Isaias sintió una punzada aguda en el corazón antes las palabras burlonas de Selena y le pasó en la mente la escena en que Thiago eligió decisivamente a Selena unas horas atrás sin considerarla ni un poco a ella misma.

Isaias y Thiago ya llevaban ocho años de amor y la relación había estado siendo bastante estable y buena, por lo tanto, ella realmente no entendía por qué su novio la había tratado de esta manera

Reprimiendo la angustia, Isaias se mofó:

—Selena, ¿alguna vez Thiago te ha visto tan descarada?

A su vez, esta sonrió ligeramente y respondió:

—Por supuesto que Thiago no ha visto una yo así, ¡porque solo me comporto así ante ti! Ja, ja, ja, ja, ahora todo lo que tienes, incluido tu familia, tu estatus e incluso tu hombre, me pertenece. ¿Qué queda en ti para que yo codicie?

—¿Es así? Desafortunadamente, no te envidio en absoluto, más bien me das mucha pena.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Quiero decir que solo un pobre perro dejaría al lado su propia comida y pasaría los días codiciando los huesos sobrantes de otros. Eres como un perro así, ¿no eres patética?

—¡¿Cómo te atreves a humillarme?!

Selena perdió los nervios y levantó la mano con la intención de abofetear a Isaias.

En ese momento, la voz de la enfermera sonó en el exterior de la sala:

—Sr. Alguacil, está usted aquí.

Las dos hermanas se quedaron pasmadas al instante.

Tras pensárselo un momento, Selena de improviso se abalanzó a la mesa, cogió una jarra llena de agua y se la echó por encima. Luego se arrodilló enfrente de Isaias, fingiendo ser miserable, y suplicó sollozando:

—¡Isaias, sé que estaba equivocada! Por favor, perdóname.