Brillo Escarlata (Precuela de Color Escarlata).

Por aquel tiempo yo no era más que una niña que se lanzaba en el pasto empapado de un cementerio a mirar las horas pasar. Aun de noche, contemplaba las estrellas, la luna y unas pocas nubes que se revelaban a dejar el cielo tras el ocaso.

No importa a dónde me enviaran, siempre terminaba allí.

Nadie quería a una conflictiva niña huérfana pre-adolescente. La peor etapa en la vida de un padre, era obvio que yo no tendría una familia de nuevo.

Así que escapaba del orfelinato y me lanzaba a la calle, para al final del camino, solo desplomarme en el pasto y desear estar muerta.

Pensaba que el mundo estaría mejor sin mí, ya no que quedaba nada por lo cual querer vivir y yo no era más que un estorbo en los servicios sociales.

Ellos siempre me encontraban porque yo realmente no llegaba a marcharme a otro lugar, siempre terminaba allí desplomada entre las lápidas de mi madre y mis hermanos.

Así que ellos simplemente llegaban tras el amanecer y me arrastraban fuera del lugar, durante el día miraba a la gente gritarme; aunque yo nunca los escuchara.

Creo que decían cosas sobre ser una pesadilla, sobre que mi vida terminaría mal; que yo no valía la pena.

Cosas que ya sabía y, de hecho, creía.

Me transfirieron a decenas de orfanatos durante los tres años que estuve en el sistema.

Iba y venía de un lugar a otro; pensaban que si me enviaban lejos me sería imposible regresar al cementerio.

¡Que equivocados estaban!

Entonces yo no tenía ni idea de mi talento, nadie explicaba cómo una chica de once años, huérfana, prófuga, sin un cinco, y sin identificar lograba cruzar el país, por montañas, ríos o enormes ciudades que no conocía.

Todo para siempre terminar en el mismo lugar.

Ni yo misma estuve consiente de lo que solía hacer, no hasta varios años después.

Pensaba que el secuestro y asesinato de mi familia había arruinado mi vida para siempre; pero era solo un pequeño paso antes de un enorme salto que me llevaría a lugares y situaciones que jamás imaginé.

Justo en ese momento de la historia, allí, desplomada entre cientos de lápidas y una mente en blanco, una niña campirana huérfana de nombre Luciana esperaba morir.

Debió haber muerto con el resto de su familia.

Pero no murió realmente hasta tiempo después, cuando su intento de suicidio resultó en el nacimiento de algo mucho peor:

Ella murió, y yo, Escarlata, nací.

Me convertí en el villano de mi propia historia.

Fui mi propia pesadilla cada noche.

Me transformé en un alma vacía, sin rencores.

Con un solo objetivo...

Arruinar el mundo que destrozó mi vida.

Destruirlo todo a mi paso.