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Capítulo 19 ¿Qué quería decir?

En el aseo.

Rosaura se sentó en la tapa del inodoro, frotándose los brazos de vez en cuando.

El retrete estaba muy frío.

No pudo contenerse de estornudar.

Acababa de recuperarse. Si se quedaba aquí toda noche, volvería a tener fiebre.

Debido a que no podía encontrar una salida, se apoyó en el retrete soñolienta.

De repente, se oyó un ligero ruido de choque desde la puerta.

Rosaura abrió inmediatamente los ojos, se apresuró a salir del compartimento con esperanza.

—¿Hay alguien afuera? Estoy aquí. Ayúdame a abrir la puerta, por favor.

El hombre parecía había escuchado su voz, el sonido de la puerta se detuvo por un momento, y luego hubo un ruido más fuerte. Con un golpe, la puerta del baño se abrió.

Rosaura se alegró. Por fin, se salvó, no tenía que quedarse aquí esta noche.

—Gracias...

Antes de que pudiera terminar sus palabras, Rosaura se quedó de piedra cuando vio al hombre alto que estaba en la entrada.

—¿Señor González?

Ella no esperaba que la persona que la salvó fuera Camilo, pensaba que era el guardia de seguridad que venía a patrullar.

La respiración de Camilo era un poco intensa. Parecía que no se calmó porque había caminado demasiado rápido.

Él miró a Rosaura y vio que su rostro rosado estaba inusualmente pálido, su pequeño cuerpo también estaba temblando a causa del frío.

Camilo entrecerró los ojos, se quitó el abrigo y lo puso en el hombro de Rosaura.

Todavía había un ligero calor en su abrigo, lo que hizo que la fría piel de Rosaura se calentara en un instante.

Rosaura se quedó aturdida y muy sorprendida.

Durante la reunión, él ni siquiera le echó un vistazo. Era tan indiferente como un extraño al que no conocía, ¿por qué la trató así ahora...?

Al verla inmóvil, Camilo dijo con voz preocupada:

—¿No puedes andar?

—Sí,sí.

Rosaura reaccionó y se apresuró a sacudir la cabeza y tomó la delantera para salir.

Mirando la pequeña espalda de Rosaura, Camilo frunció sus finos labios con frialdad.

Esta mujer era muy débil. No sabía cuánto tiempo se quedaba aquí, tal vez iba a enfermar de nuevo.

Él sacó su teléfono móvil e hizo una llamada.

—Roberto, espérame en Cena.

Al salir del aseo, Rosaura miró a su alrededor, que estaba totalmente tranquilo. Obviamente, todos los empleados salieron.

Pero había guardia de seguridad en el vestíbulo.

Rosaura y Camilo tomaron el ascensor juntos. Cuando estaban a punto de llegar al primer piso, Ella se quitó el abrigo.

Se lo entregó con cuidad a Camilo.

—Gracias, señor González.

Camilo no lo recogió, sino mostró su disgusto.

—No es necesario que me lo devuelvas, llévalo a casa.

—Hay gente aquí, es inapropiado que me vean llevando tu abrigo —explicó Rosaura.

Al escuchar su explicación, Camino estaba aún más enfadado.

La miró fijamente.

—Pues, ¿te sientes avergonzada que tienes algo que ver conmigo?

—No, no es eso lo que quiero decir.

—Entonces, ¿qué quieres decir?

Camilo se le acercó de repente a Rosaura. Su cuerpo recto era especialmente alto en el estrecho ascensor, como una montaña que daba una sensación de opresión a Rosaura.

La distancia entre ellos era tan cerca.

Rosaura retrocedió inconscientemente, y los latidos de su corazón se aceleraron.

«¿He dicho algo malo?»

Parecía haberlo ofendido.

Ella no sabía qué hacer ni se atrevío a mirar hacia Camilo. Cuando el ascensor se abría, se apresuró a recordarle:

—Señor González, ya llegamos.

Camilo siguió mirando a Rosaura, sin intención de moverse.

En este momento, se oyeron los pasos, era del guardia de seguridad.

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