Librería
Español

Así se siente estar perdido 3

60.0K · Completado
Pana
38
Capítulos
157
Leídos
7.0
Calificaciones

Sinopsis

La vida, en general, está llena de cambios. Algunos suceden gradualmente, otros suceden brutalmente, pero si hay algo que ambos casos tienen en común es que los cambios ocurren y no puedes evitarlos, simplemente suceden. La oruga se convierte en mariposa, la semilla se convierte en flor, el niño se convierte en adulto. Sucede que la vida es cruel con algunos niños, que nada sale bien, que te encuentras solo, perdido, sin meta ni destino. Que sentimos que nos ahogamos en un océano de desastres, algo que nos golpea una y otra vez, profundamente. Por mucho que duela, golpea y lo hace una y otra y otra vez. A veces cierras los ojos y sueñas. A veces los cierras y no sabes dónde estás. Atormentado por tus peores pesadillas, sólo quieres despertar. A veces, sin embargo, estás tan cansado que desearías no volver a despertarte nunca más. Sin embargo, hay un momento en la vida de todas las personas en el que se siente fuertemente el cambio. Basta una mirada, tocarse, sonreírse, una canción en una discoteca, una noche estrellada en la que la luna llena ilumina un par de ojos azules. Un tono de azul tan intenso que recuerda a las heladas aguas del océano. Iris que surgen entre telarañas de oscuridad, buscando desesperadamente algo, algo que no sea dolor, tristeza, que contenga la esencia de la vida. Buscando constantemente lo que habían perdido, con la luna atrapada entre sus espesas pestañas oscuras. Mirándola, sumergiéndote en ese océano y su danza, te das cuenta de que parece una canción triste. Como un poema que leído en voz alta casi parece besar el dolor y entiendes que no hay nada que puedas hacer para cambiar el ritmo de esa canción, el dolor contenido en los versos de ese poema. Es una canción triste y eso es todo. Tan triste que a veces lo sientes en los huesos. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! LA HISTORIA TRATA TEMAS SENSIBLES COMO DEPRESIÓN, TRASTORNOS DEL ÁNIMO, VIOLENCIA SEXUAL, SUICIDIO. PIDA AYUDA SI LA NECESITA.- Déjalo ir, Javier – susurró detrás de mí. Me volví para mirarla y miré su figura de arriba abajo mientras se acercaba a nosotros con una lentitud desarmante. Podría jurar que el tiempo se había ralentizado en ese momento, porque se movía tan mecánicamente que parecía un autómata, tan sin emociones que parecía un fantasma, una estatua sin vida, fría pero aún hermosa. Solté a Richie y la vi mirarlo mientras el chico con los ojos llorosos no hacía más que disculparse, suplicar perdón y repetir cuánto lo sentía. Levantó una mano para tocar su rostro y antes de que pudiera darle un puñetazo, Victoria se alejó y lo miró con una mirada de disgusto, la primera emoción que pude ver en su rostro en ese momento. – No se suponía que fuera así – susurró. – No tenía por qué ser así – repitió una vez más. Se giró para mirarme con sus ojos azules tan hermosos como aterradores en ese momento. – Lo siento Javier, lo siento – Miró hacia abajo y suspiró fuertemente mientras caminaba hacia atrás y apoyaba su espalda en la pared, luego se deslizó hasta el suelo y puso su cabeza entre sus manos.

Chica BuenaChico MaloDominanteArroganteCaóticoChica MalaRománticoSEXODulce

Capítulo 1

- Javier – Susurró con voz temblorosa. Había hablado tan suavemente que ni siquiera estaba seguro de haberla oído. - ¿ Puedes oírme? – preguntó al escucharla sollozar.

Me arrodillé en el lugar, exactamente en el mismo momento en que me sentí tan alarmado. Comencé a sentir mi corazón latir en mis venas, podía sentir los latidos de mi corazón hasta mis oídos y la respiración entrecortada me permitió observar las nubes que salían de mis labios debido al contraste entre el frío y el calor. - ¿Lo que sucede? –

La escuché llorar al otro lado del teléfono. Ni siquiera había empezado a hablar de nuevo cuando ya había volado a mi habitación para vestirme para salir de casa, a pesar de que eran las dos de la mañana. – Pues no sé dónde estoy – Dijo entre lágrimas. – Todo es tan confuso, me duele el pie, no puedo respirar, tengo frío y no sé dónde estoy, no entiendo nada. –

- Dime qué ves – le pregunté saliendo de la habitación y tomando las llaves del auto listo para ir a buscarla.

- Nada – gimió. - No veo nada. Está demasiado oscuro – Estaba desesperada: la imaginé apretando su cabello con sus puños, haciéndose pequeña y abrazándose sola en esa pesadilla.

- ¿Puedes al menos saber si estás en un edificio o afuera? – Ya estaba en el auto, listo para salir y llamar a Carter para encontrarla, solo esperando obtener más pistas.

- Pienso afuera – susurró, gimiendo de dolor. – Estoy fuera, por supuesto, hace demasiado frío – dijo entonces. – Siento la tierra bajo mis piernas, y tengo frío, mucho frío – Le castañeteaban los dientes y lloraba al mismo tiempo. – Y Javier – Volvió a llamarme la atención mientras intentaba descubrir a dónde pudo haber ido. Había muchos parques en Stratford, la temperatura seguía bajando por la noche, era pleno invierno y podía llegar incluso a los veinte grados bajo cero. Esto significaba que si no la encontraba pronto podría morir congelada, sufriendo hipotermia. La imaginé cerrando los ojos y calentándose con el calor de sus propias lágrimas. Olfateó de nuevo y respiró hondo. – Creo que no estoy sola… – susurró. – Por favor apúrate, tengo miedo, tengo frío, me duele el pie, quiero morir, apúrate. –

- Vengo. – respondí tratando de tranquilizarla.

Victoria colgó y traté de mantener la calma para marcar el número de mi mejor amigo y pedirle ayuda. Tan pronto como respondió arranqué el auto explicándole la situación y me puse en camino hacia su casa, encontrándolo esperándome en la puerta todavía en pijama y con una chaqueta gruesa y una manta. Me subí al auto y me dirigí hacia el único parque tan grande que cualquiera podía perderse en él, especialmente de noche.

- Deberíamos llamar a la policía – exclamó Carter, rompiendo el silencio y moviendo su cabello mientras, como yo, temblaba.

- ¿Y por qué deberíamos hacer esto? – pregunté dándole una mirada rápida y estacionando el auto todo torcido y completamente al azar.

- Porque esta noche la temperatura bajará a veinte grados bajo cero. Si a dos de nosotros nos tomaría dos horas encontrarlo, a más personas les tomaría una, o incluso media hora. El papá de Katherine es el jefe de policía, llámalo. – Explicó acurrucándose y bajándose del auto, arrojándome la manta.

- No tengo tiempo que perder, llámalo si quieres, empezaré a buscarla. – respondí temblando. Tenía escalofríos y una sensación loca de náuseas, la causa ciertamente no era el resfriado. Su ausencia, la distancia que me separaba de ella, el hecho de que no sabía dónde estaba y que estaba en peligro nublaron mi vida. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos mientras miraba a mi alrededor con dificultad para respirar y observaba las nubes escapar de mis labios debido al frío.

No sabía cómo debía moverme, cómo debía lucir ni dónde exactamente. Simplemente sentí una necesidad visceral de encontrarla y abrazarla, porque me estaba volviendo loco y podía escucharla gritar tan fuerte que me rompía el corazón sólo de pensar que tal vez no pasaría la noche si no la encontraba. .

Carter había llamado a Sam y Katherine y los cuatro la estuvimos buscando durante un par de horas, pero fue en vano. Volvimos al punto de partida: habíamos dado vueltas en círculos pero ninguno de nosotros la había encontrado, sin embargo, habíamos buscado por todas partes. Intenté llamarla pero el teléfono estaba descolgado, había muchas posibilidades de que se hubiera quedado sin batería. Pensé en dónde podría estar escondida, si pensaba que estaba en peligro, si pensaba que no estaba sola. Tiré el teléfono contra un árbol y me arrodillé en el suelo mientras Carter se acercaba a mí y Sam seguía dando vueltas en círculos como si algo estuviera mal con él.

- ¿Y si no se hubiera escondido? – pregunté, girándome bruscamente hacia Sam. – ¿Y si la hubiera encontrado? –

Sam negó con la cabeza, pasando sus manos por sus rizos castaños y sus ojos verde esmeralda estaban rojos por el frío y también por las lágrimas que derramaba con desesperación. Nunca lo había visto así: era como si él sintiera todo lo que ella sentía, tenían una relación tan profunda que a veces me parecía que sentían las mismas emociones y que podían leerse la mente. - No no no no no. – gritó, sacudiendo la cabeza con exasperación. – Esto es imposible Javier, es jodidamente imposible, porque lo habría sabido si ese hijo de puta hubiera entrado a mi casa y secuestrado a mi mejor amigo. Se levantó mientras nosotros dormíamos, no hay otras explicaciones, se fue por voluntad propia. La alarma se desactivó, la puerta ya no estaba cerrada con llave, ella salió. – explicó arrugando la nariz y agachándose en el suelo. – Lo que me pregunto es: ¿adónde iba? ¿Por qué salió sola sin decirme nada? –

Automáticamente los tres nos volvimos hacia Katherine y la miramos, esperando que dijera algo. Era obvio que había algo que no sabíamos, los dos hablando de una manera que ella y Sam no sabían. – Katherine – dije. – Si sabes algo que nosotros no sabemos, es hora de contarlo. – le dije secamente.

- Esperen un segundo – intervino Carter, rascándose la barbilla y luego mirándonos a todos a los ojos. – Me dijiste que sufres de terrores nocturnos, ¿verdad? – preguntó, volviéndose principalmente hacia Sam.

El niño asintió y puso su cabeza entre sus manos, mientras yo cerraba los ojos y respiraba profundamente. – Peor de lo habitual últimamente. – susurró, rascándose los ojos. – Ha empeorado mucho. - El lo notó.

- ¿En qué consisten? – preguntó mirando a Sam.

Sam sacudió la cabeza y levantó el rostro hacia el cielo como si buscara una respuesta en las estrellas, como si siguiéndolas tuviera la certeza de poder encontrarla porque su luz le mostraría el camino. – No, no puedo – exclamó levantándose de nuevo. – Sólo debes saber que lo que ves no siempre es real. –

- ¿Qué significa? – pregunté, acercándome un paso más a él.

- Significa que últimamente no puede distinguir los sueños de la realidad. - Él explicó. – Significa que se pasa el tiempo contando los dedos. –

- ¿Por qué cuenta los dedos? – preguntó Kat confundida y con el ceño fruncido.

- Porque dicen que en los sueños siempre tenemos dedos de más. – Carter siguió rascándose el momento y negando con la cabeza. Cuando hizo eso simplemente significaba que estaba pensando en algo, y en ese caso era algo que a ninguno de nosotros nos hubiera gustado. – Significa que tal vez ella no esté despierta en este momento. – Dijo mirándome directamente a los ojos. – Ustedes no tienen idea, Dios, esto es un gran desastre. –

- Por favor explica por qué me estoy volviendo loco. Cuando la encuentre me juro que no la soltaré ni por un segundo, prefiero suicidarme. – murmuré, pateando nada.

- Si ya no distingue sueño de realidad, podría estar convencida de que está soñando cuando en realidad no es así, y viceversa. Probablemente te llamó pensando que estaba despierta, pero en realidad no lo está. – Lo vi gesticulando mientras caminaba de un lado a otro como un loco. El hecho de que estuviera estudiando psicología nos ayudó mucho, la verdad. – El hecho es este: Sam, ella no te dijo que iba a salir, probablemente porque ni siquiera se dio cuenta de que iba a salir. Javier, tal vez te dijo que estaba en el bosque cuando en realidad no está aquí. No hay que pensar como si estuviera despierta, hay que pensar y moverse como lo haría un sonámbulo, como una persona que está durmiendo pero está convencida de que está despierta. ¿Me explico? – preguntó levantando las cejas.